12 de octubre. ¿Son los españoles menos patriotas?
España celebra su Fiesta Nacional este 12 de octubre con el tradicional desfile de las Fuerzas Armadas en Madrid presidido por el rey. Sin embargo, distintas voces lamentan que este día sea un festivo más, que transcurra entre la indiferencia y que no tenga una faceta más popular en la que los ciudadanos puedan expresar su sentimiento de españolidad. Algo que a su vez suscita una pregunta: ¿Son los españoles menos patriotas que antes?
Patria y patriota son algunos de los conceptos más discutidos y polémicos en los dos últimos siglos de la Historia de España. Mucho se ha hablado de ellos en los que van desde el “Españoles, ya tenéis patria” que lanzó Agustín de Argüelles en 1812 al presentar al pueblo de Cádiz la primera constitución española hasta el discurso de Pablo Iglesias en la Puerta del Sol en enero de 2014: “Hoy decimos patria con orgullo y decimos que la patria no es un pin en la solapa, no es una pulsera [...] Nuestra patria no es una marca, nuestra patria es la gente”.
El diccionario de la Real Academia define el patriotismo como “amor a la patria” y “sentimiento y conducta propios del patriota”; al patriota, como “persona que tiene amor a su patria y procura todo su bien”; y a la patria, como “tierra natal o adoptiva ordenada como nación, a la que se siente ligado el ser humano por vínculos jurídicos, históricos y afectivos”.
Las definiciones y citas menos académicas y más literarias son mucho más dispares. Desde el tradicional “el patriotismo es el último refugio de los canallas” del pensador inglés del siglo XVIII Samuel Johnson; la definición de Bernard Shaw de “patriotismo es tu convencimiento de que este país es superior a los demás porque tú naciste en él”; hasta el más positivo del poeta británico Richard Aldington: “El patriotismo es el sentido generoso de la responsabilidad colectiva”.
Por su parte, El Mundo difundió en 2014 unos datos del Instituto Español de Estudios Estratégicos -dependiente del Ministerio de Defensa- que indicaba una tendencia a la baja en este sentimiento. Aunque en 2013 aún más del 75% de los ciudadanos se declaraban “muy orgulloso” o “bastante orgulloso” de ser español, los que optaban por el “poco” o “nada orgulloso” eran ya el 21%, mientras que en 2005 los muy o bastante orgullosos de ser españoles sumaban el 85%, y los poco o nada eran sólo el 12%.
A todos estos datos cabe añadir uno más. Estudios demoscópicos de los últimos años indican que quienes responden “sí” de forma decidida a participar en la defensa de España frente a una agresión exterior son sólo entre un 16% y un 21%.
Rafael Dávila es general de División en la reserva: entre otros destinos, estuvo al frente de Brigada de Infantería Ligera Rey Alfonso XIII de la Legión, mandó la Guardia Real y fue ayudante de campo del rey Juan Carlos I. Actualmente mantiene un blog de mucho éxito en el que él mismo y otros militares expresan su opinión sobre asuntos de actualidad general o sobre las Fuerzas Armadas, y donde las reflexiones sobre el sentimiento patriótico de los españoles son frecuentes.
En primer ligar, Dávila recuerda que “el acto central del 12 de octubre Día de la Fiesta Nacional de España es el desfile que presidirán SSMM. los Reyes con una posterior recepción. Eso está muy bien ya que las Fuerzas Armadas son la representación de la Nación en nombre de los poderes del Estado, pero a mi juicio es insuficiente”.
Este general en la reserva considera que “la Fiesta Nacional de España debe vertebrarse de manera que sea vivida y sentida por todos los españoles, algo que ahora no ocurre. No son solo las Instituciones del Estado las que deben protagonizar este día. Universidades, colegios, centros de formación, museos, embajadas, Reales Academias, ayuntamientos, etc. Una fiesta hoy demasiado fría, oficial y oficialista que incluso a alguno aburre. Esto requiere voluntad política, pero tengo la impresión que no la hay en ninguno de los actuales partidos políticos con representación parlamentaria. Así es imposible crear un sentimiento de patriotismo, de amor a tu patria España”.
