Hay ciudades que creen en una idea y la llevan a cabo. Málaga es una de ellas. Hace años apostó por la cultura y hoy es, no solo la capital artística de Andalucía, sino una de las ciudades más visitadas de España por esos mismos argumentos. Es el resultado de un proyecto de ciudad, de una ilusión hecha realidad. Sus responsables lo supieron desde un principio. Si eran capaces de crear centros de arte de referencia, los visitantes (hasta entonces abstraídos tan solo por los encantos del sol y la playa) hallarían motivos sobrados para no dejar de venir.
La idea había que materializarla. La apertura del Museo Picasso Málaga supuso un antes y un después en la historia de la ciudad. Y de modo paralelo germinaron otros proyectos museísticos de primer nivel que hoy hacen de la capital de la Costa del Sol un imán irrenunciable para los amantes del arte a nivel internacional. Hace unos días se clausuró la exposición de la artista Louise Bourgeois titulada He estado en el infierno y he vuelto. Sus organizadores la han calificado de éxito. Se antojaba raro hace unos años que una ciudad andaluza pudiera organizar una muestra de este calibre. Hoy comenzamos a acostumbrarnos.
La generosidad de la familia Picasso permitió reunir 233 obras complementadas con la cesión temporal en comodato de otras 43. Un paseo por sus salas permite disfrutar de algunas de sus más reconocidas primeras obras, su vinculación con la ciudad que le vio nacer, su talento versátil, la sensibilidad frente a sus gustos, sus apetencias, sus iconos, sus fantasías y sus fantasmas, la importancia que dio a su familia y a su círculo de amistades, la manera de observar a los clásicos e interpretarlos, el valor del retrato, la composición, el cubismo, el desnudo...
El Centre Pompidou es el último gran proyecto museístico de Málaga. Está en el Cubo, en una estructura de vanguardia situada en Muelle Uno, frente al puerto. Abrió sus puertas a finales de marzo y su compromiso es estar aquí como mínimo cinco años. Sus responsables lo tienen claro: el ejemplo del Pompidou parisino, uno de los centros de vanguardia internacionales, invita a universalizar este modelo. Málaga ha sido la primera. El Pompidou ofrece un recorrido permanente de varias décadas por obras de arte de calidad innegable del siglo pasado y este.
Entre tanto el Museo Carmen Thyssen, epicentro de la pintura paisajística, de los grandes bodegones, los paisajes románticos y de un interesante costumbrismo asentado a lo largo del XIX y de principios del XX, en especial en la sabia pintura española, acoge hasta el 21 de febrero la exposición Carteles de artistas. De Toulouse-Lautrec a Jeff Koons. Su colección permanente invita a recorrer los grandes nombres de la pintura nacional, desde la Santa Marina de Zurbarán a algunas de las pinturas más intimistas de Julio Romero de Torres.
Hay una atención expresa por la pintura andaluza. El paisaje romántico está representado por Genaro Pérez Villaamil o Manuel Barrón. El costumbrismo lo enarbolan Domínguez Bécquer y Manuel Cabral Aguado Bejarano. El arte preciosista, Marià Fortuny. Las obras de Darío de Regoyos, Joaquín Sorolla, Francisco Iturrino o Ignacio Zuloaga elevan la pintura española a la categoría de la gran obra europea de su tiempo.
La idea había que materializarla. La apertura del Museo Picasso Málaga supuso un antes y un después en la historia de la ciudad. Y de modo paralelo germinaron otros proyectos museísticos de primer nivel que hoy hacen de la capital de la Costa del Sol un imán irrenunciable para los amantes del arte a nivel internacional. Hace unos días se clausuró la exposición de la artista Louise Bourgeois titulada He estado en el infierno y he vuelto. Sus organizadores la han calificado de éxito. Se antojaba raro hace unos años que una ciudad andaluza pudiera organizar una muestra de este calibre. Hoy comenzamos a acostumbrarnos.
Los fantasmas de Picasso
Málaga no es solo una ciudad encantadora, patrimonial y con historia. A sus encantos monumentales une una ruta por algunos de los museos más importantes del país. Hay que comenzar al lado de la calle Granada, a un paso de la plaza de la Merced. En 2003 el Museo Picasso Málaga abrió sus puertas en el Palacio de Buenavista, en la calle San Agustín donde nació uno de los artistas más relevantes. Su inauguración fue el punto de partida que convirtió a Málaga en uno de los destinos internacionales más deseados para el turismo cultural.La generosidad de la familia Picasso permitió reunir 233 obras complementadas con la cesión temporal en comodato de otras 43. Un paseo por sus salas permite disfrutar de algunas de sus más reconocidas primeras obras, su vinculación con la ciudad que le vio nacer, su talento versátil, la sensibilidad frente a sus gustos, sus apetencias, sus iconos, sus fantasías y sus fantasmas, la importancia que dio a su familia y a su círculo de amistades, la manera de observar a los clásicos e interpretarlos, el valor del retrato, la composición, el cubismo, el desnudo...
El Centre Pompidou es el último gran proyecto museístico de Málaga. Está en el Cubo, en una estructura de vanguardia situada en Muelle Uno, frente al puerto. Abrió sus puertas a finales de marzo y su compromiso es estar aquí como mínimo cinco años. Sus responsables lo tienen claro: el ejemplo del Pompidou parisino, uno de los centros de vanguardia internacionales, invita a universalizar este modelo. Málaga ha sido la primera. El Pompidou ofrece un recorrido permanente de varias décadas por obras de arte de calidad innegable del siglo pasado y este.
Exposiciones inéditas
Málaga posee una treintena de museos, pero hay dos de visita irrenunciable. Se trata del Centro de Arte Contemporáneo y del Museo Carmen Thyssen. El CAC, abierto en el antiguo matadero, a un lado del cauce del río Guadalmina, es un centro plural, cosmopolita, agitador y moderno. Desde el principio supuso un revulsivo para una ciudad adscrita desde sus orígenes a las corrientes de la modernidad. En pocos lugares como en Málaga un centro de arte tuvo tanto sentido. Hasta el 6 de diciembre el CAC presenta la exposición inédita en España del artista chino Ai Weiwei Circle of Animals/Zodiac Heads.Entre tanto el Museo Carmen Thyssen, epicentro de la pintura paisajística, de los grandes bodegones, los paisajes románticos y de un interesante costumbrismo asentado a lo largo del XIX y de principios del XX, en especial en la sabia pintura española, acoge hasta el 21 de febrero la exposición Carteles de artistas. De Toulouse-Lautrec a Jeff Koons. Su colección permanente invita a recorrer los grandes nombres de la pintura nacional, desde la Santa Marina de Zurbarán a algunas de las pinturas más intimistas de Julio Romero de Torres.
Hay una atención expresa por la pintura andaluza. El paisaje romántico está representado por Genaro Pérez Villaamil o Manuel Barrón. El costumbrismo lo enarbolan Domínguez Bécquer y Manuel Cabral Aguado Bejarano. El arte preciosista, Marià Fortuny. Las obras de Darío de Regoyos, Joaquín Sorolla, Francisco Iturrino o Ignacio Zuloaga elevan la pintura española a la categoría de la gran obra europea de su tiempo.
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