sábado, 18 de junio de 2016

La escopeta nacional

 

General de División (R)  Rafael Dávila Álvarez
Crítica de la España franquista y mucho más. Berlanga y Azcona se adelantaron a su tiempo. Aquella es la España de hoy. Sigue tan viva como cuando se estrenó la película. Los Leguineche han cambiado de apellido y estatus social y han tenido que adaptarse a nuevos métodos de supervivencia.
Casi nada ha cambiado. Incluso hemos tenido un ministro (¡de Justicia!) con escopeta y sin licencia, pero muy a tiro. A su vera, también a tiro, el juez de jueces y, cerca, algo más alejado, el comisario judicial. Era el año 2009, no hace tanto. La escopeta nacional en versión democrática.
Llevamos desde el 20 de diciembre  de 2015 con un gobierno en funciones y seguimos asistiendo a la representación de una aburrida función. El debate a cuatro me trajo a la memoria La escopeta nacional, El patrimonio nacional, y Nacional III en clave electoral. La puesta en escena del debate fue lo más divertido, lo único que mereció la pena. El imán de las pancartas, los coches elegidos a tono con los personajes, camisas y corbatas, pasarela de saludos sin gracia, y mucha retranca, en este caso sin significado cinegético sino intención disimulada y oculta. Todo muy aburrido. Ese es el gran problema de nuestros políticos. Muy listos y preparados, capaces y sagaces, pero ¡qué coñazos! Decía el gran Paco Rabal que contra Franco vivíamos mejor. Se refería al ingenio y al sentido del humor que hemos perdido. No es para menos.
La escopeta nacional sigue viva, pero en versión aburrida. Berlanga y Azcona ya pensaban en una cuarta película de esta serie. Le habían puesto nombre: ¡Viva Rusia!
Ahí queda el reto. Pero habría que cambiar el nombre. ¡Viva Venezuela!
El final puede ser el mismo que utilizó Berlanga:
‹‹Y ni fueron felices ni comieron perdices…” desgracia habitual mientras existan ministros y administrados.
De la unidad de España, ni hablar. Un reflejo de la decadencia… que viene.

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