“¿Se explica y se enseña a amar a España en los colegios?, ¿o es todo lo contrario? ¿Somos simplemente operarios de una factoría que firma como ‘marca España’? Si a eso le añadimos el bochornoso espectáculo consentido que presenciamos en Cataluña, donde ni se cumple la ley ni se hace cumplir, es fácil entender que haya frustración y desencanto. Con todo y contra todo”, lamenta el general Dávila.
“No hace mucho tiempo saltó la alarma cuando el Ministerio de Defensa publicó los datos de una encuesta que había encargado al CIS. Se interpretaron como un hundimiento del patriotismo en España. El mismo ministerio aludía a la idea de que triunfaba la doble identidad, algo falso, inventado, financiado, y que durará lo que el interés partidista quiera que dure”, critica Dávila.
Él afirma que “la encuesta, que ha servido hasta ahora como barómetro del patriotismo español, está, en mi humilde criterio, mal planteada y por tanto los resultados no reflejan el patriotismo del pueblo español. Las preguntas que se plantean son extemporáneas. La defensa de España, arriesgar la vida en defensa de España, riesgos y amenazas, presupuestos de defensa, sentimiento de ser español..., algunos lugares comunes que dan como resultado lo que todos conocemos”.
Por ello lanza la idea de que “el patriotismo debe medirse de otra manera y esta puede ser preguntando algo más sencillo, pero a la vez más transcendente: -- ¿Es usted partidario de la unidad de España? -- ¿Es usted partidario de la igualdad de todos los españoles? -- ¿Es usted partidario de que se cumpla le ley y se exija su cumplimiento?”.
Su conclusión es que “puede ser que nos llevásemos una sorpresa. Hoy por hoy esas preguntas son el mejor barómetro, el único planteamiento serio, riguroso y auténtico del patriotismo. El resto viene por añadidura. Porque lo que está en riesgo no es el patriotismo sino la propia España a la que unos cuantos quieren romper y otros no se lo impiden”.
Paredes explica ese “patrioterismo” como el propio de quienes “sólo ponen la bandera cuando gana la Selección Española de Fútbol”. Tampoco se muestra de acuerdo con lo que llama el “patriotismo administrativo”, que se sustenta en que todos los españoles compartan unas mismas leyes, unos mismos derechos bajo la misma Constitución: “En el siglo XVI había muchísimas leyes distintas dentro de los territorios de España, y todos se sentían miembros de la misma comunidad política”.
Considera que a todos estos patriotismos son “muy débiles” porque les falta la identidad, “lo que en el siglo XIX se llamaba la constitución interna”: y para él esa identidad, el principal valor histórico de España, lo da el cristianismo.
“Que no es que todo el mundo tenga que ir a misa”, precisa este historiador, que explica que su idea de patriotismo que se ha perdido entre los españoles se fundamenta en que se asuma la importancia que tuvo el cristianismo en la conformación de España y en la colonización de América que también se recuerda este 12 de octubre, y en el concepto de persona que fundó la civilización española.
Este olvido de las raíces cristianas -del que acusa sobre todo a quienes se consideran católicos- provoca, según Paredes, también una falta de consistencia en la idea de Hispanidad que se celebra este día. El ideal de “caballero cristiano” que teorizó Enrique García Morente en ‘La idea de la Hispanidad’ y que servía para unir a todas las naciones hispanoamericanas.
Frente a esta pérdida del sustento patriótico, Javier Paredes considera que hace falta una “renovación cultural y espiritual de España” ya que “el patrioterismo de las banderas dura mientras se gana. Y como la Selección de fútbol ya no gana, pues no queda ni ese patrioterismo”.
“El deterioro de nuestra conciencia nacional y la corrosión de nuestro sentido histórico empezaron como efectos secundarios indeseables y perfectamente evitables de aquel espléndido periodo de acuerdo entre adversarios que fue la Transición”, reflexiona García de Cortázar, que destaca la influencia que tuvo y tiene el franquismo en este proceso: “Nos atemorizaba tanto la inflamación escenográfica del patriotismo; sentíamos tanta y tan justa repugnancia por la mitología tribal del nacionalismo, que pecamos de un exceso de discreción y de una prudencia mal entendida. Creímos que bastaría con aquel encuentro jubiloso de compatriotas al final de la dictadura, y que sobre aquella ilusión esperanzada podríamos levantar una serena y perdurable conciencia de españolidad”.
Este historiador y escritor destaca el hecho de que “durante estos años se le negó a España su nombre, vejándola con el ridículo apelativo de Estado español, se perdieron símbolos identificadores, se desmanteló una Historia común, que pasó a debilitarse cuando los adolescentes españoles fueron educados como si su verdadera nación fuera su comunidad autónoma.
De ahí que su propuesta para revitalizar el patriotismo entre los españoles pase por las escuelas: “La conciencia nacional debe ser objeto de la educación, debe ser cultivada como lo es la piedad en la infancia. En los años de aprendizaje de los adolescentes y los jóvenes hay que transmitirles el sentido de España, su realidad histórica pero también el sentimiento de pertenecer a una nación importante sin cuya aportación el mundo sería distinto. El patriotismo es un parentesco que debe basarse en un pasado común, como lo saben todos los planes de estudio que han construido naciones con su aprendizaje de la historia”.
En una línea similar a la expresada por Javier Paredes, Fernando García de Cortázar resalta que “la nación solamente puede existir asumiendo aquellos valores que la han dotado de signos de identificación precisos. Valores compartidos con los que se ha construido Occidente, basados en la herencia del mundo clásico, del cristianismo y de la Ilustración”.
Frente al desafío independentista en Cataluña que amenaza la integridad de España, este historiador lamenta que “aludir a la ley cuando otros apelan a lo más profundo de la maduración histórica de una nación ha sido una forma penosa de ofrecer a los impugnadores de España la mayor coartada para sus delirios”. “España no se defiende mencionando tal o cual artículo de la Constitución”, asegura García de Cortázar, “eso sirve para canalizar situaciones de conflicto, no para establecer el origen mismo de nuestra existencia nacional”.
Todos estos aspectos del patriotismo, cree Fernando García de Cortázar, habría que explicarlos “sin grandilocuencia, sin aspavientos” y utilizado también “las fiestas nacionales, las conmemoraciones históricas en las que con un sereno civismo celebramos las realizaciones de nuestra patria”.
En general, el historiador afirma que “la construcción de una nueva conciencia nacional debe aprender de una trayectoria política, cultural e institucional que nos ha llevado al estado de indefensión actual en que una nación ni siquiera considera que lo sea”.
A ello suma otro pilar de este patriotismo: “Muchos intelectuales españoles supieron ver hace un siglo que no bastaba con las reformas sociales y la afirmación de la democracia, había que crear algo más y era el patriotismo cultural que cohesiona a los ciudadanos al fundamentarse en la emoción, en la grandeza de un patrimonio del que pudieran sentirse orgullosos”.
“No se han cantado las baladas de la nación como hicieron los intelectuales de comienzos del siglo XX cuando se preguntaban por España”, lamenta Fernando García de Cortázar, que añade que “la fuerza de la realidad de España también se encuentra en la brillantez de sus pintores, sus literatos, sus creadores. Nos ha faltado ser conscientes de ello y hay que cultivarlo y para ello necesitaríamos de los intelectuales que cantaran las baladas de España. Tristemente hoy nos faltan”.
El diccionario de la Real Academia define el patriotismo como “amor a la patria” y “sentimiento y conducta propios del patriota”; al patriota, como “persona que tiene amor a su patria y procura todo su bien”; y a la patria, como “tierra natal o adoptiva ordenada como nación, a la que se siente ligado el ser humano por vínculos jurídicos, históricos y afectivos”.
