Pintadas, esteladas, muñecas hinchables, huevazos y vandalismo sin reparos en la estatua ecuestre del dictador.
Nunca había estado tan concurrida la explanada del Mercado del Borne, antiguo recinto de compraventa de verduras y hortalizas reconvertido en el Valle de los Caídos del catalanismo. Unos supuestos restos de la Barcelona de 1714 fueron la excusa para transmutar lo que en principio tenía que ser una biblioteca en la zona cero de la caída de la ciudad en la Guerra de Sucesión, un ámbito sagrado para los independentistas.
Así, la estatua ecuestre de Franco a la que le falta la cabeza colocada frente al Borne en el marco de una exposición sobre la "impunidad" en el espacio público se ha trocado en una atracción para practicar el vandalismo sin consecuencias y a plena luz del día. El aspecto de la escultura se deteriora día a día. Ya no se trata de que le hayan puesto una estelada, una muñeca hinchable o la cabeza de un cerdo con un gorro cuartelero. El caballo "luce" las más diversas pintadas, todas de signo separatista, la placa explicativa ha sido parcialmente quemada y en el momento más inesperado, tres jóvenes se lían a huevazos con el jinete decapitado salpicando a quienes hacen fotografías o selfies en la "instalación". Un grupo de jubilados les llama la atención en voz baja. Los chicos se van a paso tranquilo, ante la mirada distante de un guardia jurado colocado a las puertas del centro y que poco puede hacer. No hay cámaras de vigilancia, aunque los muchachos han tomado la precaución de cubrirse con capuchas, al estilo "kale borroka".
La opinión generalizada es que de seguir así, con "acciones" constantes contra el jinete y su montura, no llegará hasta el 8 de enero, fecha en la que concluye la exposición. De hecho, hay quien dentro de su propio equipo ha recomendado a la alcaldesa que la retire, pero Colau no da su brazo a torcer. El montaje está siendo un éxito y desde la inauguración del Borne como "centro cultural" no había estado tan concurrida la zona, en la que destaca el mástil de 17 metros y 14 centímetros coronado por una senyera.
A pesar de la frecuencia e impunidad de los actos de vandalismo, la imagen de la Victoria que durante años presidió el cruce entre el paseo de Gracia y la Diagonal permanece intacta. Está a pocos metros de la imagen de Franco, pero junto a la puerta de entrada al mercado, donde hace guardia el agente de seguridad privada. Los valientes que atacan al "generalisimo", los luchadores antifranquistas de última hora y los autodenominados antifascistas o no se atreven o no comprenden el significado de esa mujer con el brazo derecho en alto y un ramo de laurel en la mano.
Una vez dentro del recinto, la exposición ocupa una pequeña sala con paneles informativos y material gráfico sin ningún valor. En la entrada, un texto denuncia que tanto la estatua de Franco como la de la Victoria estuvieron durante años, ya en democracia, en la calle, lo que supone "un ejercicio de tolerancia con el franquismo, dotado, aún hoy, de impunidad". En la salida, una tétrica cabeza de cera de Franco despide a los visitantes. En la calle se agolpan los curiosos y los furiosos.
Así, la estatua ecuestre de Franco a la que le falta la cabeza colocada frente al Borne en el marco de una exposición sobre la "impunidad" en el espacio público se ha trocado en una atracción para practicar el vandalismo sin consecuencias y a plena luz del día. El aspecto de la escultura se deteriora día a día. Ya no se trata de que le hayan puesto una estelada, una muñeca hinchable o la cabeza de un cerdo con un gorro cuartelero. El caballo "luce" las más diversas pintadas, todas de signo separatista, la placa explicativa ha sido parcialmente quemada y en el momento más inesperado, tres jóvenes se lían a huevazos con el jinete decapitado salpicando a quienes hacen fotografías o selfies en la "instalación". Un grupo de jubilados les llama la atención en voz baja. Los chicos se van a paso tranquilo, ante la mirada distante de un guardia jurado colocado a las puertas del centro y que poco puede hacer. No hay cámaras de vigilancia, aunque los muchachos han tomado la precaución de cubrirse con capuchas, al estilo "kale borroka".
Una cabeza de yeso
La atracción de este miércoles es un yeso que representa la cabeza de Franco tirada en el suelo. Resaltan sobre el blanco del material los labios pintados con carmín. En principio no forma parte del montaje, pero los curiosos la retratan. Una cinta separa a Franco y su caballo de los vándalos que no consideran que la estatua forme parte de una exposición sino que se trata de una provocación de Ada Colau.La opinión generalizada es que de seguir así, con "acciones" constantes contra el jinete y su montura, no llegará hasta el 8 de enero, fecha en la que concluye la exposición. De hecho, hay quien dentro de su propio equipo ha recomendado a la alcaldesa que la retire, pero Colau no da su brazo a torcer. El montaje está siendo un éxito y desde la inauguración del Borne como "centro cultural" no había estado tan concurrida la zona, en la que destaca el mástil de 17 metros y 14 centímetros coronado por una senyera.
A pesar de la frecuencia e impunidad de los actos de vandalismo, la imagen de la Victoria que durante años presidió el cruce entre el paseo de Gracia y la Diagonal permanece intacta. Está a pocos metros de la imagen de Franco, pero junto a la puerta de entrada al mercado, donde hace guardia el agente de seguridad privada. Los valientes que atacan al "generalisimo", los luchadores antifranquistas de última hora y los autodenominados antifascistas o no se atreven o no comprenden el significado de esa mujer con el brazo derecho en alto y un ramo de laurel en la mano.
Una vez dentro del recinto, la exposición ocupa una pequeña sala con paneles informativos y material gráfico sin ningún valor. En la entrada, un texto denuncia que tanto la estatua de Franco como la de la Victoria estuvieron durante años, ya en democracia, en la calle, lo que supone "un ejercicio de tolerancia con el franquismo, dotado, aún hoy, de impunidad". En la salida, una tétrica cabeza de cera de Franco despide a los visitantes. En la calle se agolpan los curiosos y los furiosos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario