martes, 12 de abril de 2016

POLI MALO vs POLI BUENO: Tiroteo en Barcelona

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POLI MALO vs POLI BUENO: Tiroteo en Barcelona

Quiero agradecer públicamente a mi amigo y compañero del Cuerpo Nacional de Policía (CNP), Pepe Moreno, la gentiliza que ha tenido dándome a conocer el suceso y las imágenes que hoy dan pie a este trabajo. A la par que me participa fotogramas del incidente, Pepe me insta a escribir algo al respecto. Por cierto, las opiniones personales que aquí vierta como autor estarán basadas, como siempre, en mis experiencias personales, profesionales y vitales como usuario profesional de armas de fuego. No sé si es una suerte o una desgracia, pero algunos podemos escribir a tenor de los conocimientos adquiridos como alumnos, profesores y supervivientes, sin necesidad de recurrir persistentemente a la traducción de otros autores. No obstante, cuando algún texto firmado por mí procede de la idea, inspiración o del trabajo de terceros, siempre lo reconozco y lo manifiesto en el propio cuerpo del artículo. Cuando es posible, también identifico a los precursores.
Ya han pasado varios años de aquello, pero merece la pena volver la mirada hacia atrás. Hoy vamos a conocer y a analizar qué ocurrió el 22 de abril de 2005 en la plaza Les Glòries de Barcelona. A tiro limpio, “made in Spain”.
Sobre las 19:00 horas de aquel día, el servicio privado de seguridad del Centro Comercial Les Glòries (junto a la Diagonal) detectó actitudes sospechosas en dos clientes. Estas personas, varones jóvenes y fuertes, estaban realizando compras compulsivas en diversos establecimientos de ropa. Hasta ahí, todo más o menos normal, pero algo se salía de lo común: todo lo que adquirían lo abonaban, exclusivamente, con billetes de 5 euros. Extraño, ¿verdad? Como mínimo, chirriante, ¿no creen?
Ante la sospecha de que los sujetos estuviesen empleando dinero falso o procedente de otro ilícito, el jefe de seguridad del centro comercial efectuó un amplio seguimiento de los dos hombres. A través del Circuito Cerrado de Televisión (CCTV) pudo seguir todos los movimientos de los inusuales compradores. Mientras tanto, los Mossos d’Esquadra, los agentes del cuerpo de policía dependiente del Gobierno de la Generalitat, ya habían sido alertados… y estaban en camino.
Personada en el lugar una unidad radio-patrulla de los Mossos, dos agentes trataron de identificar a uno de los individuos, diligencia que se efectuó en la vía pública justamente en el instante en el que esta persona abandonaba el establecimiento comercial. A los funcionarios les acompañaban dos vigilantes de seguridad de la empresa Securitas, la compañía que prestaba sus servicios en el citado centro. Con la excusa de comprobar los tiques de compra, los vigilantes y los policías querían llevar al sospechoso hasta un lugar reservado, pero el individuo no estaba por la labor, no quería colaborar.
Por el momento, y tras leer lo hasta aquí expresado, no hay nada extraño que haga suponer que todo puede cambiar en segundos. Los policías que estén leyendo estas palabras habrán pasado muchas veces por situaciones de este corte. Muy poco trabajo policial habrá hecho aquel agente que no sepa de qué estamos hablando. Ahí lo dejo.
Ninguno de los uniformados presentes en la escena podía imaginar que estaba ante Ramón Rodríguez Schroter, un expolicía alemán de origen español, de 28 años de edad, que se encontraba en requisitoria internacional, en busca y captura. A Schroter se le imputaban varios atracos bancarios en Alemania, en uno de los cuales perdió la vida una persona. El teutón, en un momento dado de la intervención policial, comenzó un violento forcejeo con los agentes públicos y privados, tratando con ahínco de abandonar el lugar. Hallándose todos en la distancia propia de una identificación, de un cacheo, o del propio acto de una resistencia, el sospechoso extrajo, del interior de una bolsa riñonera que llevaba atada a la cintura, una pistola Tokarev TT-30/33 del calibre 7.62mm Tokarev, de extendido uso en los países satélites de la antigua Unión Soviética. Todo quedó oportunamente filmado por el CCTV del centro comercial.
