“Dice que no le interesa ni debe identificarse con una página donde escriben unos viejos generales a pesar de estar de acuerdo con todo lo que escribimos, la Ley, la unidad de España, la patria, los símbolos que la representan, sus Ejércitos… “
Escribo con una cierta decepción. Lo que les cuento no es un hecho generalizado, pero casi. Hay suficientes ejemplos como para escribir sobre ello. Cuando estamos ya cerca del millón de visitas al blog en algo más de un año, cuando con humildad pero con verdad podemos decir que en la vida militar, en la política y en la del día a día se nos lee, un amigo me ha confesado que forma parte de nuestros lectores pero no puede públicamente manifestarlo ni seguirnos de manera ostensible en las redes sociales. Bueno, eso es cosa de cada cual y me pareció comprensible. Hay muchos, también uniformados, que no lo conocen y otros que juegan al despiste y leyéndolo a diario dicen no conocer el blog. Lo que me decepcionó fue el paso siguiente, es decir la explicación que me dio, yo no se la pedí, del porqué es un oculto lector.
Sin dar muchos datos ya que no quiero perjudicarle les diré que mi amigo se mueve en el ambiente que conocemos como cultura, el mundo que así mismo se llama intelectual. También conoce bien los ambientes políticos y ministeriales; se defiende bien por defensa. Dice que no le interesa ni debe identificarse con una página donde escriben unos viejos generales a pesar de estar de acuerdo con todo lo que escribimos, la Ley, la unidad de España, la patria, los símbolos que la representan, sus Ejércitos… pero claro lo suyo es la cultura, su ambiente es de un alto nivel intelectual y por tanto identificarse con nosotros le colocaría en una embarazosa situación. La conversación, suele ocurrir en estos casos, fue casi un monólogo suyo, excusa tras excusa, en la que yo no intervine sino para evitarle el mal rato que estaba pasando. En un momento, creo que sin querer, le vino un atolondrado pensamiento y pronunció la palabra facha.
–Es que figúrate si me tachan de facha. Debo dar una imagen distinta. Soy un intelectual.
Se dio cuente del insulto y me pidió disculpas.
Yo intentaba aliviar su mal rato mientras le recordaba, por poner una nota de humor en la conversación, que mi madre siempre que nos veía algo desaliñados nos decía:
-¡Vaya facha que llevas! ¡Dónde vas con esa facha!
Era la única acepción que recordaba de la palabra facha. La suelo aplicar a los que su intelecto es una facha, mamarracho o adefesio.
En mi fuero interno meditaba mi decepción. Al fin y al cabo era mi amigo y lo iba a seguir siendo.
Pretender calificar de reaccionario a quien habla de España, tratar de rebajar el nivel intelectual de alguien por el hecho de escribir aquello: “Por España. Todo por España”, es una clara muestra del bajo nivel de los que cuando leen se cansan tanto que después de la primera página ya están sudando; que alguno suda más cuando lee que cuando pica la tierra. Facha y botarate es lo mismo. Para unos y otros, intelectuales de pose, el Diccionario de la Lengua Española debería ser su libro de cabecera. Hoy acostumbrados al ensayo mercenario la elegancia intelectual no existe; tampoco el respeto ideológico. Es más común el enfrentamiento y convertir la cultura en la base de una peligrosa separación por bloques ideológicos.
No he contestado a mi amigo. He preferido mantener la amistad a pesar del aldabonazo que me ha arreado. Como sé que me va a leer he preferido escribirle y que él mismo saque sus propias conclusiones.
Porque si amar a España, su unidad, cumplir con la ley y la voluntad de los españoles es ser facha.
Si ser soldado y sentirlo como un honor y un gran deber es el equivalente a vulgaridad y mediocridad.
Si ser abnegado, sacrificado, honrado y disciplinado, si ser pobre y a pesar de ello ni pedir ni rehusar.
