Ciudad / Cabeza de la sublevación republicana de Jaca
Día 19/10/2015 - 16.21h
Toledo acogió el rodaje de una película alegórica sobre su figura en 1931
En diciembre de 1930, un grupo de militares, encabezados por los capitanes Fermín Galán y Ángel García Hernández, se sublevaron en la localidad pirenaica de Jaca con la pretensión de derrocar al rey Alfonso XIII. La intentona fracasó. Sus promotores fueron detenidos, juzgados y condenados a muerte. Estos sucesos, que marcaron el devenir de la política nacional y conmocionaron a toda la opinión pública, fueron seguidos con especial interés en la ciudad de Toledo, en cuya Academia militar se habían formado los principales líderes sediciosos. En estos días se cumplen cien años del ingreso en la misma de Fermín Galán Rodríguez, quien fue considerado «protomártir» de la II República Española.
Hijo de un suboficial de la Armada, Fermín Galán nació en la localidad gaditana de San Fernando en 1899. Huérfano de padre, durante el verano de 1915, cuando tenía quince años, realizó las pruebas de acceso a la Academia de Infantería de Toledo, ingresando en la misma el 11 de octubre con el número 7.392. Cuatro años después se graduaba como alférez de la XXII Promoción. Tras estar unos meses destinado en Vitoria, recaló en Tetuán donde se incorporó al Tercio de Extranjeros, la Legión, ganándose en los campos de batalla el reconocimiento general de sus superiores, entre ellos el entonces teniente coronel Francisco Franco, quien no dudó en reclamarlo para su grupo de oficiales más cercanos. En 1924, siendo ya teniente, fue herido de bala en una pierna y trasladado a Madrid para su hospitalización.
Dotado de buena prosa y asiduo colaborador de la Revista de Tropas Coloniales, durante su convalecencia escribió La Barbarie Organizada, texto en el que narraba de forma novelada su visión de la guerra de África. Una vez restablecido, y tras un breve destino en Ceuta, abandonó la Legión y fue ascendido a capitán, prestando servicios en diferentes guarniciones de la península. En junio de 1926 fue detenido por estar implicado en la «sanjuanada», conspiración auspiciada por varios generales liberales descontentos con el régimen de Primo de Rivera. Fue condenado a seis años de prisión, siendo internado en el Castillo de Montjuic de Barcelona. En este periodo escribió un nuevo libro, Nueva Creación, en el que influenciado por las ideas anarquistas abogaba por una civilización donde los instintos sociales predominarán sobre los individuales.
La dimisión de Primo de Rivera, en enero de 1930, derivó en la llegada al poder del general Berenguer quien proclamó una amnistía. Galán, quien llevaba tres años y medio en prisión, solicitó su reincorporación al servicio activo, siendo destinado a Jaca. Allí coincidió con algunos oficiales, también formados en Toledo como García Hernández o Salvador Sediles, con quienes confraternizó poniéndose al servicio del Comité Nacional Revolucionario, conformado tras el Pacto de San Sebastián, en el que se aglutinaban todos los partidos no monárquicos con la finalidad de derrocar a Alfonso XIII y proclamar la República.
Galán, quien había sido nombrado delegado del Comité en Aragón, tenía prisa por propiciar el cambio de régimen. Desoyendo los criterios de sus dirigentes nacionales, en la madrugada del 12 de diciembre de 1930 sublevó a la guarnición de Jaca y comenzó una marcha hacia Huesca, si bien solo pudo avanzar unos cuantos kilómetros el ser frustrado su intento por tropas leales al gobierno. Al ser derrotado inició su huida en automóvil, pero en pocos minutos cambió de opinión y se entregó a las autoridades. Veinticuatro horas después, García Hernández y él fueron sometidos a Consejo de Guerra, siendo fusilados el día 14. Sediles, cuya familia residía en Toledo, logró huir a Francia. Esta ejecución proporcionó a los partidarios de la República dos héroes, a quienes se les rindió numerosos homenajes en toda España, convirtiéndose en mitos populares, un proceso del que la ciudad de Toledo no estuvo ajena.
