viernes, 10 de junio de 2016

Barcelona: ley y cultura

 

General de División (R)  Rafael Dávila Álvarez
Especialmente graves son las palabras del ministro del interior acerca de la violencia en las calles de Barcelona. No hay política en ellas sino preocupación. Esa es la razón por la que vuelvo a insistir y dedique una segunda parte a este tema.
El ministro ha dejado claro que ‹‹en el barrio de Gracia hay tácticas de Kale borroka de cuando ETA asesinaba››. Las declaraciones del ministro nada tienen que ver con la lucha política ni el momento electoral. Es un aviso a navegantes que lanza quien sabe lo que sucede entre bambalinas.
Llevamos tiempo caminando a lomos de la subversión. Unos la definen como guerrilla urbana, otros como kale borroca (con intención y razón), pero lo que allí ocurre es pura y dura subversión. Puede acabar mal, muy mal, y la referencia del ministro del interior ‹‹… cuando ETA asesinaba›› no parece, visto lo visto, que sean huecas palabras ni dichas en vano.
La escalada de violencia solo tiene una respuesta: la acción policial y la contundencia de la ley. Pero para ello es necesaria la voluntad política, algo que está escandalosamente ausente entre los que rigen los destinos de Barcelona. Digan lo que digan la política acaba entendiendo solo de transferencias y euros. Esa es una enfermedad crónica de quienes han arruinado a Cataluña. Secuestrada por unos políticos sin talla, que pasan de la rosa al libro marchitando la rosa y sin leer el libro, se creen herederos del mediterráneo, de una cultura de la que jamás participaron.
Si alguien amase a Cataluña, a Barcelona, y defendiese lo que realmente significa, nada de lo que está ocurriendo ocurriría.
Analicemos las palabras del ministro del interior. Ahora Barcelona no es de nadie y nadie manda ni sueña con un futuro mejor. Solo importa la independencia, la violencia, si necesario fuera para ello, y una burda incultura que jamás antes padeció Cataluña.
Que alguien con cultura ponga orden.

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