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Momento en el que el expolicía alemán consigue sacar su Tokarev de su riñonera y esgrimirla ante uno de los Mossos
En el preciso instante en el que el delincuente iniciaba el desenfunde de su arma, uno de los policías, percatado de ello, hizo lo propio: extrajo su HK USP Compact, para acto seguido encañonar al antagonista. Durante unos segundos fue un verdadero “man to man”, un clásico hombre contra hombre, un cara a cara. Cada uno de ellos dirigía su pistola hacia el otro. Todo esto sucedió a menos de 2 metros de distancia y en un escenario repleto de civiles, amén del resto de profesionales intervinientes.
Del análisis de las imágenes se pueden obtener multitud de datos, todos ellos dignos de ser tenidos muy en cuenta a la hora de planificar entrenamientos policiales. Se constata la presencia de muchos factores y características detectadas en casi todos los enfrentamientos armados. Respuestas y reacciones constantemente repetidas en los ataques sorpresivos.
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A escasos 2 metros de distancia, los dos hombres armados empuñan su pistola a una sola mano
En los fotogramas no se ve montar el arma, pero el policía antes de efectuar su primer disparo estaba conminando al alemán con su pistola en disposición de fuego en simple acción (martillo atrás). Posiblemente preparó el arma sin que el CCTV lo captase, porque en el instante del desenfunde el funcionario se hallaba, sin buscarlo, de espalda a la cámara. Aun así, se advierte cierto movimiento de hombros que puede hacer intuir que la pistola fue alimentada con la mano débil (lo normal, en estos casos). Puede que el patrullero la portase en doble acción y que en el momento de la extracción desplazara el martillo hacia atrás, para jugar con un menor recorrido de gatillo, pero esto no es ni habitual ni recomendable en eventos de esta magnitud emocional. Yo lo consideraría un grave error ante el riesgo de descarga involuntaria. También podría haberse dado la circunstancia de que el funcionario hubiera efectuado el primer disparo en doble acción, antes de que el CCTV captase la imagen de la HK con el martillo ya retrasado. Tampoco Ramón Rodríguez Schroter fue filmado manipulando su Tokarev para alimentar la recámara. ¿Iría la pistola rusa ya preparada para abrir fuego? Casi seguro que sí. En realidad no tengo dudas.
Veamos algunos puntos y cuestiones
Pese al cara a cara entre el policía y el atracador, el segundo no se amilanó y disparó al agente sin causarle lesión alguna, por errar el tiro. No obstante, Ramón Rodríguez pudo acabar (al menos herir) con todos aquellos de los que trataba de deshacerse físicamente a empujones. Los vigilantes no portaban armas de fuego, pero sí los dos Mossos; sin embargo, solamente uno extrajo su pistola. Por cierto, nada acertada la funda del policía catalán, aun cuando fue resolutivo. El alemán, de haber querido hacerlo, pudo haber disparado fácilmente contra todos.
¡Ah! Presten atención a la pistolera del segundo policía: durante la lucha cuerpo a cuerpo se pasea por todo el contorno de su cintura, con la pistola dentro, perdiendo su ubicación habitual. Mucho ojito, porque de ir la mano a buscar la pistola… esta no estará ahí. Esta circunstancia abona el caos psicomotriz, en tan crucial momento.
Sin obligación legal de soportar previamente disparos, el policía estaba legitimado para efectuar los suyos. La mera presencia de un arma de fuego dirigida hacia él, y sobre todo la escasa distancia del encañonamiento, hacía jurídicamente viable el empleo del fuego policial. Señores, entérense de una vez de que no estamos obligados a soportar heridas propias, o impropias, para iniciar la defensa. Además, en este caso concreto vemos la excesiva presencia de civiles en el entorno, personas no profesionales ajenas a la intervención. Esto hacía aconsejable acabar rápidamente con la situación de riesgo palpable e inminente que Ramón estaba generando. Por suerte, y solo por suerte, todo finalizó bien para los buenos, pero al principio todo hacía indicar que no sería así.
