LO ESPAÑOL VISTO DESDE DENTRO Y DESDE FUERA General de Brigada Adolfo Coloma Contreras (R.)

 

Colón en Barcelona

El  pasado 30 de Septiembre, el pleno del Ayuntamiento de Barcelona debatió una propuesta de la CUP para que el monumento a Cristóbal Colón, que desde 1888 preside la entrada al puerto de la Ciudad Condal al final del hermoso paseo de las Ramblas, fuera retirada aduciendo que “la llegada de Cristóbal Colón a las costas americanas, representa un acto intolerable de enaltecimiento del colonialismo y el imperialismo” Esta propuesta fue finalmente rechazada con  los votos en contra de CIU, PP y Ciudadanos,  y la abstención de Barcelona en Comú y ERC. Pero además, en el mismo pleno, la CUP propuso retirar las banderas españolas y los símbolos monárquicos que hay en las dependencias municipales, declarar laborable el 12 de octubre. Se podría decir que de alguna manera se estaba “caldeando el ambiente” de cara a la celebración del día Nacional, el 12 de Octubre, en el que, como es sabido, se conmemora el descubrimiento de América, precisamente por Cristóbal Colón.

Salón de Plenos de Barcelona

Sin embargo, la propuesta de cambiar el nombre del salón de sesiones,  conocido como “Reina Regente”, por el gran retrato de María Cristina (la Hija de Alfonso XII) que lo preside, y denominarlo “Salón de Carles Pi i Sunyer” (en recuerdo del  primer alcalde de la ciudad elegido por sufragio universal) si se ha aprobado.
Al margen de la evidente y torticera significación de estas propuestas y su evidente intencionalidad de entroncarlas con el Día Nacional de España, no deja de sorprenderme el concepto tan infravalorado que los españoles tenemos de nosotros mismos. A pesar de la existencia de un poso de negatividad en nuestra historia, como toda obra humana y que los españoles llamamos “leyenda negra” parece que fuera de nuestras fronteras son más capaces de discernir el grano de la paja y poner las cosas en valor.  Les propongo que me acompañen en un viaje por el sureste de los Estados Unidos, partiendo de la Florida, para evidenciar cómo se respeta, se protege y se difunde la herencia española. Y no me refiero a la utilización del español, como idioma vehicular impulsado sin duda por la proximidad de Cuba y Puerto Rico, sino al fértil reguero de monumentos, banderas, “memorials” que ponen de manifiesto el orgullo de su herencia española.
Acceda Vd. Por donde acceda a la Florida, junto a la Bandera de los Estados Unidos, encontrará la del Estado de la Florida, que no es otra que la bandera que portaban los Ejércitos Españoles de la Monarquía Hispánica: los bastos de la Cruz de Borgoña en rojo sobre fondo blanco, transformada en la actualidad en una cruz de San Andrés con los mismos colores.
Aquella bandera de los ejércitos españoles sigue hoy ondeado sobre el fuerte abaluartado  “Castillo de San Andrés”, en San Agustin, el primer asentamiento urbano con carácter permanente en el territorio de los Estados Unidos, fundado por Pedro Menéndez de Avilés en 1565. Un fuerte que resistió el brutal asedio de 38 días al que le sometió el General Británico Ogelthorpe, gobernador de las Carolinas.
Mucho se sorprenderían Vds. al contemplar la recreación que diariamente realizan un grupo de “artilleros” vistiendo uniformes españoles de época para poner en posición, cargar, apuntar y disparar la batería de cañones. Lo hacen al compás de las 17 voces que entonces eran reglamentarias, todas en español y que comienzan con –“En el nombre de Santa Bárbara preparémonos para la acción”-.  A poca distancia del fuerte, se encuentra la Misión Nombre de Dios,  lugar en el que se celebró la primera misa por el capellán de la expedición, el Padre Francisco López de Mendoza Grajales y que dos décadas más tardes se convirtió en la actual misión franciscana. En conjunto, ambos monumentos representan los esfuerzos militares y religiosos que España desarrolló para llevar su cultura y civilización a aquellos parajes. En la misma ciudad de San Agustín, un monolito recuerda la primera constitución española, la de 1812, cuya promulgación todos los sábados se recrea con paisanos vestidos con trajes tradicionales españoles.
¿Y qué me dirían si les cuento que uno de los 30 “US National Memorials”,  áreas protegidas y edificadas para conmemorar un personaje o suceso histórico de gran relevancia y que además son sufragados con fondos públicos, está dedicado a un español? Pues sí, es el caso del “De Soto National Memorial” edificado en la Bahía de Tampa para recordar la gesta de Hernando de Soto, el extremeño que en 1539, por orden del Emperador Carlos I desembarcó en la Península de la Florida al frente de una expedición de 600 hombres y tras recorrer 6.400 Kms por el sureste, fue el primer europeo en contemplar el Misisipi. 
El gran río americano que desemboca en la Luisiana, donde el malagueño  Bernardo de Gálvez fue Gobernador de entre 1977 y 1782 y desde donde apoyó a los rebeldes americanos en su lucha por la independencia contra Inglaterra. Tras vencer a los ingleses en la Batalla de Pensacola, recuperó para España la Florida. Su recuerdo vive hoy no solo en la ciudad que fundó, Galveston, sino en Nueva Orleans, donde tiene un monumento y donde muchas de las calles del bullicioso Barrio Francés construido durante su gobierno, perpetúan sus nombres ancestrales: San Felipe, Borbón, Real, Conde….
A cualquier español le preguntan hoy en día quién fue Pocahontas, David Crockket o el coronel George Custer y estoy convencido de que lo saben situar. Pero si les preguntamos por Hernando de Soto o Fray Junípero Serra, seguro que tendrán muchas dudas. Sin embargo, ambos están representados en la Rotonda del Capitolio en Washington, bajo su imponente cúpula, el lugar preeminente del monumento preeminente de los Estados Unidos, materializando así los dos grandes pilares que sustentaron el esfuerzo que realizó España allende los mares: la milicia y la religión. Y junto a ellos en esa gran sala también está representado  Cristóbal Colón, del que se puede dudar de su nacionalidad de origen, pero nunca que la gran empresa que llevó a cabo fue netamente española y en la que hunde sus raíces el Día Nacional de España.

