La reciente reunión que el Almirante Jefe del Estado Mayor de la Armada ha tenido con los medios de comunicación, hace ya algunos días, ha sembrado algunas inquietudes en el entorno especializado de la Defensa; sin embargo, y como viene siendo habitual, apenas ha tenido repercusión en los medios de carácter general debido seguramente al poco interés que la sociedad española en general experimenta respecto a los asuntos relacionados con la Defensa y Seguridad.
Las inquietudes provienen de la demanda que el Almirante hace con buen criterio para la renovación de fragatas, buques de acción marítima, aviación naval y submarinos, medios esenciales para poder mantener la capacidad naval que la Defensa nacional requiere. Y si sus palabras han sembrado inquietud en los medios especializados imagino cual debe ser la suya cuando ha sido testigo, como todos, de lo ocurrido en los últimos diez años al ver que la precariedad de los presupuestos dedicados a la Defensa y en concreto a la inversión y modernización de buques ha ocasionado nada menos que la pérdida del portaaviones “Príncipe de Asturias” ( el Juan Carlos I no lo es, se diga lo que se diga) , el envejecimiento de la aviación naval, los problemas que presenta el desarrollo del submarino S80 ( económicamente un pozo sin fondo) , la pérdida de influencia ( y consecuentemente de muchos patrulleros) en muchos asuntos relacionados con la mar hoy asumidos por la Guardia Civil,….etc.
Con todo, en el entorno afín a la infantería de marina, la inquietud viene de lo referido a la necesidad de que “es necesario replantearse el futuro de la Infantería de Marina y que habría que llevar a cabo una redefinición de los conceptos de su utilización”.
Estas palabras del AJEMA hacen pensar en una posible revisión de la situación presente y consecuentemente en nuevas tareas de reorganización. Apenas ha culminado la última reorganización del año 2008, que supuso esencialmente la desvinculación de la Comandancia General de la Infantería de Marina del Cuartel General de la Armada y su integración en la Flota, y ya parece que se pueden producir otras. Digamos, primero, que las Fuerzas Armadas están sujetas siempre a una adaptación continua, si bien, más transformación que adaptación, pues esta última actitud supone ir a remolque de los acontecimientos mientras que la transformación implica un proceso permanente y ágil de adelantarse a los tiempos. El proceso orgánico siempre mira al futuro y busca coherencia para alcanzar eficacia en las acciones y siempre eficiencia en el empleo de las personas y los medios, pero la realidad es que la razón fundamental de los continuos cambios o adaptaciones llevados a cabo en los últimos tiempos ha sido debida, además de a otros factores, entre otros los cambios de la situación, a la continua minoración de los presupuestos de Defensa que afectan a medios y desde luego a la entidad de la fuerza. La citada reforma de la organización de la Armada, la del 2008, se hizo consecuentemente con esa finalidad (eran los objetivos formales): la de conseguir una mayor eficacia y eficiencia en la preparación y empleo de los medios de la Armada. Ahora bien, yo lo siento, pero no siempre se acierta. Y para mí este es uno de esos casos. Aquel fue un proceso complejo y, pasados ya 8 años, mantengo lo que dije entonces y es que ni vi ni veo por ninguna parte ni una mayor eficacia ni una mayor eficiencia. Otros opinarán distinto pero esta es mi opinión. Por supuesto que fue naturalmente aceptada y asumida disciplinadamente, como no podía ser de otra manera, porque hay algo muy claro y es que en la Armada las ordenes se cumplen y punto. Pero por otra parte, sí que es cierto, y hay que valorarlo muy positivamente, que, por primera vez en la historia, una de las consecuencias de la citada reorganización fue que los oficiales de infantería de marina tengan hoy acceso a la casi mayoría de los puestos orgánicos de la Armada antes, inexplicablemente, siempre reservados a oficiales del Cuerpo General. Sin duda un aspecto muy importante y positivo de lo que se hizo y así ya hemos visto Oficiales Generales de Infantería de Marina en el Estado Mayor de la Armada, o en la FLOTA como Jefe de Estado Mayor, algo que nunca antes había pasado y que ha tenido una influencia grande en la motivación de los cuadros de mando de la Infantería de Marina. Por desgracia, parece que el impulso inicial en la aplicación de este concepto está menguando últimamente si bien es de esperar que sea sólo algo coyuntural. Pero volviendo ahora al tema central de estas líneas “sobre la necesidad de replantarse el futuro de la Infantería de Marina y que sería conveniente redefinir los conceptos de su utilización” yo diría a aquellos que sienten inquietud que hay razones sobradas para no tenerla, y que no se preocupen, puesto que las características de la denominada Fuerza Conjunta que se vislumbra del proceso de transformación, en el que siguiendo las directrices del Jefe del Estado Mayor de la Defensa, se encuentran actualmente las Fuerzas Armadas, la Infantería de Marina reúne de forma destacada las características de esa Fuerza; en efecto, la Infantería de Marina formando parte de una fuerza anfibia es la fuerza ideal para un despliegue preventivo en gestión de crisis o una respuesta contundente y rápida en caso de conflicto abierto. Además, el sostenimiento que le proporciona la fuerza naval permite que la Infantería de Marina pueda permanecer en tierra en una zona en conflicto o en operaciones de paz por tiempo prolongado y con una mínima huella logística.
