Con motivo del 80 aniversario del inicio de la Guerra Civil el diario El Mundo tuvo la acertada idea de reunirnos a varios hijos y nietos de generales de uno y otro lado de la contienda. No han explicado por qué hijos de militares y no citaron a ningún descendiente de la trama civil o ‹‹frente cívico›› como le llamaba Ricardo de la Cierva, uno de nuestros más rigurosos historiadores.
La reunión fue muy cordial y fructífera. Creo que el fondo de nuestro sentir era el mismo. Aquel episodio está en las páginas de la historia y nuestros corazones no guardan ninguna sombra de rencor. Ni siquiera, me pareció percibir, nos mirábamos y hablábamos como españoles cuyos antepasados estuvieron un día enfrentados. Simplemente llevamos un apellido con todo respeto y dignidad y no será ese el motivo para enfrentarnos ni para renunciar a nuestro pasado. Quizá el hecho de ser todos descendientes de soldados hace comprender mejor y comprenderse mejor.
Es curioso que ninguno entrara en el tema de la Memoria Histórica. Interpreto el hecho como algo que a todos nos avergonzaba y dolía. Nadie tiene derecho a legislar sobre la historia y va contra las más elementales normas de convivencia opinar bajo el prisma de una ley sectaria.
La guerra terminó hace 80 años y nadie es tan insensato como para revolver en los hechos con la intención del regreso al enfrentamiento. Ni siquiera ideológico. No van a conseguir que, ni disimuladamente, nos vayamos a empujar. Somos descendientes de viejos soldados que vivieron situaciones muy difíciles y que cada uno de nosotros comprendemos. Nuestro espíritu es que la guerra terminó hace 80 años. Algunos pretenden utilizar aquella tragedia para sacar rentabilidad partidista. Que no vayan de demócratas los que no lo son. Desde luego con nosotros que no cuenten.
Hoy nos hemos reunido los descendientes de los soldados. Queda pendiente otra reunión.
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