Bueno, todo lo anterior no es óbice para que también exhiban las desavenencias que históricamente tuvieron con España, a quien combatieron y vencieron en la Guerra Hispano-estadounidense de 1898 y que supuso, como todos conocemos, la pérdida de las últimas posesiones del que fue el mayor imperio colonial. Nos derrotaron, pero ni entonces ni después, han borrado nuestras huellas en su territorio. Por el contrario  las han compartido, conservándolas, dignificándolas e incorporándolas a su propia historia.
Al escribir estas líneas, salta la noticia de que la alcaldesa de la villa y corte no estará presente en las celebraciones que Sus Majestades presidirán en la capital del reino el día de nuestra fiesta nacional. He de abstenerme de entrar en un terreno que no es el mío, pero no sin antes dejar patente que ese día una Bandera de España ondeará en la ventana principal de mi modesta vivienda, me echaré a la calle para disfrutar y compartir – a pie y sin dinero, como un soldado de infantería –  con los madrileños los actos organizados a tal fin. Y que brindaré con los míos y con todo el que se quiera unir a mí al compás de aquellos ripios pronunciados por Diego López de Acuña, un simple soldado de los Tercios Españoles en Flandes:

¡Por España! Y el que quiera

defenderla, honrado muera.

Y el traidor que la abandone

no tenga quien le perdone,

ni en tierra santa cobijo,

ni una cruz en sus despojos,

ni la mano de un buen hijo

para cerrarle los ojos.

 

Adolfo Coloma
General de Brigada (R) del Ejército