Su propia naturaleza anfibia es la que dota a la Infantería de Marina de un incomparable carácter expedicionario siendo una de las primeras opciones que tiene España para dar una respuesta inmediata en cualquier parte del mundo (recordemos que el 80% de la población mundial se encuentra a menos de 100 Km del litoral) y tenemos experiencias recientes de ello como, por ejemplo, en el Líbano en el año 2006 o antes en Haití.
Esto es evidente y no hay otra fuerza similar en España, ni se puede por lo tanto obviar; es decir, si no existiera la Infantería de Marina habría que inventarla por pura lógica. Y es por todo ello que cualquier inquietud respecto a la pervivencia de la Infantería de Marina en su “status” actual está fuera de lugar.
Ahora bien, sí cabe pensar que la continua merma de efectivos que sufren las Fuerzas Armadas en general (consecuencia de la permanente minoración presupuestaria), y la Armada en particular, podría dar lugar a que se planteara una reducción de unidades o de plantillas, en su caso. Y esto sí que llevaría a una cierta reorganización, pues pervive en más de uno la idea de que puesto que se da por difícil de alcanzar el contingente que una unidad necesita lo que hay que hacer es adaptar la plantilla de esa unidad a los efectivos reales. Esto es un craso error muy en boga en los últimos tiempos y sé bien de lo que hablo por haberme visto involucrado en más de una ocasión en estudios al efecto. A ver, una Brigada es una Brigada y un Batallón es un Batallón y ambas unidades tienen una entidad a la que deben responder las plantillas (aspecto diferente es el grado de cobertura de las mismas). Los reglamentos tácticos contemplan el empleo de estas unidades conforme a ese esquema y así sus capacidades: potencia de fuego, capacidad de maniobra, frentes que ocupan, profundidad de su despliegue……etc. Mantener que una Brigada como, por ejemplo, la Brigada de Infantería de Marina, la BRIMAR, pueda tener una plantilla de unos 1500 hombres es simplemente engañarse o no tener ni idea, que también puede ser. Este maldito número, que en tiempos ya pretéritos se barajaba como la entidad del Tercio de Armada, constituye como máximo una Agrupación o en su caso un Batallón Reforzado de Desembarco. Sucede que hubo un tiempo en el que esa era la máxima ambición de la Armada respecto a la Infantería de Marina y hoy cuando la situación en la que se encuentran España y sus necesidades de Defensa aconseja disponer de una fuerza tal cual está estructurada la actual no sería nada apropiado el modificarla.
Bien, y termino consciente de que desde la lejanía del servicio activo y desconocedor de los problemas actuales puedo estar errado en mis apreciaciones, por supuesto.
Pero nunca está de más el recordar a nuestros jóvenes oficiales de estado mayor, y a los no tan jóvenes, que “envejecer es como subir una montaña. Cada vez cuesta más subir pero cuanto más alto se ve todo más nítido y más claro”.
O dicho de otra forma: todo esto me suena a un “deja vu”.
La historia de la Infantería de Marina es muy larga, como lo son las innumerables reorganizaciones a las que se ha visto sometida, pero cualquiera que profundice en ella podrá constatar que al final siempre las aguas vuelven a su cauce natural, a pesar de cualquier intento por desviarla del mismo. Es cuestión de tiempo y de sentido común.
