A lo largo de los siglos, muchos hombres convencidos de que tenían toda la razón han terminado pasando a los anales de la historia por haberse equivocado garrafal y trágicamente
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¿Negar una y otra vez la crisis económica hasta que es demasiado tarde? ¿Dejar que la burbuja del ladrillo se infle e infle hasta hacer estallar un país? ¿Permitir que la corrupción campe a sus anchas mientras los niveles de paro no dejan de ascender? Peccata minuta frente a otros errores históricos que derivaron en muerte, destrucción y escarnio a lo largo de los siglos para aquel que tomó la decisión. Un artículo en The Independent ha recogido un puñado de las cagadas históricas más desconocidas, que completamos aquí con otros tristes episodios que empezaron con un “¡si no pasa nada, hombre!” y terminaron con un “no volverá a ocurrir, lo prometo”.
El 11 de noviembre de 1918 fue la última jornada de la primera guerra mundial. A pesar de que el armisticio se firmó a las cinco de la mañana, 11.000 hombres fueron heridos o asesinados en las horas siguientes hasta que este entró en vigor, según ha explicado en Eleventh Month, Eleventh Day, Eleventh Hour: Armistice Day, 1918 World Ward I and its Violent Climax (Random House) el historiador Joseph E. Persico, una cantidad superior a la de los caídos en el Día D de la segunda guerra mundial. Muchos de ellos fueron conducidos al frente por militares que estaban al tanto del armisticio, pero querían conseguir una última victoria. Es el caso del general William W . Wright, que perdió a 365 hombres y se justificó aduciendo que quería tomar los baños de Stenay (en Lorena) para que sus tropas pudiesen refrescarse.
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El panadero que quemó Londres
Lo típico de que se te olvida que has dejado algo en el horno y devastas la mitad de una de las ciudades más grandes del mundo. Esto es lo que le ocurrió a Thomas Farriner (1615-1670) en 1666, cuando un fueguecito que comenzó en la media noche del 2 de septiembre en su panadería, sita en Pudding Lane (en plena City), terminó convirtiéndose en el Gran Incendio. Así, con mayúsculas. El fuego ardió durante tres días y destruyó el centro de la ciudad: 13.2000 casas, 87 iglesias y 44 antiguas casas gremiales desaparecieron pasto de las llamas mientras Farriner, que había conseguido escapar por una ventana, afirmaba que había apagado el fuego antes de irse a la cama. Actualmente hay un monumento de 62 metros en el lugar en el que empezó el fuego.La venganza del ciego
La historia no es clara sobre el origen de la ceguera de Enrico Dandolo (1107-1205), un veneciano de buena familia que fue detenido en 1171 por el Imperio bizantino y enviado a Constantinopla como embajador. Puede ser que sufriese de ceguera cortical, pero también que fuese cegado por los propios bizantinos, incluso por el emperador Manuel Comneno por pura diversión. Sea como sea, mal hicieron en tocarle las narices, puesto que su odio lo llevó a conquistar y saquear Zara y Constantinopla entre 1202 y 1205 junto a los caballeros de la Cuarta Cruzada. Ahí, dándolo todo.La matanza del día que terminó la guerra
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El apocalipsis pájaro de Mao
En 1958, Mao Zedong lanzó el proyecto del Gran Salto Adelante con el objetivo de reforzar la industria pesada y la agricultura para no depender de las importaciones extranjeras. Entre la multitud de reformas planteadas por el líder comunista se encontraba la de las Cuatro Plagas, que tenía como objetivo eliminar cuatro especies muy dañinas para las cosechas: ratones, moscas, mosquitos y gorriones. ¿El problema? Como explicó un estudio de 1960 publicado por la Academia de las Ciencias Estadounidense, los gorriones servían para eliminar los insectos y parásitos que acababan con las cosechas, por lo que su eliminación provocó la proliferación de langostas y fue un factor importante en la Gran Hambruna China, en la que murieron entre 16 y 30 millones de personas.Los colonos escoceses en Panamá morían por las enfermedades tropicales a ritmo de 10 por día
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