El mundo cambia a pasos agigantados y algunos de ellos se nos pueden atragantar como sucede en otras partes del planeta, donde los conflictos están a la orden del día
“Es políticamente incorrecto señalarlo”, asegura Augusto Zamora, catedrático de la Universidad Autónoma de Madrid que ha puesto en los anaqueles un libro cuyo título ya es toda una declaración de intenciones: 'Política y geopolítica para rebeldes, irreverentes y escépticos' (Foca). Una obra que ha nacido de una inquietud y de la falta de información. “Se me acumulaban los datos y nadie decía nada. Así que decidí poner todo en un libro. Y no son solo cuestiones de biblioteca porque algunas de las zonas de las que hablo en él las he pateado con la mochila a cuestas”, comenta en una charla con El Confidencial.
Las viejas reglas de la geopolítica del siglo XIX siguen más que vivas que nunca en el tablero mundial del siglo XXI: potencias continentales contra marítimas
Para Zamora, el mundo está más interrelacionado que nunca y eso se nota, aunque en España parezca que le hemos dado la espalda: “Estados Unidos ha perdido su primacía, otras potencias como Rusia, China, Irán o la India están pisando fuerte y la Unión Europea cada vez anda más perdida en toda esa pugna alineándose con los intereses estadounidenses que, por cierto, solo trabajan por ellos mismos”.
Y ahí es donde entra la geopolítica. Las viejas reglas establecidas por esta ciencia en el siglo XIX siguen vigentes en pleno siglo XXI: potencias marítimas (EEUU y Reino Unido) contra potencias continentales (Rusia y China). Una lucha en la que la gran derrotada ha sido la Unión Europea. “La intervención en Kosovo en 1999 marcó su fin. Desde entonces no hay política exterior y de seguridad común real, el Eurocuerpo se evaporó y la OTAN se ha configurado como algo europeo cuando no lo es. Por cierto, no deja de sorprender que una alianza que nació con carácter defensivo haya lanzando acciones ofensivas en Yugoslavia, Afganstán, Irak y Libia y haya estado a punto de hacerlo en Siria”, argumenta el autor.
China, la potencia del siglo XXI
En todo este panorama, la conclusión de Zamora es rotunda: China es al siglo XXI lo que el Reino Unido fue al siglo XIX y los EEUU al siglo XX en cuanto a pujanza. “Con una diferencia: es una potencia continental”, precisa. ¿En qué se traduce? En que Pekín controla el poderoso Banco Asiático de Inversión en Infraestructuras, en que algunos de sus desarrollos armamentísticos han conseguido poner en jaque a EEUU (en concreto, con su tecnología balística táctica y estratégica) y en que su red de transporte, con carácter continental, no le hace imprescindible el acceso a las rutas marítimas.China es al siglo XXI lo que fue Reino Unido en el siglo XIX y Estados Unidos en el siglo XX: una potencia en toda regla que tiene muy definidos sus objetivos
Precisamente esto tiene consecuencias en otras regiones. “La nueva ruta de la seda, con los oleoductos chinos, tenía a Siria como país de salida natural al Mediterráneo. Con ese dato tal vez se entienda la situación en la región y el surgimiento del Estado Islámico (EI).
La 'Contra' de Oriente Próximo
En su obra Zamora traza un paralelismo curioso: la aparición del EI como un paso más del eslabón que comenzó en Centroamérica en los años ochenta después de experiencias nacidas de la intervención en el Sudeste asiático: “La Contra fue financiada por EEUU, apoyada por la dictadura militar argentina y contó con una plataforma como Honduras. Con los talibán pasó lo mismo: base y entrenamiento paquistaní, financiación y armamento estadounidense y saudí. Y con el Estado Islámico, más de lo mismo, aunque aquí con Turquía en el ajo”.Réquiem por Europa
Unas siglas que suponen lo mismo que la OTAN pero en materia económica y que impedirán, según su análisis, una UE “de verdad”. “Para eso cuentan con la complicidad de la clase política y económica europea. Hoy en día las organizaciones son transnacionales y, por tanto, las fuentes del cambio también tienen que serlo. De los cuatro grandes partidos españoles, por ejemplo, tan solo Podemos ha entrado en el debate del TTIP desde un punto de vista crítico. El resto, bien por alineación bien por desinterés, no han dicho palabra alguna”.
Con todo este panorama, a Zamora no le extraña que se le apostille con que su libro podría haberse titulado 'Política y geopolítica para pesimistas'. “Al fin y al cabo, ¿no dicen que un pesimista es un optimista bien informado?”, concluye. Que cada cual saque sus conclusiones.
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