Madrid
Día 23/07/2015 - 09.41h
«Pues nada, no queda aprobada. Falta un voto… Espera, vamos a mirar. Queda aprobada. Hemos hecho la cuenta, queda aprobada»
Manuela Carmena estaba sorprendida y desazonada. Limanorganizada. «¿Pensáis vosotros, piensan ustedes que hay que hablar de todo a la vez? Queridos amigos, queridos compañeros, esto no es serio». Carmena dobla el tratamiento. «¿Si os parece que continuemos, si les parece que continuemos?». Y así todo el rato. Eran las tres cuando la desazón, el pleno municipal había empezado a las nueve y acabaría a las cuatro y media. El cambio de Vázquez de Mella por Zerolo fue el primero de los 39 puntos en siete horas. Entre el público, aplausos de verdad y de cinco lobitos (en no sordos). Luego Esperanza Aguirre protestó porque una enmienda no se la habían dado a tiempo. Carmena, una persona razonable (aunque sus razones sean unas ahora y otras dentro de diez minutos), decidió suspender. Y cuando Esperanza, que se había echado la cazadora encima, le pidió, yendo al estrado, que bajaran el aire acondicionado, lo bajó («El aire, concedido»).
También duró aquello un discurso de Fidel Castro porque habló casi todo el mundo. Además de lo principal («los temas temáticos», que diría Carmena), se decían cosas como «No me has cogido el teléfono». «Claro que sí». «Pero habíamos quedado en volver a hablar». Es verdad que era el primer pleno ordinario y que son nuevos, pero la alcaldesa parecía Lady Gagá. Tras una votación: «Pues nada, no queda aprobada. Falta un voto… Espera, vamos a mirar. Queda aprobada. Hemos hecho la cuenta, queda aprobada». O «Vamos a suspender durante 10 minutos. Ah, no, que queda la nuestra». La suya era Rita Maestre. Otro suyo es Carlos Sánchez Mato, el concejal de Hacienda. Sánchez Mato es Agamenón con traje. Aunque ignoro si es «igualico igualico que el defunto de su agüelico», porque allí el único que habló de su abuela fue el socialista Ramón Silva. Recordó que la suya estuvo mucho tiempo limpiando el edificio que ahora alberga el Ayuntamiento.
Con el asunto de Venezuela (propuesto por el PP), Rita Maestre, cuyo grupo había presentado una enmienda a la totalidad, sacó esos ademanes suyos de soleta. Llevaba un vestidito blanco como de Billie Jean King en los 70 del que se escapaba un tirante rojo del sujetador. En Wimbledon le habrían llamado la atención. «Parecen un grupo municipal de Caracas y no de Madrid», reprochó a Percival Manglano. También dijo muchas veces «como no podía ser menos». Y cada vez que la interrumpían: «Cinco segundos más que tengo».
El punto 39, el referido a la web Versión Original, una moción de urgencia del PP, fue despachado negándosele el carácter de urgencia. Eran las cuatro y media. Todas estaban ya agarrando los bolsos. Y Carmena: «Damos por acabado el pleno, pero quisiera informarles del viaje que hice ayer a Roma …. Unos debates muy interesantes. Yo allí expuse…». Árbitro, la hora. Mujer, ya contarás (ya contará usted) eso otro día.
No hay comentarios:
Publicar un comentario