domingo, 25 de septiembre de 2016

LEGIONARIOS ,CONTRA CARMENA Y WYOMING

 

Los organizadores del acto recordaron que la calle se le concedió en 1927: "No hay reconciliación, sino provocación".


Legionarios concentrados este sábado en la Plaza Mayor | EFE
Centenares de personas se han concentrado este sábado en la Plaza Mayor de Madrid, a las doce del mediodía –aunque hubo jarana previa con banda-, contra la retirada del nombre de la calle dedicada al fundador del Tercio de Extranjeros, Millán-Astray, y, si bien –más de un medio hará hincapié en esto, ya se sabe- se escucharon vivas a Franco o al "alzamiento del 36", o se vio alguna que otra bandera con el águila, amén de varios representantes de partidos de extrema derecha, conviene subrayar que esta gente/iconografía sólo conformaban una minoría.
Abundaban –es evidente- los antiguos legionarios, curtidos, bravos y de mala leche porque la alcaldesa de Madrid, Manuela Carmena, les quita, por eso de la Ley de Memoria Histórica, la calle dedicada al "padre" del cuerpo. Junto a estos, se congregaban los simpatizantes a secas: padres con sus niños pequeños, parejas de adolescentes, y así. En cuanto a banderas, dominaban las que tenían el emblema de la Legión y las constitucionales. ¿Los vivas que más sonaron? A Millán-Astray, claro, a España y al Rey.
El acto arrancó con la entrega de un ramo de flores a Peregrina Millán-Astray, hija del militar gallego, y con el izado de la bandera nacional, manteniendo "el debido respeto". El primero en tomar la palabra fue el caballero legionario Emilio Domínguez, quien recordó que al fundador de la Legión se le brindó la calle en 1927 y destacó el "sustento social" que Millán-Astray aportó "en la cruda posguerra". "No hay reconciliación –añadió-, sino provocación, y la mayor provocación es el nombre sustitutivo: Avenida de la Inteligencia". "Una puta vergüenza", gritaba al poco un manifestante.
Después, el secretario de la Hermandad Nacional de los Antiguos Caballeros Legionarios, Guillermo Rocafort, inició su intervención avisando: "No vamos a permitir que le vilipendien ni que le insulten. ¡Él es nuestro padre!". Pidió que cesara el "odio" entre españoles y cargó contra las "élites que nos quieren dividir para controlarnos mejor". Atizó a Carmena porque, según contó, el día de san Isidro, "expulsó a unos padres indigentes sin techo". "Millán-Astray se los hubiera llevado a su casa y les hubiera dado de comer. Pero uno vivía en su piso de alquiler, y la otra, en un chalé en uno de los barrios más exclusivos de Madrid", agregó. "Iniciaron una guerra y la perdieron", gritó un manifestante. "¡Que se jodan!", respondía otro.

"Wyoming, lávate la boca con lejía"

Rocafort también criticó la actitud mostrada por el arzobispo de Madrid, Carlos Osoro, ante la Ley de Memoria Histórica: "Colabora con aquellos que quemaban las iglesias y fomentan el odio entre los españoles". Además, se acordó del Gran Wyoming, quien, esta semana, se burló del fundador de Radio Nacional de España en El Intermedio: "Cuando hables de Millán-Astray, lávate la boca con lejía, y, después, regala a los pobres esos pisos que acaparas".
Tras Rocafort, intervino el general Ruiz de la Vega, quien lamentó los actuales "tiempos de odio y sinrazón" y resaltó los valores "Dios, patria y familia". Acto seguido, el teniente coronel José Pérez Recena contó la versión legionaria de lo ocurrido entre Millán-Astray y Unamuno y criticó a "esos presuntos modernos progresistas" que "defienden el derribo de la Historia de España". "Por este camino, van a superar a alguien que va en paralelo: el Estado Islámico. Con ellos, no existirían ni las pirámides de Egipto", añadió.
Recena también tuvo palabras para la directora de la Comisión de Memoria Histórica, Paca Sauquillo: "No ha juzgado a la persona; ha juzgado lo que le ha dado la gana, porque no le gusta y punto". Dirigiéndose a Carmena, dijo: "Estás cargada de resentimiento y de mala leche". Finalmente, un sacerdote bendijo el acto, la Banda de Guerra de la Hermandad de Barcelona tocó "El novio de la muerte" y se recitó el "Credo Legionario". No eran pocos los que, con la emoción más pura, lloraban.

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