Las definiciones y citas menos académicas y más literarias son mucho más dispares. Desde el tradicional “el patriotismo es el último refugio de los canallas” del pensador inglés del siglo XVIII Samuel Johnson; la definición de Bernard Shaw de “patriotismo es tu convencimiento de que este país es superior a los demás porque tú naciste en él”; hasta el más positivo del poeta británico Richard Aldington: “El patriotismo es el sentido generoso de la responsabilidad colectiva”.
Orgullosos de España, poco dispuestos a defenderla
Una encuesta que publicó La Razón hace un año mostraba que el 75% de los ciudadanos se sentía orgullosos de ser españoles, frente a un 19% que contestaron que no. Además, el 61,4% creía que debería haber más patriotismo entre los españoles.Por su parte, El Mundo difundió en 2014 unos datos del Instituto Español de Estudios Estratégicos -dependiente del Ministerio de Defensa- que indicaba una tendencia a la baja en este sentimiento. Aunque en 2013 aún más del 75% de los ciudadanos se declaraban “muy orgulloso” o “bastante orgulloso” de ser español, los que optaban por el “poco” o “nada orgulloso” eran ya el 21%, mientras que en 2005 los muy o bastante orgullosos de ser españoles sumaban el 85%, y los poco o nada eran sólo el 12%.
A todos estos datos cabe añadir uno más. Estudios demoscópicos de los últimos años indican que quienes responden “sí” de forma decidida a participar en la defensa de España frente a una agresión exterior son sólo entre un 16% y un 21%.
El 12 de octubre, una fiesta “demasiado fría”
El Confidencial Digital ha contactado con varias personalidades para tratar de ahondar en la cuestión de si los españoles son menos patriotas que antes; si el sentimiento de orgullo de ser español y su expresión pública, que debería crecer en torno al 12 de octubre con motivo del día de la Fiesta Nacional, está decayendo entre los ciudadanos.Rafael Dávila es general de División en la reserva: entre otros destinos, estuvo al frente de Brigada de Infantería Ligera Rey Alfonso XIII de la Legión, mandó la Guardia Real y fue ayudante de campo del rey Juan Carlos I. Actualmente mantiene un blog de mucho éxito en el que él mismo y otros militares expresan su opinión sobre asuntos de actualidad general o sobre las Fuerzas Armadas, y donde las reflexiones sobre el sentimiento patriótico de los españoles son frecuentes.
En primer ligar, Dávila recuerda que “el acto central del 12 de octubre Día de la Fiesta Nacional de España es el desfile que presidirán SSMM. los Reyes con una posterior recepción. Eso está muy bien ya que las Fuerzas Armadas son la representación de la Nación en nombre de los poderes del Estado, pero a mi juicio es insuficiente”.
Este general en la reserva considera que “la Fiesta Nacional de España debe vertebrarse de manera que sea vivida y sentida por todos los españoles, algo que ahora no ocurre. No son solo las Instituciones del Estado las que deben protagonizar este día. Universidades, colegios, centros de formación, museos, embajadas, Reales Academias, ayuntamientos, etc. Una fiesta hoy demasiado fría, oficial y oficialista que incluso a alguno aburre. Esto requiere voluntad política, pero tengo la impresión que no la hay en ninguno de los actuales partidos políticos con representación parlamentaria. Así es imposible crear un sentimiento de patriotismo, de amor a tu patria España”.
“¿Se explica y se enseña a amar a España en los colegios?, ¿o es todo lo contrario? ¿Somos simplemente operarios de una factoría que firma como ‘marca España’? Si a eso le añadimos el bochornoso espectáculo consentido que presenciamos en Cataluña, donde ni se cumple la ley ni se hace cumplir, es fácil entender que haya frustración y desencanto. Con todo y contra todo”, lamenta el general Dávila.
“Fuerte sentimiento patriótico” pese a las dificultades
Aún así, este alto mando militar en la reserva apostilla: “Siempre he creído en el fuerte sentimiento patriótico de los españoles a pesar de que cada día se lo ponen más difícil”.“No hace mucho tiempo saltó la alarma cuando el Ministerio de Defensa publicó los datos de una encuesta que había encargado al CIS. Se interpretaron como un hundimiento del patriotismo en España. El mismo ministerio aludía a la idea de que triunfaba la doble identidad, algo falso, inventado, financiado, y que durará lo que el interés partidista quiera que dure”, critica Dávila.
