Con permiso de mi admirado Maestro don Antonio Burgos, copio el título de uno de sus antológicos recuadros para dar contestación a los numerosos lectores que me preguntan por el significado del acrónimo V.E.R.D.E. Gozoso recuerdo al sentimiento de lo que defendimos y seguimos defendiendo. Un honor de por vida. Está claro su significado: VIVA EL REY DE ESPAÑA.
Dicen que fue cosa de los monárquicos alfonsinos en aquella época en la que no se podía hablar de monarquía (de república sí, pero de la suya). El caso es que, ante la dictatorial prohibición y la vigilancia de los comités de limpieza ideológica al uso, no hubo más remedio que recurrir al acrónimo para entenderse entre los que veían espantados el rumbo que tomaban las cosas. Verde por aquí, verde por allá. Lazo verde en la solapa y hasta corbata verde cuando se terciaba. En verde te escribo, que tú ya me entiendes.
Savia para el viejo tronco antes que lo descuaje un torbellino.
Al olmo viejo, hendido por el rayo
y en su mitad podrido,
con las lluvias de abril y el sol de mayo
algunas hojas verdes le han salido.
No era cuestión de colores, ni de roja república o verde monarquía, ni siquiera del color de la Bandera. Unos contra otros, el desacuerdo, a río revuelto… Es una vieja canción que nos persigue. Decía don Jesús Pabón que en cuestiones de historia el problema está en ver claramente y una sola cosa. Cada español ve una, la suya. Todos mandan y todos a la vez obedecen.
Presumía Napoleón al compararse con sus adversarios: ‹‹Hay muchos y buenos generales, pero ven demasiadas cosas; yo no veo más que una…››. Pero también dijo que los españoles en masa, se conducen como un hombre de honor. Lo sintió en sus carnes. Divididos, es decir mal mandados, equivalen a la derrota. Cada español se convierte en general cuando desde el cabo al general ninguno de ellos manda. Es cuando vemos muchas cosas, muchos mandan, y todas nos dividen. En esas estamos, camino de la derrota. No hay mejor meditación que la que se hace al reflexionar sobre el pasado. Rigor en la reflexión y meditación. Suena raro, como raro suena ahora el acrónimo V.E.R.D.E. ¿Reflexionar? ¿Qué será eso?
Cuando en España escasean los hombres de Estado surgen los napoleones. Todos son iguales. Imitan el gesto, la mano a la cartera, e inventan una nueva monarquía, el clan familiar, un nuevo patriotismo de algarabía, incluso una religiosidad pagana con patriarca incluido.
Serán derrotados cuando la masa se conduzca como un hombre de honor. Será tarde o temprano, pero será. Siempre lo ha sido. Recuerden el triple error del que fue víctima Napoleón, el error monárquico, el error nacional y el error religioso. Jesús Pabón lo ha señalado precisamente a través de su conducta respecto a España durante la Guerra de la Independencia.
Los napoleoncitos de ahora son reyezuelos que quieren instalarse en su trono sin comprender las profundas razones históricas en las que las monarquías se asientan. Siembran sentimientos separatistas sin adivinar las profundas razones vitales que llevan al ser humano a defender por encima de todo su historia y su patria.
Hay sentimientos tan asentados en la historia de los pueblos que son su genética, su forma de ser y su razón de ser.
Conviene que los napoleones de salón recuerden aquel mal negocio: ‹‹Vamos a golpear con todas nuestras fuerzas a España; yo vencí a los alemanes y a los italianos; vencí también a los polacos […], pero no he podido vencer a los españoles; en Europa son los únicos que conservan una extravagante afición a la libertad››. Un pueblo que no consiente que se metan contra los principios arraigados por siglos de historia. Cuando el emperador lo asimiló era demasiado tarde. Hasta el pequeño tambor del Bruch derrotó al francés.
Ya libres, no es necesario recurrir a ningún acrónimo. Hay que defenderse contra la invasión ideológica, el adoctrinamiento y la ruptura, y hay que hacerlo a cara descubierta.
Han empezado atacando al Rey y a los símbolos de España. La reacción ha sido débil y tibia. Hechos consumados, una ley que no se aplica y unas multas que ofenden al ofendido, España. ‹‹Así, puesto que eres tibio, y no frío ni caliente, te vomitaré de mi boca››.
No vamos a utilizar acrónimos ni a escondernos de nadie, sino que decimos sin tibieza y con fuerza: ¡¡¡Viva el Rey de España!!! Con todas sus consecuencias.
Napoleón Bonaparte cayó en un gran error, el nacional, es decir, el patriótico, y estos nuevos emperadores, de la ambición y el poder, caerán en el mismo error, porque desconocen el verdadero sentido del razonamiento y las enseñanzas de la historia.
Solo será necesario un tambor del Bruch para que los españoles en masa se conduzcan como un solo hombre de honor. Lo harán.
V.E.R.D.E., es historia, ¡Viva el Rey de España! es la realidad. Nuestra realidad, futuro y libertad.
