jueves, 27 de agosto de 2015

El inquietante editorial de 'The Financial Times'

 

Esta legislatura se ha quedado a medio camino cuando, por la mayoría absoluta parlamentaria del PP, debió de ser la definitiva para descabezar la crisis económica y acometer la solución de la política
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La práctica aprobación de los Presupuestos Generales del Estado para 2016 y el dato del crecimiento del PIB del pasado trimestre (1%, que hace un 3,1% anual), han coincidido con un editorial de The Financial Times que, más allá de su elogioso titular ('Las reformas de España son una lección para la eurozona') recoge todas las inquietudes e incertidumbres que acechan al Gobierno y, en general, a la política y la economía españolas.
En nuestro país tendemos a la simplificación y nos abonamos con frecuencia a las interpretaciones literales. Con los anglosajones este proceder podría llevarnos a conclusiones erróneas. Y es lo que ha sucedido con el editorial de FT –conocido como la “biblia” del periodismo financiero- que hemos tomado como un incensario al Gobierno de Rajoy cuando, en realidad, es un texto admonitorio para Grecia, repleto de consideraciones dudosas sobre la estabilidad de la situación española.
El periódico británico –ahora en manos asiáticas- elogia sin reservas las medidas del Gobierno que han venido reclamando los mercados y la troika. En sucinto resumen su juicio favorable lo es al presidente del Gobierno más disciplinado de la eurozona en contraposición a otros más reticentes o menos ortodoxos. Pese a esa reconocimiento, que es un telegrama nada encriptado al Gobierno griego, aparecen en el editorial los reparos y las inquietudes.

“El Gobierno no puede llevarse todo el mérito de la mejora”. Un aserto que el Ejecutivo no ha asumido: sin factores externos la situación no hubiese remontado
Dice el FT lo que todos sabemos: que “las expectativas electorales de Rajoy no están tan claras como a él le gustaría” cuya “valoración personal” en las encuestas “es deplorable”, añadiendo que sus “dificultades también se reflejan en el hecho de que muchos españoles siguen sin estar seguros de si la recuperación económica va a ser duradera”. Tres afirmaciones ampliamente compartibles en España por quienes no tengan orejeras en la observación del panorama político y económico del país.
Mucha más envergadura tiene el reparo que FT lanza a Rajoy en materia económica: “El Gobierno no puede llevarse todo el mérito de la mejora”. Otro aserto que el Ejecutivo no ha asumido y que es ciertísimo: como aduce el rotativo británico sin la contribución “de factores externos fuera del control de Rajoy” (precio del petróleo, euro más débil y política del BCE), la situación no hubiese remontado y aun así el editorialista subraya con una claridad meridiana que la cifra de desempleo (22%, especialmente el juvenil) es una “mancha en el expediente del Gobierno” razón por la que la “recuperación económica no ha llegado a muchos españoles”.
Y por fin las objeciones políticas: de una parte la previsión de que en las generales no habrá “resultados claros” por el ascenso de Podemos y Ciudadanos y de otra, “la tormenta constitucional si los partidos separatistas obtienen la mayoría” en Cataluña.
El paro es una “mancha en el expediente del Gobierno” razón por la que la “recuperación no ha llegado a muchos españoles”, dice el editorial
La “evaluación positiva” por “valiente” –con mensaje para Grecia- cierra un editorial al que Rajoy no debió abrazarse en los pasillos del Congreso y que resume con sobriedad anglosajona la coyuntura española, pese a la clamorosa omisión en el texto de los episodios de corrupción política que lastran las expectativas de los populares.
 De ahí que la lectura de esta pieza periodística a la que propios y ajenos le atribuyen una gran influencia en los estados de opinión financieros nos lleve a una consideración realista: no hemos salido aún de la precariedad política, social y económica. Y, sobre todo, el Gobierno y determinadas clases dirigentes no han tenido la sinceridad cívica de reconocer todavía que la emergencia española se debe a una brutal devaluación interna que nos ha hecho regresar a las posiciones económicas y sociales de hace más de una década.
La consolidación de las certezas está pendiente: ¿Qué ocurrirá con el euro, el precio del petróleo –crisis china mediante- y la política del BCE?, ¿tiene capacidad social y política de hundir al Gobierno una mayoría separatista el 27-S en Cataluña?, ¿por qué estos Presupuestos de 2016 siguen sin abordar el recorte drástico del gasto político?, ¿puede la corrupción haber generado anticuerpos respecto del PP en una parte de su antiguo electorado?, ¿garantiza el PSOE que no se coaligará con Podemos para pegar un volantazo económico sobre lo que el FT mantiene que Rajoy ha hecho bien y ejemplarmente en la eurozona?
¿Qué ocurrirá con el euro y la política del BCE? ¿Tiene capacidad social y política de hundir al Gobierno una mayoría separatista el 27-S en Cataluña?
Todas estas preguntas, y otras posibles, remiten a una legislatura que se ha quedado a medio camino cuando, por la mayoría absoluta parlamentaria del PP, debió de ser la definitiva para descabezar la crisis económica y acometer la solución de la política, especialmente la catalana que ahora se ha ido de las manos al Estado y depende del albur de los electores de aquella comunidad que sobre el riesgo de primar a los independentistas deben soportar una ristra de ocurrencias y excentricidades que hacen del “procés” soberanista un artefacto político todavía más descontrolado e imprevisible.
En definitiva, la hermenéutica de los textos –periodísticos o no- no sólo debe ser literal sino también contextual e intuitiva de sus intenciones directas y derivadas.

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