Proclamada la II República, en el verano de 1931, el Ayuntamiento toledano aprobó el cambio de nombre de diferentes calles de la capital. La Cuesta de Carlos V, que enlaza la Plaza de Zocodover con el Alcázar, por entonces sede de la Academia Militar, fue dedicada a los capitanes Galán y García Hernández. Este cambio en el nomenclátor municipal coincidió con la presencia en la ciudad de un equipo cinematográfico que estaba rodando aquí escenas de una película dedicada el héroe de Jaca.
La cinta estaba dirigida por Fernando Roldán. El personaje del mártir republicano era interpretado por José Baviera, siendo producida por «Films UCE». Se trataba de recrear sus años como cadete en la Academia. Para ello se tomaron vistas panorámicas de la ciudad, del Alcázar, de la Catedral, de la Posada de la Sangre, de la sinagoga de Santa María la Blanca, de los soportales de Zocodover, de la plaza de San Justo y otros rincones típicos. El pintor Esteban Domenech, cónsul de Cuba, orientó a los camarógrafos sobre diferentes aspectos artísticos para mejorar el rodaje.
A través de las páginas de El Castellano, los toledanos conocieron el simbólico argumento de la película: «Fermín Galán –se decía-, como tantos otros compañeros suyos tiene una novia en Toledo: una novia buena e ingenua que, por sus rancias costumbres familiares, por la típica calleja en que vive y por la antigua reja a la que se asoma simboliza la austera tradición. Pero espíritu sensible a las sugerencias más progresistas de la historia, el cadete se siente acuciado con mayor fuerza por otras preocupaciones nacidas de su admiración a las epopeyas toledanas libertadoras, que atestiguan torreones y muros seculares, y especialmente la visión de Padilla y los heroísmos de las Comunidades castellanas. Y un día en los soportales de Zocodover, a la hora del paseo, se cruza con un grupo de turistas del que destaca una chica moderna que atrae súbitamente su curiosidad y cautiva pronto su espíritu apetente de amplios horizontes. La complicada viajera rima mejor con su ideal que la sencilla toledana, y esa es la mujer que a partir de entonces, ha de estimular sus exaltadas inquietudes y acompañarle hasta, ya derrumbado él en Jaca por la descarga de la fusilería, trasfigurarse ella en imagen de la República». La figura de esta turista tenia el evocador nombre de Liberta. La película se estrenó el 12 de diciembre de 1931, primer aniversario de la sublevación de Jaca, en el cine Royalty de Madrid.
Unos meses antes, en el Teatro Español, también de Madrid, se había puesto en escena una obra de Rafael Alberti dedicada a Galán y que contaba con la participación estelar de Margarita Xirgu, interpretando a la madre del militar fusilado. En su libro de memorias La arboleda perdida, el poeta gaditano cuenta como este texto, a modo de romance de ciego, fue su primera incursión en el ámbito de la literatura política. Durante su estreno se produjo una gran trifulca entre los espectadores, al aparecer en escena el personaje de la Virgen María calada con una bayoneta acudiendo en socorro de los sublevados en Jaca y pidiendo la cabeza del rey y de Berenguer. No menos provocativa era otro cuadro en el que salía cardenal Segura, arzobispo toledano y primado de España, borracho y soltando «latinajos molierescos». Aunque la crítica no fue benevolente con Alberti, la obra se mantuvo durante un mes en cartel.
Galán, García Hernández y Sediles, principales dirigentes de la sublevación de Jaca, fueron tres de los más destacados cadetes formados en Toledo que se comprometieron con la causa republicana. Alineación que también siguieron otros antiguos alumnos o profesores de la Academia como los generales Rojo y Miaja, máximos exponentes de los militares profesionales que durante la guerra civil asumieron las más altas responsabilidades en la defensa del régimen surgido el 14 de abril de 1931.
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