Las máximas condecoraciones con las que tradicionalmente se premiaba el valor frente al enemigo de los militares de cualquier rango son la cruz laureada de San Fernando, que premia el valor heroico, y la Medalla Militar, que lo hace al valor muy distinguido. En el año 2007 murió el General Adolfo Esteban Ascensión que era el último militar vivo condecorado a título individual con la Cruz Laureada de San Fernando. Unos años antes habían sido incorporados a la Real y Militar Orden de San Fernando a los condecorados con la Medalla Militar al objeto de revitalizar la Orden para evitar que se extinguiese. A pesar de ello, quedan en la actualidad apenas 8 militares condecorados con la Medalla Militar Individual.
El nuevo reglamento de la Orden de San Fernando contempla no solo la posibilidad de ser merecedor de ambas condecoraciones en campaña o frente al enemigo, sino que manteniendo consideración de “heroico” el valor extraordinario en las acciones excepcionales que, con relevante esfuerzo y riesgo inminente de la vida propia, se realicen al servicio de la patria, de la paz o de la seguridad de la comunidad internacional; y de valor “muy distinguido” el que sobresale muy significativamente del valor exigible a cualquier militar en el desarrollo de operaciones armadas. En cualquier caso, para su concesión se requiere el reconocimiento de las operaciones en las que participan los militares como “operaciones armadas”.
No se trata pues de fomentar arbitrariamente la concesión gratuita de condecoraciones por mor de mantener viva la Orden, sino de reconocer ciertos méritos – singularmente el valor – porque es propio y casi exclusivo de la profesión, y como prescriben las Reales Ordenanzas para las FAS, Su reconocimiento público representa una satisfacción para el que lo recibe, un estímulo para la unidad de la que forma parte y un ejemplo para todos.
Adolfo Coloma
General de brigada (R) del ET
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