Al olmo viejo, hendido por el rayo
y en su mitad podrido,
con las lluvias de abril y el sol de mayo
algunas hojas verdes le han salido.
…
Antes que te descuaje un torbellino.
General de División (R.) Rafael Dávila Álvarez
Dicen que fue cosa de los monárquicos alfonsinos en aquella época en la que no se podía hablar de monarquía (de república sí, pero de la suya). El caso es que, ante la dictatorial prohibición y la vigilancia de los comités de limpieza ideológica al uso, no hubo más remedio que recurrir al acrónimo para entenderse entre los que veían espantados el rumbo que tomaban las cosas. Verde por aquí, verde por allá. Lazo verde en la solapa y hasta corbata verde cuando se terciaba. En verde te escribo, que tú ya me entiendes.
Savia para el viejo tronco antes que lo descuaje un torbellino.
Al olmo viejo, hendido por el rayo
y en su mitad podrido,
con las lluvias de abril y el sol de mayo
algunas hojas verdes le han salido.
No era cuestión de colores, ni de roja república o verde monarquía, ni siquiera del color de la Bandera. Unos contra otros, el desacuerdo, a río revuelto… Es una vieja canción que nos persigue. Decía don Jesús Pabón que en cuestiones de historia el problema está en ver claramente y una sola cosa. Cada español ve una, la suya. Todos mandan y todos a la vez obedecen.
Presumía Napoleón al compararse con sus adversarios: ‹‹Hay muchos y buenos generales, pero ven demasiadas cosas; yo no veo más que una…››. Pero también dijo que los españoles en masa, se conducen como un hombre de honor. Lo sintió en sus carnes. Divididos, es decir mal mandados, equivalen a la derrota. Cada español se convierte en general cuando desde el cabo al general ninguno de ellos manda. Es cuando vemos muchas cosas, muchos mandan, y todas nos dividen. En esas estamos, camino de la derrota. No hay mejor meditación que la que se hace al reflexionar sobre el pasado. Rigor en la reflexión y meditación. Suena raro, como raro suena ahora el acrónimo V.E.R.D.E. ¿Reflexionar? ¿Qué será eso?
Cuando en España escasean los hombres de Estado surgen los napoleones. Todos son iguales. Imitan el gesto, la mano a la cartera, e inventan una nueva monarquía, el clan familiar, un nuevo patriotismo de algarabía, incluso una religiosidad pagana con patriarca incluido.
Serán derrotados cuando la masa se conduzca como un hombre de honor. Será tarde o temprano, pero será. Siempre lo ha sido. Recuerden el triple error del que fue víctima Napoleón, el error monárquico, el error nacional y el error religioso. Jesús Pabón lo ha señalado precisamente a través de su conducta respecto a España durante la Guerra de la Independencia.
Los napoleoncitos de ahora son reyezuelos que quieren instalarse en su trono sin comprender las profundas razones históricas en las que las monarquías se asientan. Siembran sentimientos separatistas sin adivinar las profundas razones vitales que llevan al ser humano a defender por encima de todo su historia y su patria.
Hay sentimientos tan asentados en la historia de los pueblos que son su genética, su forma de ser y su razón de ser.
Conviene que los napoleones de salón recuerden aquel mal negocio: ‹‹Vamos a golpear con todas nuestras fuerzas a España; yo vencí a los alemanes y a los italianos; vencí también a los polacos […], pero no he podido vencer a los españoles; en Europa son los únicos que conservan una extravagante afición a la libertad››. Un pueblo que no consiente que se metan contra los principios arraigados por siglos de historia. Cuando el emperador lo asimiló era demasiado tarde. Hasta el pequeño tambor del Bruch derrotó al francés.
Ya libres, no es necesario recurrir a ningún acrónimo. Hay que defenderse contra la invasión ideológica, el adoctrinamiento y la ruptura, y hay que hacerlo a cara descubierta.
Han empezado atacando al Rey y a los símbolos de España. La reacción ha sido débil y tibia. Hechos consumados, una ley que no se aplica y unas multas que ofenden al ofendido, España. ‹‹Así, puesto que eres tibio, y no frío ni caliente, te vomitaré de mi boca››.
No vamos a utilizar acrónimos ni a escondernos de nadie, sino que decimos sin tibieza y con fuerza: ¡¡¡Viva el Rey de España!!! Con todas sus consecuencias.
Napoleón Bonaparte cayó en un gran error, el nacional, es decir, el patriótico, y estos nuevos emperadores, de la ambición y el poder, caerán en el mismo error, porque desconocen el verdadero sentido del razonamiento y las enseñanzas de la historia.
Solo será necesario un tambor del Bruch para que los españoles en masa se conduzcan como un solo hombre de honor. Lo harán.
V.E.R.D.E., es historia, ¡Viva el Rey de España! es la realidad. Nuestra realidad, futuro y libertad.
Al olmo viejo, hendido por el rayo
y en su mitad podrido,
con las lluvias de abril y el sol de mayo
algunas hojas verdes le han salido.
…
Antes que te descuaje un torbellino.
General de División (R.) Rafael Dávila Álvarez
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