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A tiro limpio en plena calle de la ciudad Condal
Atención a esta explicación sobre la legítima defensa. Hay que meditar sobre ella, es muy buena. Es meridianamente clara. Hasta el portador de un cerebro raquítico tendrá que admitir la calidad, lucidez y elocuencia de la definición ofrecida por el catedrático alemán de Derecho Penal Claus Roxin; si bien yo mismo se la he atribuido erróneamente, alguna vez, al profesor De Rivacoba y Rivacoba: “El defensor debe elegir de entre varias clases de defensas posibles aquella que cause el mínimo daño al agresor, pero no por ello tiene que aceptar la posibilidad de daños a su propiedad o lesiones en su propio cuerpo, sino que está legitimado para emplear, como medios defensivos, los medios objetivamente eficaces que permitan esperar con seguridad la eliminación del peligro”. La cita, ciertamente propiedad intelectual del jurista teutón anteriormente mencionado, viene siendo pronunciada, reiteradamente, por el Tribunal Supremo de Alemania en innumerables sentencias, quien además la ha matizado literariamente.
Roxin, con 84 años de edad, es catedrático emérito de Derecho Penal y de Derecho Procesal Penal de la Universidad de Múnich, y ostenta casi una veintena de doctorados Honoris Causa. En noviembre de 2014 fue reconocido por el Ministerio de Justicia de España con la Orden de la Cruz de San Raimundo Peñaflor, por su influencia en la reforma penal española. Claus Roxin es, sin duda alguna, uno de los penalistas contemporáneos más destacados del mundo.
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Schroter apunta con su Tokarev al Mosso que lo tiene sujeto por el brazo
Seguimos. Incluso habiéndose producido el enfrentamiento en un rango de no más de 2 metros, Ramón erró su disparo; no así el Mosso, que acertó en cuatro ocasiones. Incluso herido por cuatro balas del calibre 9mm Parabellum, el alemán no cayó al suelo. No fue neutralizada su hostilidad. Al menos un proyectil alcanzó el tórax, pero Ramón todavía seguía en pie esgrimiendo su arma. Algunos testigos entrevistados por la prensa manifestaron su sorpresa por esto último. Conclusión: lo importante no es el calibre ni el tipo de proyectil empleado, aunque ciertos calibres y proyectiles son potencialmente más óptimos. Lo que de verdad tiene importancia es alcanzar determinados órganos internos del cuerpo. No solamente hay que alcanzar una zona concreta, sino tocar el órgano adecuado localizado en aquella región del mapa anatómico.
Tal era aún la capacidad combativa del herido, que volvió a emplear su pistola una vez más. Fue la última: se suicidó. Viéndose acorralado y quizá sabiéndose herido de gravedad, se disparó en la sien derecha con la Tokarev. El proyectil abandonó el cráneo y rebotó en una pared, si bien no fue localizado posteriormente. La sobrepenetración está presente en casi todos los enfrentamientos policiales “made in Spain”, produciendo a veces lesiones a terceros. Estos excesos de perforación se producen cuando los proyectiles alcanzan cuerpos humanos, o tras perforar muebles y enseres urbanos o domésticos cotidianos. Pese a la extendida idea sobre la menor potencia del calibre 7.62×25 mm Tokarev, éste se fabricó mayoritariamente con proyectiles de núcleo de acero, lo que le proporcionaba cierta capacidad perforante frente a blindajes personales. También se comercializaron, y así sigue siendo, puntas FMJ convencionales (blindados con núcleo de plomo), solo que los de acero eran utilizados como munición ordinaria en algunos países como Polonia.
