sábado, 25 de junio de 2016

Ladrones georgianos con 'amparo' legal

 

Herramientas para reventar cerraduras utilizadas por las bandas de ladrones de pisos.
Un juzgado consideró que no era necesario pinchar teléfonos a la principal banda de ladrones de pisos; otro la puso en libertad en cuanto fue arrestada
El fiscal solicitó prisión para los tres georgianos, pero se denegó la petición
Era la banda más activa de ladrones de pisos, pero vuelve a estar en la calle. Durante la Semana Santa subieron de manera alarmante los robos en domicilios y la Policía Nacional no tiene duda de que ellos eran los principales culpables, pero las pruebas no bastaron para que permanecieran entre rejas: tenían amparo legal.
Los georgianos Belkania Sergo, Gocha Kvaratskhelia y Ioseb Poletaev fueron arrestados a finales del mes pasado, después de semanas de investigación y vigilancias, como presuntos autores de gran parte de los robos de pisos en Madrid en los últimos meses.
Los tres estaban en situación irregular, dos de ellos tenían antecedentes por robos en domicilios, y estos mismos dos tenían que ir a firmar a un juzgado cada 15 días, pero después de la primera vez no volvieron: habían quebrantado la medida cautelar. Sin embargo, cuando la Policía presentó sus informes sobre ellos en el juzgado número 28 de Madrid y solicitó intervenirles los teléfonos, la petición fue denegada.
Fuentes judiciales informaron de que la petición de la Policía se consideró poco motivada, por lo que tras un mes desde que se presentó esa solicitud, se denegaron los pinchazos y además se decidió sobreseer el caso. Es decir, todo se quedó sin investigar judicialmente.
Pero las pesquisas siguieron adelante por parte policial, porque continuaron llegando denuncias de robos en domicilios de todo Madrid que podrían atribuirse a los tres georgianos. Su manera de trabajar era muy profesional: siempre iban en transporte público, para mezclarse con la gente, viajaban por separado para que no se les vinculara entre ellos y, tras atravesar media ciudad, se reunían en lugares acordados de antemano.
Utilizaban minúsculas tiras de plástico transparente, colocadas como marcadores en los quicios de las puertas donde querían robar, y esperaban un par de días para comprobar si el camino estaba despejado. Si la tira ya no estaba, es que había entrado alguien en la casa y la operación podía correr cierto riesgo.
Dos de ellos entraban en la vivienda para robar y el tercero se quedaba en el portal, vigilando, con el móvil en la mano para alertar a los otros por si llegaba la Policía o entraba gente al edificio.
En su cuidadoso trabajo previo, también visitaban portales y llamaban a los telefonillos para buscar los pisos donde no contestaba nadie. Uno de ellos hacía llamadas por teléfono a los demás para que apuntaran los que presuntamente estaban desocupados.
De remate, poseían un equipo de cerrajería totalmente profesional, con montones de herramientas para fabricar llaves, reventar cerraduras, ganzúas y palancas para abrir las puertas.
Este equipo, según lo que finalmente se encontró en su casa cuando los arrestaron, estaba compuesto por: limas, un torno azul para moldear llaves y practicar distintas pruebas con el bombín de la cerradura, 13 puntas de lima, una funda con seis ganzúas, imanes, un monedero con otras tres, una cizalla, ángulos de metal para abrir puertas por el resbalón, un maletín con accesorios de lijado, un cilindro de cerradura, llaves y cerraduras de seis marcas diferentes para entrenar en aperturas rápidas, y una caja llena de los pequeños plásticos que usaban como marcadores.
Antes de denegarse la petición de intervenir teléfonos, la Policía y el fiscal coordinador de Plaza de Castilla habían hablado sobre la necesidad de investigar a estos hombres.
Durante la investigación policial, se detectó que los sospechosos seguían robando y buscando objetivos, y que además estaban enviando dinero a Georgia a través de locutorios, pese a que no tenían ningún trabajo ni ingresos conocidos.
Todo eso motivó que a finales de mayo los agentes supieran que acababan de perpetrar un par de robos y pidieran al Juzgado de Guardia una orden de entrada y registro en el domicilio que compartían los tres, en la calle Urgel, en el distrito de Carabanchel.
Esa vez sí se les concedió, y además de los útiles de cerrajería, los agentes encontraron una documentación lituana de Belkania Sergo y una checa de Gocha Kvaratskhelia, es decir, documentos falsificados con identidades ficticias. También se hallaron algunos objetos que procedían de sus últimos robos, y que incluso fueron reconocidos por una de las víctimas, además de joyas, dinero en efectivo y un kit básico de abrir cerraduras, que estaba escondido en el tendedero de la ropa.
Sin embargo, pese a que el fiscal pidió prisión para ellos cuando pasaron a disposición judicial, otro juzgado, esta vez el 16 de Plaza de Castilla, los puso en libertad. Y así hasta hoy

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