Él afirma que “la encuesta, que ha servido hasta ahora como barómetro del patriotismo español, está, en mi humilde criterio, mal planteada y por tanto los resultados no reflejan el patriotismo del pueblo español. Las preguntas que se plantean son extemporáneas. La defensa de España, arriesgar la vida en defensa de España, riesgos y amenazas, presupuestos de defensa, sentimiento de ser español..., algunos lugares comunes que dan como resultado lo que todos conocemos”.
Por ello lanza la idea de que “el patriotismo debe medirse de otra manera y esta puede ser preguntando algo más sencillo, pero a la vez más transcendente: -- ¿Es usted partidario de la unidad de España? -- ¿Es usted partidario de la igualdad de todos los españoles? -- ¿Es usted partidario de que se cumpla le ley y se exija su cumplimiento?”.
Su conclusión es que “puede ser que nos llevásemos una sorpresa. Hoy por hoy esas preguntas son el mejor barómetro, el único planteamiento serio, riguroso y auténtico del patriotismo. El resto viene por añadidura. Porque lo que está en riesgo no es el patriotismo sino la propia España a la que unos cuantos quieren romper y otros no se lo impiden”.
“Patrioterismo” sin la herencia cristiana
“Se está sustituyendo el patriotismo por el patrioterismo”: así lo asegura Javier Paredes, catedrático de Historia Contemporánea de la Universidad de Alcalá de Henares con varios libros sobre los siglos XIX y XX de España, y director del programa “Marcando el Norte” de la web católica Eukmamie.Paredes explica ese “patrioterismo” como el propio de quienes “sólo ponen la bandera cuando gana la Selección Española de Fútbol”. Tampoco se muestra de acuerdo con lo que llama el “patriotismo administrativo”, que se sustenta en que todos los españoles compartan unas mismas leyes, unos mismos derechos bajo la misma Constitución: “En el siglo XVI había muchísimas leyes distintas dentro de los territorios de España, y todos se sentían miembros de la misma comunidad política”.
Considera que a todos estos patriotismos son “muy débiles” porque les falta la identidad, “lo que en el siglo XIX se llamaba la constitución interna”: y para él esa identidad, el principal valor histórico de España, lo da el cristianismo.
“Que no es que todo el mundo tenga que ir a misa”, precisa este historiador, que explica que su idea de patriotismo que se ha perdido entre los españoles se fundamenta en que se asuma la importancia que tuvo el cristianismo en la conformación de España y en la colonización de América que también se recuerda este 12 de octubre, y en el concepto de persona que fundó la civilización española.
Este olvido de las raíces cristianas -del que acusa sobre todo a quienes se consideran católicos- provoca, según Paredes, también una falta de consistencia en la idea de Hispanidad que se celebra este día. El ideal de “caballero cristiano” que teorizó Enrique García Morente en ‘La idea de la Hispanidad’ y que servía para unir a todas las naciones hispanoamericanas.
Frente a esta pérdida del sustento patriótico, Javier Paredes considera que hace falta una “renovación cultural y espiritual de España” ya que “el patrioterismo de las banderas dura mientras se gana. Y como la Selección de fútbol ya no gana, pues no queda ni ese patrioterismo”.
Transmitir el sentido de España en los colegios
Fernando García de Cortázar, académico de la Historia y catedrático de Historia Contemporánea en Deusto, lleva años dedicado a la divulgación de la Historia de España. Acaba de publicar ‘Alguien heló tus labios’, una novela sobre el sentimiento histórico de España, y actualmente publica en ABC artículos bajo el cintillo “En busca de una idea de España”.“El deterioro de nuestra conciencia nacional y la corrosión de nuestro sentido histórico empezaron como efectos secundarios indeseables y perfectamente evitables de aquel espléndido periodo de acuerdo entre adversarios que fue la Transición”, reflexiona García de Cortázar, que destaca la influencia que tuvo y tiene el franquismo en este proceso: “Nos atemorizaba tanto la inflamación escenográfica del patriotismo; sentíamos tanta y tan justa repugnancia por la mitología tribal del nacionalismo, que pecamos de un exceso de discreción y de una prudencia mal entendida. Creímos que bastaría con aquel encuentro jubiloso de compatriotas al final de la dictadura, y que sobre aquella ilusión esperanzada podríamos levantar una serena y perdurable conciencia de españolidad”.
