Cuatro mujeres conforman la primera unidad autonómica de Análisis de Comportamiento de Conducta del país. Realizarán los perfiles personales y geográficos de asesinos, violadores o abusadores de Madrid
Dos de las cuatro agentes de la nueva unidad de la Guardia Civil
Aaron Hotchner, Ashley Seaver, Spencer Reid, Derek Morgan y David Rossi son algunos de los personajes de la serie «Mentes criminales» que logran dar con el perfil del asesino, pero sin duda quien logra reducir la lista de posibles criminales es Penélope García. En la vida real, el personaje que interpreta Kirsten Vangsness no existe. Es ciencia ficción. No se puede dar a un botón y que el ordenador permita reducir los sospechosos a menos de tres de una lista de 100.000 personas que coinciden con el perfil. Por ello, realizar un perfil tanto personal como geográfico resulta de vital importancia para dar con un asesino múltiple, un violador, un pederasta...
Tres de los protagonistas de la exitosa serie «Mentes criminales»
Los primeros en crear una Unidad de Ciencias del Comportamiento fue el FBI en 1972. En España, existe una Sección de Análisis del Comportamiento Delictivo tanto en la Policía Nacional, que la creó en 2011, como en la Guardia Civil, y ambas operan a nivel nacional. Pero hasta ahora sólo había secciones nacionales, tanto en la Policía como en la Guardia Civil. En el caso de la Benemérita, a tenor de las numerosas peticiones que se venían haciendo desde su creación, más del 30% según los datos facilitados por la Guardia Civil, han creado una Unidad, la primera a nivel autonómico, que depende de la Policía Judicial de la Comandancia de Madrid. Está liderada por cuatro mujeres, «dos compañeras policías judiciales con experiencia en equipos de mujer y menor, en trabajo de campo, una criminóloga y yo, que soy psicóloga», explica el cabo primero Eva Silva, responsable del Equipo de Analisis de Comportamiento Delictivo.
Su primera función es reducir la búsqueda de sospechosos ya sea de un asesinato, una violación, de abusos sexuales o de una desaparición. Para realizar el perfil de un desconocido, primero acuden a la escena del crimen. Tras grabar y analizarla, valoran «la escena en sí como la secundaria, es decir, todo lo que rodea a la misma, analizan si ha habido un modus operandi, la firma del crimen, etc.», explica el cabo primero. También acuden a «las distintas testificales con los compañeros de homicidio e intentamos orientarles, si en un punto no han indagado lo suficiente, cómo preguntarles. Después, si todas esas actuaciones no bastan, se intenta establecer un perfil, en este caso deductivo, del autor desconocido, qué personalidad tiene, qué rasgos son los que nos pueden ayudar a centrar esa persona».
«Se trata primero de hacer una silueta del transgresor que se irá perfilando más y más», precisa Ricardo Magaz, presidente de la Sociedad Científica Española de Criminología. Magaz explica que se hacen dos perfiles, el personal y el geográfico, y es que normalmente los transgresores presentan un perfil geográfico que gira en torno a un círculo, donde puede tener un domicilio de seguridad, un puesto de trabajo, la segunda casa o actuar en el barrio en el que crecieron, como fue el caso del pederasta de Ciudad Lineal.
Existen cuatro tipos de asesinos: «El cazador, que es un transgresor sedentario que se desplaza para matar; el trampero, que monta una trampa para tal fin, como el de la peregrina norteamericana asesinada mientras hacía el Camino de Santiago; el pescador, que improvisa sobre la marcha, y el merodeador, que persigue al perfil de víctima que desea matar hasta que la encuentra», precisa Magaz.
En esta búsqueda del transgresor, los expertos tratan de hallar la motivación que le habría llevado en este caso a cometer el asesinato: «Establecer si hay motivación sexual, personal, económica, religiosa, etc.», precisa Silva. Pero para matar no siempre hay un motivo, esos casos son precisamente los más complicados, como fue el de Manuel Delgado Villegas, conocido como el Arropiero, un asesino en serie español que mataba sin motivo aparente, recuerda Magaz.
Con lo cual cada detalle que permita engrosar el perfil es vital y es que, como dijo uno de los personajes de la serie, «cuanto más atrás puedas mirar, más adelante verás». Así, en el escenario de un crimen «puedes establecer si es una persona tiene o no acceso a un vehículo, cuándo actúa con el fin de poder determinar si tiene pareja estable o no, ya que alguien que salga todos los fines de semana a altas horas de la noche tendría que dar explicaciones a su pareja de tenerla, o si opera por el día, si trabaja por la zona, o si comete los crímenes cuatro días entre semana puede deberse a que ese día libra, así como analizar si sabe las vías de entrada y de salida», explica la cabo primero.
Datos que se unen al rango de edad. ¿Sirve de algo? Los datos hablan por sí solos. «El nivel de aciertos de los perfiles que se realizan es del 70-80%», asegura Magaz. Un ejemplo es el de la operación «Gimnasio», que recuerda Eva Silva: «El informe de perfilado del autor que realizó la Sección de la Guardia Civil estableció una conclusión de diez puntos sobre quién podía ser esa persona y acertaron nueve».
Silva reconoce que eso de saber la raza o el nivel socioeconómico de un asesino por un crimen como en «Mentes criminales» «está un poco exagerado».
El tiempo que lleva realizar estos perfiles varía en cada caso. «Se puede hacer un primer borrador en las primeras horas o días, pero se requiere como mínimo semanas para realizar estos perfiles. Y en los casos pendientes de resolver, muchos meses», precisa Magaz. Tras estos perfiles, la labor policial depende de los agentes judiciales de homicidio, y es que si en «Mentes criminales» los actores incluso detienen al sospechoso, en la vida real ése ya no sería su cometido. Y una vez arrestado, «podríamos entrevistarnos con el sujeto, pero eso no es frecuente», explica Silva. No obstante, aunque «normalmente su labor ha concluido, hay casos, como el de Bretón, en el que también asistieron», recuerda Magaz, que incide en que es necesario contar con más personal en estas unidades y realizar una descentralización autonómica.
