Un equipo de arqueólogos que rastrea Ciudad Universitaria sitúa la batalla de Madrid a más de 1 kilómetro de donde se creía
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Que la Ciudad Universitaria fue clave en la Guerra Civil es un hecho. Sin embargo, hasta ahora la atención se había puesto sobre lugares icónicos como la Facultad de Medicina o el Hospital Clínico. Pero un grupo de arqueólogos, con su amplitud de miras, ha descubierto un hallazgo «verdaderamente importante». Así lo señaló ayer Alfredo González Ruibal, investigador del Instituto de Ciencias del Patrimonio del CSIC y director del proyecto sobre arqueología de la Guerra Civil y de la Dictadura en Madrid.
Durante su visita a una trinchera republicana que hay detrás de la actual Facultad de Psicología de la UNED, explicó que la batalla de Madrid -en noviembre de 1936- terminó a más de un kilómetro de la zona donde se creía que el gobierno de la República había parado a los nacionales. Para González Ruibal, esto cambia «un poco» la historia.
Hasta la fecha se pensaba que el ataque sublevado se había detenido en el río Manzanares, al sur de Puerta de Hierro. Sin embargo, su equipo ha encontrado en ese margen del campus trazas de combate a corta distancia, granadas, proyectiles de mortero y balas de pistolas. «Aquí se estaba dirimiendo el futuro del conflicto y, por ende, el futuro de España», constató González Ruibal, y puso en valor la arqueología como vía para «rescatar la historia cotidiana, la historia militar e incluso la historia política».
El investigador tampoco quiso restar importancia a la ciudad de Madrid: «Fue la primera capital del mundo en enfrentarse a la guerra moderna que después han vivido Sarajevo, Bagdad o, en estos momentos, Alepo». Y concluyó: «Excavar estas trincheras es mucho más que entender la Guerra Civil; es comprender el mundo en el que vivimos actualmente».
También el portavoz de Podemos en la Asamblea de Madrid, José Manuel López, visitó ayer esa zona de la Universidad Complutense. Su partido apuesta por incorporar la trinchera a un futuro «catálogo de Memoria Democrática» que incluya emplazamientos relevantes de la región. «Es importante que se puedan visitar y que recuperemos -como han hecho Alemania o Polonia- estos sitios tan significativos para que la gente entienda de dónde viene».
El proyecto de arqueología de la Guerra Civil y de la Dictadura en Madrid, que se encuentra en su primer año de vida, persigue entender cómo estos momentos «transformaron el paisaje de la capital y la vida de sus habitantes». En él colaboran -además del Instituto de Ciencias del Patrimonio- la Universidad del País Vasco, la Complutense de Madrid y la de Nottingham, en Reino Unido.
Durante su visita a una trinchera republicana que hay detrás de la actual Facultad de Psicología de la UNED, explicó que la batalla de Madrid -en noviembre de 1936- terminó a más de un kilómetro de la zona donde se creía que el gobierno de la República había parado a los nacionales. Para González Ruibal, esto cambia «un poco» la historia.
Hasta la fecha se pensaba que el ataque sublevado se había detenido en el río Manzanares, al sur de Puerta de Hierro. Sin embargo, su equipo ha encontrado en ese margen del campus trazas de combate a corta distancia, granadas, proyectiles de mortero y balas de pistolas. «Aquí se estaba dirimiendo el futuro del conflicto y, por ende, el futuro de España», constató González Ruibal, y puso en valor la arqueología como vía para «rescatar la historia cotidiana, la historia militar e incluso la historia política».
Fue en esa trinchera donde, durante dos años y medio, combatientes republicanos pasaron la mayor parte de su tiempo. «Hay que entenderla como un espacio de socialización», apuntó el investigador. Y comentó que -al margen de luchar- en ese enclave los soldados también dormían, charlaban, leían las cartas de sus familiares y, por supuesto, pasaban miedo. De hecho, en el interior de la trinchera se han hallado desde medallas religiosas hasta unas tijeras que se utilizaban para cortar vendas y que hablan de los heridos en combate. Por su valor didáctico, González Ruibal invitó a «musealizar» el lugar.
El investigador tampoco quiso restar importancia a la ciudad de Madrid: «Fue la primera capital del mundo en enfrentarse a la guerra moderna que después han vivido Sarajevo, Bagdad o, en estos momentos, Alepo». Y concluyó: «Excavar estas trincheras es mucho más que entender la Guerra Civil; es comprender el mundo en el que vivimos actualmente».
También el portavoz de Podemos en la Asamblea de Madrid, José Manuel López, visitó ayer esa zona de la Universidad Complutense. Su partido apuesta por incorporar la trinchera a un futuro «catálogo de Memoria Democrática» que incluya emplazamientos relevantes de la región. «Es importante que se puedan visitar y que recuperemos -como han hecho Alemania o Polonia- estos sitios tan significativos para que la gente entienda de dónde viene».
Usar la «posmemoria»
El proyecto tiene otra parte de «historia pública», y busca que la gente que participó del conflicto cuente cómo lo vivió. Estos relatos a los que la arqueología no puede llegar usan la «posmemoria»: ya no es memoria de primera mano porque no la narra la gente que la sufrió, sino sus hijos. Ellos se convierten en legatarios de un testimonio que es, en palabras de González Ruibal, «igual de emocionante y de interesante».El proyecto de arqueología de la Guerra Civil y de la Dictadura en Madrid, que se encuentra en su primer año de vida, persigue entender cómo estos momentos «transformaron el paisaje de la capital y la vida de sus habitantes». En él colaboran -además del Instituto de Ciencias del Patrimonio- la Universidad del País Vasco, la Complutense de Madrid y la de Nottingham, en Reino Unido.
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