Cerro Melero recupera las antiguas trincheras
Hay un cerro llamado Melero, como dice la canción que hay un valle en España llamado Jarama, desde el que, en los días claros, hoy se otea la simple vida cotidiana: un hospital a sus pies, una vía verde un poco más allá, el polígono industrial, la antigua carretera de Valencia, el valle del río e incluso, al fondo, las cuatro torres de la Ciudad Deportiva.Desde ese mismo cerro, en 1938, en plena Guerra Civil, la panorámica era bien diferente. Donde hoy se alza el hospital no había más que terreno yesífero; la vía verde era la plataforma de un tren de vital importancia para la logística de los ejércitos; la carretera de Valencia era el eje fundamental para mantener Madrid en manos de la República; y el río Jarama y el valle que lo rodea eran una línea de frente en la que un año antes habían muerto cerca de 20.000 soldados.
Ahora el Melero aspira a convertirse en un aula de historia al aire libre, o un simple atractivo turístico: desde hoy se puede visitar esta posición defensiva levantada por el Gobierno a mediados 1938, en lo que pretendía ser "la más moderna red de fortificaciones que desarrolla la República en los distintos frentes de Madrid".
Para ello, se ha llevado a cabo una labor de recuperación del lugar, lo que se denomina "arqueología de la Guerra Civil", bajo la supervisión de la Dirección General de Patrimonio Histórico de la Comunidad de Madrid. Decenas de metros de trincheras, un refugio antiaéreo, asentamientos de ametralladoras, un pozo para el tirador y un observatorio cubierto, todo rodeado por sacos terreros, compone la plataforma desde la que mirar, con ojos de hoy, a la Historia.
¿Qué importancia tenía en 1938 este cerro de roca yesífera en el que apenas crecen matojos? Bastante. Pongámonos en situación: en febrero de 1937 las tropas republicanas consiguieron contener una tremenda ofensiva lanzada por el Ejército franquista para conquistar Madrid. El objetivo era llegar desde Arganda hasta Alcalá de Henares y así asfixiar a la capital, dejarla sin vías de comunicación.
El Gobierno de Largo Caballero y el presidente de la II República se habían marchado a Valencia unos meses antes dando instrucciones al general Miaja de resistir hasta la muerte... o casi. La ofensiva de Franco fue frenada en lo que se conoció como Batalla del Jarama, en la que más de 10.000 soldados republicanos (muchos de ellos extranjeros de las Brigadas Internacionales) y unos 8.000 sublevados perecieron en apenas tres semanas de lucha tras apenas mover unos cientos de metros la línea del frente.
Ante la perspectiva de que la Batalla de Madrid volvería a jugarse, la República comenzó a construir la Segunda línea defensiva del III Cuerpo del Ejército, con el objetivo de frenar un nuevo intento de cortar el transporte por carretera hasta Madrid y llegar a Alcalá. Sólo en esta zona se levantaron 36 nidos de ametralladora de hormigón.
¿Cómo era la vida en las trincheras?
El cerro Melero es un ejemplo, ahora accesible y comprensible para cualquier visitante, de cómo eran estas fortificaciones. Y también sirve para hacerse una idea de cómo era la vida en ellas.En su caso, estaba preparado para acoger a una treintena de soldados con un oficial al mando. A la izquierda se extiende una línea de trinchera en zigzag de 215 metros de largo, justo al borde del terraplén, mirando hacia el Hospital del Sureste. Detrás, un ramal de comunicación, otra pequeña trinchera interna.
Para protegerse de las bombas que lanzaban los aviones Fiat de fabricación italiana y los alemanes de la Legión Cóndor, esta fortificación contaba con un refugio antiaéreo de 32 metros de longitud y dos accesos desde la trinchera, así como una vía de evacuación para hacerlo más seguro. Alrededor de él había instalados dos asentamientos de ametralladoras en trinchera, un observatorio cubierto, un puesto de fusil ametrallador y un pozo de tirador.
En cualquier caso, no fue un punto con gran actividad bélica. Un estudio publicado por la Universidad Complutense (ver PDF) concluye, ante los escasos proyectiles y casquillos hallados durante unos trabajos arqueológicos, que "es posible que no tuvieran lugar combates en la zona", sino que se trataría de "la retaguardia dentro del frente del Jarama".
A unos cientos de metros del frente de batalla
Con la ayuda de los paneles informativos, audios, luces y una pizca de imaginación, se puede ver a menos de 1,5 kiómetros en dirección a Madrid la antigua línea del frente, en torno al cerro de Valdeperdices. Cerca, el surco que deja en el paisaje el río Jarama y su viejo puente de hierro, el principal que había en la zona durante la guerra y que aguantó en pie toda la contienda.Cerro Melero era además la última defensa para Arganda ante un eventual ataque franquista. No era un pueblo interesante desde el punto de vista estratégico, pero sí logístico. Tras la Batalla del Jarama, la localidad se convirtió en un auténtico cuartel general a apenas cinco kilómetros del frente. Los pilotos soviéticos que apoyaron al Gobierno con sus Polikarpov fueron acogidos por los vecinos en sus casas; se instaló un gran hospital para atender a los heridos y en los edificios oficiales, como el Ayuntamiento, trabajaban los mandos militares, comisarios políticos y servían de centro de reunión a periodistas extranjeros que estuvieron por la zona, como Ernest Hemmingway y John Dos Passos.
El proyecto que se inaugura este viernes comenzó hace un año, con el trabajo de arqueólogos que descubrieron muchas más construcciones de las que se veían a simple vista, según explica el responsable del Archivo de Arganda, Julio Cerdá. El presupuesto total ronda los 48.000 euros, la mitad de los cuales corresponden a fondos europeos Feder. A la entrada del mismo hay una escultura conmemorativa, cedida por la Fundación Capa, que representa al Jarama, el río cuyo control costó la vida a miles de personas en sólo unos días.
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