En definitiva, analizar cada detalle para dar con el autor de un crimen, un compañero, un amante o un desconocido; un vecino raro o el más amable del portal puede ser el asesino.
Su primera función es reducir la búsqueda de sospechosos ya sea de un asesinato, una violación, de abusos sexuales o de una desaparición. Para realizar el perfil de un desconocido, primero acuden a la escena del crimen. Tras grabar y analizarla, valoran «la escena en sí como la secundaria, es decir, todo lo que rodea a la misma, analizan si ha habido un modus operandi, la firma del crimen, etc.», explica el cabo primero. También acuden a «las distintas testificales con los compañeros de homicidio e intentamos orientarles, si en un punto no han indagado lo suficiente, cómo preguntarles. Después, si todas esas actuaciones no bastan, se intenta establecer un perfil, en este caso deductivo, del autor desconocido, qué personalidad tiene, qué rasgos son los que nos pueden ayudar a centrar esa persona».
«Se trata primero de hacer una silueta del transgresor que se irá perfilando más y más», precisa Ricardo Magaz, presidente de la Sociedad Científica Española de Criminología. Magaz explica que se hacen dos perfiles, el personal y el geográfico, y es que normalmente los transgresores presentan un perfil geográfico que gira en torno a un círculo, donde puede tener un domicilio de seguridad, un puesto de trabajo, la segunda casa o actuar en el barrio en el que crecieron, como fue el caso del pederasta de Ciudad Lineal.
Existen cuatro tipos de asesinos: «El cazador, que es un transgresor sedentario que se desplaza para matar; el trampero, que monta una trampa para tal fin, como el de la peregrina norteamericana asesinada mientras hacía el Camino de Santiago; el pescador, que improvisa sobre la marcha, y el merodeador, que persigue al perfil de víctima que desea matar hasta que la encuentra», precisa Magaz.
En esta búsqueda del transgresor, los expertos tratan de hallar la motivación que le habría llevado en este caso a cometer el asesinato: «Establecer si hay motivación sexual, personal, económica, religiosa, etc.», precisa Silva. Pero para matar no siempre hay un motivo, esos casos son precisamente los más complicados, como fue el de Manuel Delgado Villegas, conocido como el Arropiero, un asesino en serie español que mataba sin motivo aparente, recuerda Magaz.
Con lo cual cada detalle que permita engrosar el perfil es vital y es que, como dijo uno de los personajes de la serie, «cuanto más atrás puedas mirar, más adelante verás». Así, en el escenario de un crimen «puedes establecer si es una persona tiene o no acceso a un vehículo, cuándo actúa con el fin de poder determinar si tiene pareja estable o no, ya que alguien que salga todos los fines de semana a altas horas de la noche tendría que dar explicaciones a su pareja de tenerla, o si opera por el día, si trabaja por la zona, o si comete los crímenes cuatro días entre semana puede deberse a que ese día libra, así como analizar si sabe las vías de entrada y de salida», explica la cabo primero.
Datos que se unen al rango de edad. ¿Sirve de algo? Los datos hablan por sí solos. «El nivel de aciertos de los perfiles que se realizan es del 70-80%», asegura Magaz. Un ejemplo es el de la operación «Gimnasio», que recuerda Eva Silva: «El informe de perfilado del autor que realizó la Sección de la Guardia Civil estableció una conclusión de diez puntos sobre quién podía ser esa persona y acertaron nueve».
Silva reconoce que eso de saber la raza o el nivel socioeconómico de un asesino por un crimen como en «Mentes criminales» «está un poco exagerado».
El tiempo que lleva realizar estos perfiles varía en cada caso. «Se puede hacer un primer borrador en las primeras horas o días, pero se requiere como mínimo semanas para realizar estos perfiles. Y en los casos pendientes de resolver, muchos meses», precisa Magaz. Tras estos perfiles, la labor policial depende de los agentes judiciales de homicidio, y es que si en «Mentes criminales» los actores incluso detienen al sospechoso, en la vida real ése ya no sería su cometido. Y una vez arrestado, «podríamos entrevistarnos con el sujeto, pero eso no es frecuente», explica Silva. No obstante, aunque «normalmente su labor ha concluido, hay casos, como el de Bretón, en el que también asistieron», recuerda Magaz, que incide en que es necesario contar con más personal en estas unidades y realizar una descentralización autonómica.
En definitiva, analizar cada detalle para dar con el autor de un crimen, un compañero, un amante o un desconocido; un vecino raro o el más amable del portal puede ser el asesino.
Entrar en la cabeza de un menor
En la Unidad de Análisis del Comportamiento Delictivo de la Guardia Civil también analizan casos con menores y con personas con discapacidad intelectual. En los casos de denuncias por abusos sexuales, «el problema que tenemos es que no suele haber indicios físicos. Tras el estudio de las primeras diligencias, se realizan entrevistas con personas de referencia: profesores, orientadores, psicólogos, así como con los padres. Tras analizar las diferentes hipótesis alternativas (si la denuncia se basa en un hecho real o no), realizamos una valoración de las capacidades a través de un dibujo y de un juego que nos permite analizar su capacidad para realizar descripciones de personas, lugares y cosas, el espacio, el tiempo, la afectabilidad, la sugestión, la memoria, etc. Y después se procede a preguntar al menor mediante un abordaje del tema que nunca va a ser directo, ya que lo último sería preguntarle por los tocamientos», explica la cabo primero
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