Los funcionarios del Foreing Office, en tono despectivo e hiriente, llaman a la verja de Gibraltar ‹‹La Muralla del Ajo››. Sospechosa aversión británica a los ajos. No me cabe la menor duda de que algo huele mal y no es precisamente por regoldar.
No comas ajos ni cebollas, porque… Ellos tienen a Shakespeare, nosotros a Cervantes.
La respuesta de España a la infamia histórica cometida por el Reino Unido nunca ha sido firme y contundente y menos en los últimos años en los que los conceptos de soberanía y de Nación se han definido como discutidos y discutibles. Así estamos. Cuando ponemos a Gibraltar al mismo nivel que a España y Gran Bretaña y a continuación decimos que se ha acabado el recreo, se entiende que no nos tomen en serio y se oiga el chascarrillo: “Dejadlos, ni ellos mismos se ponen de acuerdo”.
Churchill denominó como “heroica neutralidad” la que España mantuvo ante la petición de Hitler de entrar en guerra al lado de las potencias del Eje a cambio de la conquista de Gibraltar en la conocida como “Operación Félix”. Por los años cincuenta se elaboró otro plan militar para su ocupación con fuerzas de Infantería de Marina y la Legión. Entre los secretos de guerra de algún particular deben conservarse los documentos. En el año 1982 y en plena guerra de las Malvinas un comando argentino intentó atacar y destruir unidades navales británicas en el puerto de Gibraltar. Fueron detenidos fortuitamente (¿) en Málaga y aprovechando que allí estaba el Presidente Calvo Sotelo se les envió en su avión a Madrid. Repatriados a Argentina nadie supo más del asunto. ¿Alguien podría explicar esto?
Nuestra política y diplomacia siempre han sido errantes e ineficaces. Pasamos sin solución de continuidad del Foro Tripartito al grito de guerra: ¡Gibraltar español! Nada de nada.
Fernando María Castiella y Maíz fue el Ministro de Exteriores que llevó más lejos las negociaciones con el Reino Unido sobre Gibraltar. Fue tanto su empeño en el tema que se le denominaba el ministro del Asunto Exterior. Les conté en un anterior artículo algo que sucedió en uno de los Consejos de Ministros de Franco y que demuestra ironía y sabiduría, pero sobre todo es una prueba de la dificultad que siempre ha encerrado la negociación con el Reino Unido en el tema de Gibraltar. Castiella en aquel Consejo de Ministros recabó la adopción de medidas drásticas para estrechar su bloqueo para lo que expuso la posibilidad de instalar una barrera de globos cautivos y así impedir que los aviones británicos violasen el espacio aéreo español. Ante la negativa de los ministros militares, Castiella les recordó la Ley Orgánica del Estado que encomendaba a las Fuerzas Armadas la defensa de la integridad territorial nacional. Franco atajó la discusión: “Tenga usted en cuenta, Castiella, que a los militares nadie nos ganará en patriotismo; todos los españoles tenemos clavado en el alma la espina de Gibraltar, pero el único español que no tiene derecho a apasionarse por este tema es el Ministro de Asuntos Exteriores”.
Insólita imagen. Los bobbies británicos patrullando por Magaluf, en Palma de Mallorca, con la Guardia Civil para evitar algún que otro exceso… En Gibraltar se enfrentan a la Guardia Civil en aguas de soberanía española. Ni una cosa ni la otra. Lo de la patrulla es inadmisible mientras sigan los jueguecitos en aguas de soberanía española.
Gibraltar, fue, es y será una infamia mientras nuestra Patria mutilada no recupere ese pedazo de tierra española del que Inglaterra se apropió aprovechándose de un pleito exclusivamente nuestro. Que cada uno cumpla con su deber.
“ Y es más fácil¡oh España! en muchos modos/ que lo que a todos les quitaste sola,/ te puedan a ti sola quitar todos”(Quevedo).
Rafael Dávila Álvarez General de División (R.)
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