viernes, 1 de abril de 2016

ESPERANZA FONSECA. EL AAIUN (Un testimonio sobrecogedor y necesario)


 

Si les decimos que a los componentes de este blog nos es muy próxima y querida la familia González Marcos probablemente no les diga mucho, pero si añadimos que Victoria y Esperanza ¡Qué nombres tan españoles!  Son la esposa e hija del recordado coronel Valeriano González-Fonseca, que fue oficial del Tercer Tercio de la Legión, en cuyas filas llegó a mandar la VII Bandera; seguro que sitúan a la familia. Victoria desde las páginas del diario El Alcázar escribió las últimas crónicas de la entrega del antiguo Sahara Español. Esperanza era por aquellas fechas Dama de Sanidad Militar en la Sala Avanzada (hospital de campaña) del Aaiun.  Cuando don Valeriano nos dejó, no faltaban jamás al desfile militar del Día Nacional, el 12 de Octubre, hasta que una insidiosa dolencia recluyó a la madre en casa y a la hija siempre a su lado. No faltaba tampoco el óbolo que, pese a sus exiguos recursos, ofrecían siempre a la escuadra de gastadores “para vinillo y esas cosas”.
Hoy queremos traer ante Vds. el testimonio que Esperanza nos ha dejado tras leer una de las entradas que hemos publicado en este blog sobre las posesiones españolas en el  Africa Occidental. Y lo traemos ante Vds. por el impresionante valor testimonial que representan, por el cariño a esta familia y también para animarles a ustedes, queridos lectores a que dejen sus improntas, sus comentarios y reflexiones, en definitiva sus ideas,  sobre nuestros artículos. Es muy sencillo. Si creen en lo que escribimos, si piensan que merece la pena, nos ayudarán mucho a enriquecer y difundir este blog.
Por favor, lean a continuación el testimonio de Esperanza Fonseca.
LOS COMPONENTE DEL BLOG GRAL DAVILA
ESPERANZA FONSECA. EL AAIUN (Un testimonio sobrecogedor y necesario)Aaiun-vistaMaravilloso lo que habéis escrito en todos los sentidos, pero a mí me faltan agallas para volver al territorio, porque jamás podré olvidar a mis heridos del Hospital, ni a aquellos cuyo último aliento recogí, ni el olor a carne humana achicharrada de un abrasado, que me impregnó hasta el poquísimo pelo que la toca me dejaba al aire. Ese olor a ser humano quemado aún hoy me acompaña. Tampoco he superado las mutilaciones, la masa encefálica de un paracaidista en mi mano al pasarle una gasa por lo que la misma sangre hacia que pareciera superficial. Ni olvidaré jamás a las madres (yo ya lo era) a las que tuve que enviar los efectos más personales de sus hijos, o decirles que habían fallecido. Yo habría preferido mil veces estar en las posiciones antes que en el Hospital, sacaba fuerzas para no arrugarme ante aquella pesadilla de la absoluta ejemplaridad y heroísmo sin oficiales o superiores delante de aquellos legionarios, paracaidistas, soldados de “La Brunete” (en concreto RIAC Alcázar de Toledo 61), infantes de marina. 1269751962_850215_0000000000_sumario_normalNi uno solo de aquello soldados se arrugó jamás o renegó de estar allí. No quiero volver al territorio simplemente por la memoria y heroísmo de los que quedaron allí, o en plena juventud quedaron mutilados o desfigurados por ver izada nuestra bandera en el territorio. Os admiro con toda mi alma, pero me siento incapaz de volver a pisar el territorio a menos que la salvación del resto de España dependiera de ello. Un millón de besos de vuestra amiga y antigua dama de sanidad Militar en la sala Avanzada del Aaiun.
Esperanza Fonseca

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