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Apuntando a una sola mano y con numerosos civiles alrededor del enfrentamiento
En el vídeo observamos como ninguno de los contrincantes adopta posición alguna de tiro a dos manos, aunque seguramente era la técnica más entrenada por sendos individuos. Tanto el atracador alemán como el policía catalán empuñaron y dispararon sus armas con una sola mano. Tampoco es que emplearan una técnica depurada de tiro, simplemente consumieron instinto. ¿Acaso a esa distancia había necesidad de hacer otra cosa? ¿Sobraban segundos y metros? No, fijo que no. El policía seguramente nunca fue instruido en el empleo del arma a una sola mano, pero llegado el día de la verdad recurrió a lo rápido y natural, a lo sencillo frente a lo inesperadamente sorpresivo. La neuro-psico-fisiología manda y se impone, cuando no se produce una congelación emocional.
Cuando las cosas son así de crudas (en los fotogramas del vídeo vemos que se ponen muy crudas) el ser humano, aunque sea policía, sufre un brusco y automático cambio hormonal. En un escasísimo espacio de tiempo, de difícil cuantificación, el Homo sapiens experimenta una serie de cambios tan bruscos, no controlados por él, que no podrá llevar a cabo todo aquello que normalmente realiza con suma facilidad. Por el contrario, podría elevarse el umbral del dolor e incluso no advertir la existencia de heridas en su propio cuerpo. También la pérdida de habilidades motoras finas y complejas se produce muy rápidamente. Esto implicará dificultad para coordinar movimientos físicos con coherencia y precisión. Y por cierto, no olvidemos que todos nosotros somos animales de la citada especie.
A la vez que todo lo anterior, la capacidad cognitiva se ve seriamente alterada y la realización de manipulaciones digitales precisas se convierte en una tarea complicada (desactivar seguros de armas o fundas, por ejemplo). Técnicas de tiro que emplean ambas manos, principalmente si son asimétricas, serían difícilmente adoptables con calidad por personal medianamente adiestrado. El cerebro, ante tal situación vital, no opera racionalmente, sino automática y emocionalmente. Naturaleza en estado puro.
Por todo ello, una vez más hay que insistir en que la instrucción de los policías debe basarse en este tipo de cuestiones fisiológicas. Las técnicas de tiro deben ser sencillas y naturales, de fácil asimilación incluso por tiradores poco instruidos (la mayoría a nivel policial). La respuesta a una mano está presente en casi todos los enfrentamientos producidos a distancias cortas y muy cortas, pero no siempre se instruye y mentaliza a los policías para que disparen de este modo. Aun así, agentes no entrenados en técnicas de tiro a una mano recurren a ellas cuando la cosa se complica y la vida está en juego en rangos de contacto, o casi contacto. Si sabemos que esto es cierto, y lo sabemos porque lo vemos y porque la ciencia médica lo acredita, ¿por qué no instruimos a los nuestros en base a estos conocimientos y experiencias?
Este tipo de encuentros armados son muy habituales, es más, son los más frecuentes. Además de entrenar en la galería con fuego real frente a siluetas de papel, la formación force on force se presenta como una alternativa complementaria ideal. Gente tirándose una a otra, sin lesionarse. Este tipo de adiestramiento se realiza con airsoft, o con armas recamaradas para disparar proyectiles marcadores. Sin lugar a dudas, el airsoft es infinitamente más económico. En estos ejercicios es donde se advierte la dificultad que entraña reaccionar eficazmente a distancias extremas.
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Momento en el que Schroter encañona su sien con su Tokarev y pone fin a su vida
Para terminar con la historia de Ramón Rodríguez Schroter, el corrupto policía alemán, y su paseo por la ciudad condal, decir que su compinche fue detenido y que en una taquilla del centro comercial, y en un vehículo Mercedes, guardaban una bolsa que contenía más de cincuenta mil euros en billetes de 5 euros. El expolicía portaba consigo hasta seis documentos de identidad con su fotografía y varias filiaciones, siendo una de ellas la verdadera.
Ver vídeo completo:

 
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