Los musulmanes aprenden la sharia en los colegios del Reino Unido
Los niños reciben instrucciones sobre los castigos a aplicar en caso de contravenir la ley sagrada: muerte, lapidación o amputación. ¿Les suena? La ideología del Estado Islámico en el corazón de Europa.
Arturo García
Miércoles, 27. Julio 2016 - 9:31
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Londres se ha convertido en una de las ciudades más multiculturales de Europa y la población musulmana ha creado auténticos guetos en barrios como Newham y Tower Hamlets, donde el verdadero poder está en manos del consejo de la Sharia Islámica de Leyton. El este de la capital británica se ha transformado en una suerte de califato que tiene sus propias leyes, sus propias escuelas, sus propios líderes y sus propios templos. Todos ellos, vinculados o controlados por grupos radicales como el Islamic Forum of Europe (IFE). Creada por Jamaat-e-Islami Chowdhury Mueen-Uddin, condenado a muerte en noviembre de 2013 por el Tribunal de Crímenes de Guerra de Bangladés, la organización extremista tiene un objetivo: imponer un 'califato' en Europa
Precisamente estas escuelas son uno de los lugares escogidos por los radicales para adoctrinar a los más pequeños. Un documental ha puesto de manifiesto como, gracias a la connivencia del gobierno británico, los musulmanes enseñan la sharia en sus propios centros, educando a los niños en valores tales como la inferioridad de la mujer o la enfermedad que supone ser homosexual. Los manuales son un auténtico manifiesto islamista que sigue la ideología del Estado Islámico, también de Arabia Saudí, y que distan mucho de la imagen de musulmanes moderados que las élites tratan de hacernos creer.
La televisión francesa entrevista a Neal Robinson, experto en las enseñanzas del corán, que revisa un libro para chicos de 15 años en el que se les enseña qué partes del cuerpo deben cortar en caso de robo. Los ejemplares incluyen ejemplos gráficos y diferentes sentencias dependiendo del delito cometido. En el caso de los homosexuales, a los lectores de Gaceta.es les sonará de los cientos de ejecuciones realizadas por el Estado Islámico, la pena impuesta es la muerte arrojados desde un edificio o la lapidación pública.
Estemanual para adolescentes contiene gran parte de la doctrina ideológica del ISIS. Los yihadistas esgrimen la sharia como argumento para cometer cientos de atrocidades y Europa consiente que estas enseñanzas se realicen también en suelo europeo. No es extraño, por lo tanto, los cientos de casos de jóvenes musulmanes radicalizados que, según Angela Merkel, han sido “apartados de la sociedad y residen en guetos”. Tal vez, y sólo tal vez, la educación radical también tenga algo que ver.
A continuación, Robinson pasa a revisar un libro de ejercicios para niños de 6 años. Los ejercicios del mismo no tienen desperdicio, desde obligar a los pequeños a repetir una y otra vez que los infieles irán al infierno, hasta hacer escribir a las niñas que su destino es ser buenas madres y mujeres leales. Si no,ya saben, su destino es la lapidación.
Este plan de estudios es dirigido por el Servicio de Educación de la embajada saudí en Londres, pero es un esquema que, gracias a diferentes organizaciones, se repite en numerosas ciudades británicas. Las autoridades saudíes, que han dado la espalda a los miles de refugiados que huían de la guerra en Oriente Medio a pesar de tener sobrada capacidad para acogerlos, justifican el adoctrinamiento asegurando que se trata de “actividades extraescolares”. Un vacío legal del que se aprovechan, pues este tipo de educación no está sometida alcontrol gubernamental.
El ‘argumento histórico’ es otra de sus justificaciones. No obstante, esto no ocurriría sin la permisividad de las autoridades británica que prefieren mirar hacia otro ladocuando en estos centros se enseña, por ejemplo, que las mujeres son inferiores a los hombres. De hecho, los saudíes han prohibido a las chicas vestir otra indumentaria que no sea el niqab a la salida de las clases y, como una “medida de gracia”, se les permite lucir velo en el patio del recreo. La Europa del siglo XXI, o algo así
Precisamente estas escuelas son uno de los lugares escogidos por los radicales para adoctrinar a los más pequeños. Un documental ha puesto de manifiesto como, gracias a la connivencia del gobierno británico, los musulmanes enseñan la sharia en sus propios centros, educando a los niños en valores tales como la inferioridad de la mujer o la enfermedad que supone ser homosexual. Los manuales son un auténtico manifiesto islamista que sigue la ideología del Estado Islámico, también de Arabia Saudí, y que distan mucho de la imagen de musulmanes moderados que las élites tratan de hacernos creer.
La televisión francesa entrevista a Neal Robinson, experto en las enseñanzas del corán, que revisa un libro para chicos de 15 años en el que se les enseña qué partes del cuerpo deben cortar en caso de robo. Los ejemplares incluyen ejemplos gráficos y diferentes sentencias dependiendo del delito cometido. En el caso de los homosexuales, a los lectores de Gaceta.es les sonará de los cientos de ejecuciones realizadas por el Estado Islámico, la pena impuesta es la muerte arrojados desde un edificio o la lapidación pública.
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A continuación, Robinson pasa a revisar un libro de ejercicios para niños de 6 años. Los ejercicios del mismo no tienen desperdicio, desde obligar a los pequeños a repetir una y otra vez que los infieles irán al infierno, hasta hacer escribir a las niñas que su destino es ser buenas madres y mujeres leales. Si no,
Este plan de estudios es dirigido por el Servicio de Educación de la embajada saudí en Londres, pero es un esquema que, gracias a diferentes organizaciones, se repite en numerosas ciudades británicas. Las autoridades saudíes, que han dado la espalda a los miles de refugiados que huían de la guerra en Oriente Medio a pesar de tener sobrada capacidad para acogerlos, justifican el adoctrinamiento asegurando que se trata de “actividades extraescolares”. Un vacío legal del que se aprovechan, pues este tipo de educación no está sometida al
El ‘argumento histórico’ es otra de sus justificaciones. No obstante, esto no ocurriría sin la permisividad de las autoridades británica que prefieren mirar hacia otro lado
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