Si ser un hombre pobre pero no un pobre hombre.
Si tu principal hazaña es obedecer pero no sufrir que te hablen alto.
Si ser Cervantes en Lepanto, es ser un inculto soldado. O Aldana, Lope, Calderón o Garcilaso.
Si conquistar el mundo de uniforme, con barcos o sin ellos, con la Cruz a cuestas y la razón de una España que todo lo llevó y dio.
Si ser un humilde soldado que por el mundo entero su sangre ha derramado, no por riquezas, ni oro, por honra y honor de los que le mandaron sabiendo que no había otro mejor.
Si ser español y querer seguir siéndolo, ser capitán de las glorias de su historia, rendir culto a tus héroes muertos y rezar por ellos en el recuerdo perpetuo.
Si creer en la justicia, en lo que de verdad tiene mérito, que es el mérito de lo que haces y entregas sin dejarte ni el más mínimo esfuerzo.
Si dar la mano y soltarla vacía y limpia para seguir con ella abrazando y con la misma luchando.
Si amar a tu bandera y sentir un escalofrío al escuchar el himno, si rezar con la fe de que la muerte no es el final.
Si todo eso está lejos de tu público, de tu negocio, de tu sentimiento.
Si todo eso es un insulto, un menosprecio para tu prestigio.
Si todo eso es interpretado como reaccionario y antiguo.
Si por todo eso no nos lees, y solo por eso, a pesar de estar de acuerdo con nosotros.
O si lo que decimos es falso, impropio de soldado, de tu nivel alejado, por tu público despreciado.
Prefiero que no nos leas.
Pero quiero decirte que uno de los dos está equivocado. Si somos nosotros en vano habrá con ello muchos equivocados.
Si eres tú el errado no te preocupes, es algo que ya antes ha sucedido y no por ello ningún soldado ha dejado de dar su vida a pesar de creer vosotros que estaba equivocado.
Por último te dejo dos regalos. Uno es del marqués de Santa Cruz de Marcenado que seguro conoces y has leído con pasión de intelectual. El otro es de un poeta que también conoces pero renuncias a reconocerlo: Luys de Santa Marina.
‹‹Disculparás los defectos de mi estilo, si consideras a mi pluma no afilada por sutil cuchillo de tranquilo estudio, sino rasgada por el deseado corte de militar espada››. (Marqués de Santa Cruz de Marcenado).
Puedes hacer mía esta disculpa.
Esta otra también. Desde lo más profundo de mi corazón:
‹‹Porque sé que allá abajo era la vida dura
y que los días eran rosarios de amargura
y las noches vía crucis de inquietud
y no olvido los blocaos ni los parapetos
en que los ojos se desorbitan, quietos
en angustiosa espera de la luz,
y porque sé lo que es marchar en la Compañía
-que la Muerte espiga un poco cada día-
por tristes campos, y al final
un tiro, un gumiazo, y una zanja en el yermo
donde yacer codo con codo, y si enfermo
o herido, el camastro de un hospital
no ignorando que en la Patria muy amada
se nos desprecia, y no interesa nada
nuestra labor a casi todos,
(pues ya ni los cielos ni la tierra
se ganan haciendo la guerra
en la frontera contra moros…)
Cuando, oscuro, voy por las calles de la ciudad
y cruzan a mi lado llenos de vanidad,
creyéndose unos superhombres
por tener las botinas muy lustradas,
y las gabardinas muy entalladas
y saber de cuatro libros los nombres.
–¡Idos al diablo, botarates! les digo
más que vosotros vale el último amigo
que vistió el traje legionario,
y en el largo y polvoriento camino
supo padecer… y morir, cuando el Destino
marcó este fin a su calvario.
(Luys de Santa Marina)
Amigo, amigos quedamos a pesar de la inicial decepción. Ya está todo pasado y olvidado. Y si no nos lees, pues mejor.
General de División (R.) Rafael Dávila Álvarez
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