General de División (R.) Infantería de Marina Juan Chicharro Ortega
Las inquietudes provienen de la demanda que el Almirante hace con buen criterio para la renovación de fragatas, buques de acción marítima, aviación naval y submarinos, medios esenciales para poder mantener la capacidad naval que la Defensa nacional requiere. Y si sus palabras han sembrado inquietud en los medios especializados imagino cual debe ser la suya cuando ha sido testigo, como todos, de lo ocurrido en los últimos diez años al ver que la precariedad de los presupuestos dedicados a la Defensa y en concreto a la inversión y modernización de buques ha ocasionado nada menos que la pérdida del portaaviones “Príncipe de Asturias” ( el Juan Carlos I no lo es, se diga lo que se diga) , el envejecimiento de la aviación naval, los problemas que presenta el desarrollo del submarino S80 ( económicamente un pozo sin fondo) , la pérdida de influencia ( y consecuentemente de muchos patrulleros) en muchos asuntos relacionados con la mar hoy asumidos por la Guardia Civil,….etc.
Con todo, en el entorno afín a la infantería de marina, la inquietud viene de lo referido a la necesidad de que “es necesario replantearse el futuro de la Infantería de Marina y que habría que llevar a cabo una redefinición de los conceptos de su utilización”.
Estas palabras del AJEMA hacen pensar en una posible revisión de la situación presente y consecuentemente en nuevas tareas de reorganización. Apenas ha culminado la última reorganización del año 2008, que supuso esencialmente la desvinculación de la Comandancia General de la Infantería de Marina del Cuartel General de la Armada y su integración en la Flota, y ya parece que se pueden producir otras. Digamos, primero, que las Fuerzas Armadas están sujetas siempre a una adaptación continua, si bien, más transformación que adaptación, pues esta última actitud supone ir a remolque de los acontecimientos mientras que la transformación implica un proceso permanente y ágil de adelantarse a los tiempos. El proceso orgánico siempre mira al futuro y busca coherencia para alcanzar eficacia en las acciones y siempre eficiencia en el empleo de las personas y los medios, pero la realidad es que la razón fundamental de los continuos cambios o adaptaciones llevados a cabo en los últimos tiempos ha sido debida, además de a otros factores, entre otros los cambios de la situación, a la continua minoración de los presupuestos de Defensa que afectan a medios y desde luego a la entidad de la fuerza. La citada reforma de la organización de la Armada, la del 2008, se hizo consecuentemente con esa finalidad (eran los objetivos formales): la de conseguir una mayor eficacia y eficiencia en la preparación y empleo de los medios de la Armada. Ahora bien, yo lo siento, pero no siempre se acierta. Y para mí este es uno de esos casos. Aquel fue un proceso complejo y, pasados ya 8 años, mantengo lo que dije entonces y es que ni vi ni veo por ninguna parte ni una mayor eficacia ni una mayor eficiencia. Otros opinarán distinto pero esta es mi opinión. Por supuesto que fue naturalmente aceptada y asumida disciplinadamente, como no podía ser de otra manera, porque hay algo muy claro y es que en la Armada las ordenes se cumplen y punto. Pero por otra parte, sí que es cierto, y hay que valorarlo muy positivamente, que, por primera vez en la historia, una de las consecuencias de la citada reorganización fue que los oficiales de infantería de marina tengan hoy acceso a la casi mayoría de los puestos orgánicos de la Armada antes, inexplicablemente, siempre reservados a oficiales del Cuerpo General. Sin duda un aspecto muy importante y positivo de lo que se hizo y así ya hemos visto Oficiales Generales de Infantería de Marina en el Estado Mayor de la Armada, o en la FLOTA como Jefe de Estado Mayor, algo que nunca antes había pasado y que ha tenido una influencia grande en la motivación de los cuadros de mando de la Infantería de Marina. Por desgracia, parece que el impulso inicial en la aplicación de este concepto está menguando últimamente si bien es de esperar que sea sólo algo coyuntural. Pero volviendo ahora al tema central de estas líneas “sobre la necesidad de replantarse el futuro de la Infantería de Marina y que sería conveniente redefinir los conceptos de su utilización” yo diría a aquellos que sienten inquietud que hay razones sobradas para no tenerla, y que no se preocupen, puesto que las características de la denominada Fuerza Conjunta que se vislumbra del proceso de transformación, en el que siguiendo las directrices del Jefe del Estado Mayor de la Defensa, se encuentran actualmente las Fuerzas Armadas, la Infantería de Marina reúne de forma destacada las características de esa Fuerza; en efecto, la Infantería de Marina formando parte de una fuerza anfibia es la fuerza ideal para un despliegue preventivo en gestión de crisis o una respuesta contundente y rápida en caso de conflicto abierto. Además, el sostenimiento que le proporciona la fuerza naval permite que la Infantería de Marina pueda permanecer en tierra en una zona en conflicto o en operaciones de paz por tiempo prolongado y con una mínima huella logística.
