Un equipo del Ejército de Tierra instruye a los militares iraquíes en la frontera con el Daesh
La batalla para arrebatarMosul, la segunda urbe de Irak, a los acólitos del autodenominado Estado Islámico despunta por el horizonte. Y los esfuerzos de la coalición internacional que lidera Estados Unidos se aceleran. También para el contingente que España tiene desplegado en el país árabe desde finales de 2014. Un grupo de Boinas Verdes -las unidades de operaciones especiales del Ejército de Tierra español- se desplazaron a principios de agosto al norte de Irak y desde entonces entrenan a los batallones de las fuerzas iraquíes que participarán en la liberación de Mosul. «Es el último gran bastión del grupo terrorista Daesh [acrónimo en árabe del Estado Islámico] en Irak», reconoce a EL MUNDO el jefe de la fuerza de Operaciones Especiales de España desplegada en el país árabe, que rehúsa proporcionar su nombre por motivos de seguridad.Se trata -apunta el oficial- de «un equipo móvil de instructores de operaciones especiales» que tiene la misión de «llevar el adiestramiento e instrucción a la zona donde está desplegada la unidad que lo necesita». Emplazada en las inmediaciones de la frontera con el califato autoproclamado por la organización yihadista, a caballo de Siria e Irak, la unidad ha iniciado sin sobresaltos la tarea. «La acogida del grupo fue muy buena, como siempre ocurre con los españoles. Nuestro trabajo se realiza junto a otro equipo de operaciones especiales de un país aliado. Los resultados se han visto desde la primera semana. Mucha gente era de nuevo ingreso en las Fuerzas Armadas Iraquíes, por lo que no tenían defectos que corregir, como suele suceder con unidades que ya han entrado en combate. Son como esponjas absorbiendo conocimientos», subraya el militar. El equipo español instruye a grupos de 300 soldados. «Al final», detalla, «se prevé haber formado a unos 1.000 combatientes. La misión es darles la instrucción necesaria para llevar a cabo las operaciones de la ofensiva sobre Mosul, que serían participar en el cerco y tomar varios objetivos».
El adiestramiento está adaptado a una batalla larga y compleja que tendrá como escenario un callejero que, antes de la llegada de los yihadistas, habitaban dos millones y medio de almas. «Los programas de entrenamiento son sencillos. Se basan fundamentalmente en proporcionarles conocimientos básicos sobre tiro con armas individuales y de apoyo y movimiento táctico de pequeñas unidades, centrándolo en el combate en zonas urbanas, donde con más probabilidad serán empleadas», esboza el oficial, que no considera el idioma una gran barrera. «En general no suele haber problemas, excepto cuando se imparten conocimientos más especializados en los que el nivel cultural es la gran traba. Por ejemplo, resulta muy difícil enseñar a poner una frecuencia determinada en una radio a alguien que no sabe leer, y máxime cuando todo el menú está escrito con caracteres romanos». El emplazamiento es, a juicio, el principal escollo de este destacamento. «Están más alejados de las bases propias y por tanto de los apoyos. Carecen de las infraestructuras que existen en las academias de Bagdad y las condiciones de vida del personal son más espartanas que en la capital iraquí».
Una sobria existencia que tiene una exigente rutina. «Suelen desplazarse a diario hasta la zona de instrucción en vehículos durante un buen trecho. Allí pasan la mañana, cerca de ocho horas, con temperaturas medias superiores a los 45 grados impartiendo las clases y atendiendo a su seguridad, para volver durante otro largo trecho al campamento donde están ubicados actualmente.
Es previsible que en un futuro próximo se desplacen a otra pequeña base más cercana al campamento de instrucción, pero de condiciones mucho más austeras», avanza el jefe de las Operaciones Especiales españolas en territorio iraquí.
Los Boinas Verdes que forman a las tropas iraquíes están curtidos en misiones anteriores en Mali, Mauritania, Somalia o Afganistán y se coordinan a diario con el resto de países miembros de la coalición internacional para derrotar al IS (Estado Islámico, por sus siglas en inglés). «La preparación es la genérica de cualquier soldado de operaciones especiales. La cualidad principal de estos soldados son los procesos de selección por los que pasan para poder llegar finalmente a formar parte de una unidad de este tipo. Aún así, su formación se termina de completar en la unidad a lo largo de otro año. Para venir a esta misión, se realiza un periodo específico de preparación para conocer sobre todo la idiosincrasia y características culturales de este país y sus diferentes culturas, e incluso se aprenden algunas palabras en árabe para facilitar la comunicación y ganarse la confianza y el respeto de los iraquíes».
Un arduo cometido que planta cara, al otro lado de las trincheras, a un enemigo escurridizo. «El Daesh es un grupo terrorista que en Irak se enfrenta a las fuerzas de seguridad iraquíes de manera convencional, empleando tácticas ofensivas y defensivas, sobre todo en terreno urbano. Cuando son derrotados militarmente con el apoyo de la coalición, pasan a tácticas y técnicas terroristas, como las que han empleado en países como Francia o Bélgica y a diario en ciudades como Bagdad.
Por tanto es un enemigo que muta a su conveniencia de una táctica militar a otra terrorista y siempre sin estar sometido a ningún código moral o de empleo de la fuerza como sucede con los países occidentales e incluso con las fuerzas de seguridad iraquíes», reconoce el oficial. «Por eso a veces cuesta tanto terminar de limpiar una ciudad, ya que 20 terroristas con material y conocimiento suficiente, empleando tácticas terroristas y amedrentando a la población, pueden mantener en jaque a unidades convencionales enteras.
«En estos casos el apoyo de la población local es muy importante. De ahí que las campañas que realiza la coalición dirigidas a esa población local sean prioritarias, para que se enfrenten al Daesh y no lo encubran. En Mosul están dando sus frutos», concluye.
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