Este historiador y escritor destaca el hecho de que “durante estos años se le negó a España su nombre, vejándola con el ridículo apelativo de Estado español, se perdieron símbolos identificadores, se desmanteló una Historia común, que pasó a debilitarse cuando los adolescentes españoles fueron educados como si su verdadera nación fuera su comunidad autónoma.
De ahí que su propuesta para revitalizar el patriotismo entre los españoles pase por las escuelas: “La conciencia nacional debe ser objeto de la educación, debe ser cultivada como lo es la piedad en la infancia. En los años de aprendizaje de los adolescentes y los jóvenes hay que transmitirles el sentido de España, su realidad histórica pero también el sentimiento de pertenecer a una nación importante sin cuya aportación el mundo sería distinto. El patriotismo es un parentesco que debe basarse en un pasado común, como lo saben todos los planes de estudio que han construido naciones con su aprendizaje de la historia”.
En una línea similar a la expresada por Javier Paredes, Fernando García de Cortázar resalta que “la nación solamente puede existir asumiendo aquellos valores que la han dotado de signos de identificación precisos. Valores compartidos con los que se ha construido Occidente, basados en la herencia del mundo clásico, del cristianismo y de la Ilustración”.
Frente al desafío independentista en Cataluña que amenaza la integridad de España, este historiador lamenta que “aludir a la ley cuando otros apelan a lo más profundo de la maduración histórica de una nación ha sido una forma penosa de ofrecer a los impugnadores de España la mayor coartada para sus delirios”. “España no se defiende mencionando tal o cual artículo de la Constitución”, asegura García de Cortázar, “eso sirve para canalizar situaciones de conflicto, no para establecer el origen mismo de nuestra existencia nacional”.
“No se han cantado las baladas de la nación”
Este catedrático de Historia en la Universidad de Deusto señala otro aspecto del patriotismo que se suele destacar poco. “La defensa de la unidad española no debe distanciarse de la cohesión de los españoles. No existe nación donde no hay libertad, decían los liberales del siglo XIX. No hay nación donde no existe justicia, proclamó el pensamiento del siglo XX. La unidad de España no es solo la territorial, sino la que se define por la dignidad de sus ciudadanos, evitando las situaciones de diversidad radical de recursos económicos”.Todos estos aspectos del patriotismo, cree Fernando García de Cortázar, habría que explicarlos “sin grandilocuencia, sin aspavientos” y utilizado también “las fiestas nacionales, las conmemoraciones históricas en las que con un sereno civismo celebramos las realizaciones de nuestra patria”.
En general, el historiador afirma que “la construcción de una nueva conciencia nacional debe aprender de una trayectoria política, cultural e institucional que nos ha llevado al estado de indefensión actual en que una nación ni siquiera considera que lo sea”.
A ello suma otro pilar de este patriotismo: “Muchos intelectuales españoles supieron ver hace un siglo que no bastaba con las reformas sociales y la afirmación de la democracia, había que crear algo más y era el patriotismo cultural que cohesiona a los ciudadanos al fundamentarse en la emoción, en la grandeza de un patrimonio del que pudieran sentirse orgullosos”.
“No se han cantado las baladas de la nación como hicieron los intelectuales de comienzos del siglo XX cuando se preguntaban por España”, lamenta Fernando García de Cortázar, que añade que “la fuerza de la realidad de España también se encuentra en la brillantez de sus pintores, sus literatos, sus creadores. Nos ha faltado ser conscientes de ello y hay que cultivarlo y para ello necesitaríamos de los intelectuales que cantaran las baladas de España. Tristemente hoy nos faltan”.
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