Su propia naturaleza anfibia es la que dota a la Infantería de Marina de un incomparable carácter expedicionario siendo una de las primeras opciones que tiene España para dar una respuesta inmediata en cualquier parte del mundo (recordemos que el 80% de la población mundial se encuentra a menos de 100 Km del litoral) y tenemos experiencias recientes de ello como, por ejemplo, en el Líbano en el año 2006 o antes en Haití.
Esto es evidente y no hay otra fuerza similar en España, ni se puede por lo tanto obviar; es decir, si no existiera la Infantería de Marina habría que inventarla por pura lógica. Y es por todo ello que cualquier inquietud respecto a la pervivencia de la Infantería de Marina en su “status” actual está fuera de lugar.
Ahora bien, sí cabe pensar que la continua merma de efectivos que sufren las Fuerzas Armadas en general (consecuencia de la permanente minoración presupuestaria), y la Armada en particular, podría dar lugar a que se planteara una reducción de unidades o de plantillas, en su caso. Y esto sí que llevaría a una cierta reorganización, pues pervive en más de uno la idea de que puesto que se da por difícil de alcanzar el contingente que una unidad necesita lo que hay que hacer es adaptar la plantilla de esa unidad a los efectivos reales. Esto es un craso error muy en boga en los últimos tiempos y sé bien de lo que hablo por haberme visto involucrado en más de una ocasión en estudios al efecto. A ver, una Brigada es una Brigada y un Batallón es un Batallón y ambas unidades tienen una entidad a la que deben responder las plantillas (aspecto diferente es el grado de cobertura de las mismas). Los reglamentos tácticos contemplan el empleo de estas unidades conforme a ese esquema y así sus capacidades: potencia de fuego, capacidad de maniobra, frentes que ocupan, profundidad de su despliegue……etc. Mantener que una Brigada como, por ejemplo, la Brigada de Infantería de Marina, la BRIMAR, pueda tener una plantilla de unos 1500 hombres es simplemente engañarse o no tener ni idea, que también puede ser. Este maldito número, que en tiempos ya pretéritos se barajaba como la entidad del Tercio de Armada, constituye como máximo una Agrupación o en su caso un Batallón Reforzado de Desembarco. Sucede que hubo un tiempo en el que esa era la máxima ambición de la Armada respecto a la Infantería de Marina y hoy cuando la situación en la que se encuentran España y sus necesidades de Defensa aconseja disponer de una fuerza tal cual está estructurada la actual no sería nada apropiado el modificarla.
Bien, y termino consciente de que desde la lejanía del servicio activo y desconocedor de los problemas actuales puedo estar errado en mis apreciaciones, por supuesto.
Pero nunca está de más el recordar a nuestros jóvenes oficiales de estado mayor, y a los no tan jóvenes, que “envejecer es como subir una montaña. Cada vez cuesta más subir pero cuanto más alto se ve todo más nítido y más claro”.
O dicho de otra forma: todo esto me suena a un “deja vu”.
La historia de la Infantería de Marina es muy larga, como lo son las innumerables reorganizaciones a las que se ha visto sometida, pero cualquiera que profundice en ella podrá constatar que al final siempre las aguas vuelven a su cauce natural, a pesar de cualquier intento por desviarla del mismo. Es cuestión de tiempo y de sentido común.
General de División (R.) Infantería de Marina Juan Chicharro Ortega
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