Rafael Dávila Álvarez. General de División (R.)
Nadie se da por enterado. Se está cometiendo un delito, de los gordos, y se intenta evitar de forma y manera que Gila no lo haría mejor: ¡alguien ha matado a alguien!
Es como si la policía observa la comisión de un delito y llama al juez pidiéndole que acuda rápido porque se está cometiendo un crimen. ¡Deténgale usted! ¡Haga que se cumpla la ley!
Pues no. En Cataluña no se cumple la ley, no cualquiera sino la Constitución.
Todos hablan del posible (?) delito, pero nadie pone los medios a su alcance para evitarlo.
Estamos pasando a los hechos y cuando queramos darnos cuenta no habrá marcha atrás. Entonces señalaremos en dos direcciones, acusatorias, en la de los ejecutores y en la de los que no lo evitaron.
Día a día se vive una situación que nada tiene que ver con la democracia ni tampoco con la convivencia. Saben lo que hacen, y lo hacen con intención, a sabiendas que ya han ganado la batalla del agitprop y los otros la han perdido. Los otros somos todos, aunque no todos somos tan responsables.
¡¿Qué ley permite proponer, promover, alentar su incumplimiento?! Inhabilitación. ¡Cómo si les preocupase!
Machaconamente todos dicen esto mismo a diario y en todos los diarios y telediarios, pero nadie quiere darse por enterado.
‹‹A ti te lo digo, Pedro, para que se lo digas a Juan››. ¿Funcionará?
Dile, Pedro, a Juan, que los que están obligados por juramento o promesa a hacer cumplir la ley no lo hacen.
Dile, que el posible delito está ante sus narices y que la ley les obliga a evitar que se cometa. No vaya a ser que luego sea tarde y el juez os acuse a ti, Pedro, y a Juan, de no hacer cumplir la ley.
Solo hay que guardar y hacer guardar la Constitución como norma fundamental del Estado. Es la Ley.
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