Dedico este artículo a mis compañeros de blog:
Teniente General Emilio Pérez Alamán
General de División de Infantería de Marina Juan Chicharro Ortega
General De Brigada Adolfo Coloma Contreras
y a todos los colaboradores del mismo. Ellos entienden y sienten lo que en él se expresa. Estamos en la misma posición.
Desde el espíritu de los héroes del Igueriben un 28 de mayo de 2016
Hay veces que cuesta un esfuerzo sobrehumano mantenerse en la corrección del lenguaje y no soltar la furia verbal que expresa el interior sentimiento. Hoy me veo en esa obligación de la mesura, pero sin disminuir un ápice la firmeza.
Hace noventa y cinco años, camino ya del centenario, empezaba una historia de España que ha sido contada de tantas formas y maneras que permanece entre lo confuso y difuso, o lo que es peor, en un indecente olvido.
Hace ahora noventa y cinco años en una posición enclavada en el corazón del Rif quedaban abandonados unos soldados españoles. Morían de hambre y sed y fueron rematados por las balas rifeñas: El Igueriben.
Aquella inútil posición estaba anclada en un perdido lugar por donde ni los pájaros volaban. Fue el comienzo de una historia cuyas consecuencias llegan hasta nuestros días. Una historia que empezaba con un abandono y que, como todas las cobardías, marcaría una etapa de decadencia y hastío. Nadie sabe donde está ni que pasó en el Igueriben, pero tampoco nadie sabe, por lo que presenciamos a diario, donde está España ni lo que ha pasado en esto últimos cien años.
El comandante Benítez defendía la posición. Julio Benítez y Benítez ya había dado muestras de su heroísmo y saber hacer cuando un mes antes defendía la posición de Sidi Dris y fue atacado por las harkas rifeñas.
En el Igueriben él y sus hombres dejaron claro donde están los héroes y donde los cobardes que abandonan a sus hombres y con ello a su nación.
No hay tiempo ni soporte para dejar plasmado lo que ocurrió en el Igueriben. Allí se condesa la historia completa de un pueblo que no quiere saber nada del pasado y permanece a la espera de que sea otro el que le arregle el futuro. Mezcla de héroes y villanos. Se repiten entonces y ahora.
En el Igueriben hay que combatir simplemente para poder beber. La clave se llama Loma de los Árboles. Los rifeños conocen el valor del terreno. Desde pequeños han interpretado los mensajes del lugar en el que viven y sufren. Se apoderan de la llave y cierran la puerta del Igueriben. La posición queda sola y solo depende de Annual. Abandonados, rodeados y sin agua. Un convoy detrás de otro. Todos fracasan. El fuego de los harqueños tenaz, preciso y mortal. A las bajas físicas se suman la de los jefes, oficiales, suboficiales y tropa que pierden la moral. Es la peor de las epidemias y ataca desesperadamente. No existe vacuna para tan mortal enfermedad.
El 21 de julio de 1921 el Igueriben está rodeado. Es el momento de empezar la historia. No es cierto que nada pudiera hacerse. No saber o no haber sabido, no querer, nada tiene que ver que con lo que se podía haber hecho. La historia empezó en el Igueriben, pero nadie sabe ni dónde está esa posición ni lo que allí ocurrió.
‹‹Resistid unas horas más, lo exige el buen nombre de España››
‹‹Mañana os juramos que seréis salvados, o todos quedaremos en el campo del honor››.
El comandante Benítez es un soldado: ‹‹Parece mentira que dejéis morir a vuestros hermanos, a un puñado de españoles que han sabido sacrificarse delante de vosotros››.
Le autorizan a parlamentar con el enemigo y la contestación avergüenza a los cobardes: ‹‹Los oficiales del Igueriben mueren, pero no se rinden››.
Es el final del heroísmo que quedará ya para siempre como pieza de museo. Ni en las Academias Militares se enseña este tipo de ingeniería del alma.
‹‹Solo quedan doce cargas de cañón que empezaremos a disparar para rechazar el asalto. Contadlas y al duodécimo disparo, fuego sobre nosotros, pues moros y españoles estaremos envueltos en la posición››.
Invertir en cosas del alma no es rentable. Los héroes suelen quedar en familia y poco más. ¿Interesa España? ¿Morir por España?
Miré los muros de la patria mía, si un tiempo fuertes ya desmoronados, de la carrera de la edad cansados, por quien caduca ya su valentía…
He mirado a uno y otro lado. He buscado y en la búsqueda con casi todos he hablado. Buscaba pregonar las razones que tienen los héroes cotidianos para servir hasta morir; a pesar de todo. Pero ya no hay poetas que canten el sentimiento de España, una patria, un amor, un dolor y la principal razón. Si cantas a España quedas marginado. Nos pasa a los locos poetas de la milicia, que cada día buscamos nuestro hueco en formación para escribir la marcialidad, el honor, el deber y el amor que nos llevó y llevará hasta el final. Todavía quedan soldados en una olvidada posición. Soldados que mueren pero no se rinden. Soldados que no engañarán jamás al uniforme que vistieron, ni se detendrán ante el fuego tenaz y preciso de los que intentan desmoralizar con cantos de antimilitarismos, de traición a los ideales más nobles. El que dio órdenes que suponen entregar la vida al cumplirlas no puede luego renegar de lo que mandó. Es reo de traición.
Con España no se juega. Cuando lo dice un soldado todos sospechan o miran para otro lado. Pero ya no somos solo los soldados los que un día y otro avisamos. Ya es asunto diario, normal y cotidiano leer: ‹‹Pobre España, que no tiene quien la defienda››. ‹‹¡Pobre España!›› ‹‹Ser patriota ya no está de moda; ojalá no se vuelva contra nosotros››.
Cualquier Gobierno que se precie, es decir que cumpla con su deber, sabe que por encima de todo, repito, por encima de todo, están las Instituciones, sus símbolos y su Constitución. Si eso no se cumple, o se cumple a medias, según interese a la negociación política, estamos en los comienzos del totalitarismo y es el momento de gritar ¡Pobre España!, que no tiene quien la defienda. ¿Será este el momento?
La dejación de funciones, olvidar el sentido del deber, incumplir con el deber que la sociedad demanda, lleva al repliegue a la vida privada, a no querer saber nada o a la crítica lejana e inservible.
Lejos de los espejismos que desde los periscopios de los submarinos emergentes se divisan hay una realidad llamada España. Si no somos los españoles los que cumplimos nuestra misión, cada uno la suya, unas más comprometidas que otras, pero todas igual de transcendentes, tendremos que volver al Igueriben. Allí y aquí todavía quedará un comandante Benítez que junto a sus hombres telegrafíe antes de dar la vida por su patria, España: ‹‹Solo quedan doce cargas de cañón que empezaremos a disparar para rechazar el asalto. Contadlas y al duodécimo disparo, fuego sobre nosotros, pues moros y españoles estaremos envueltos en la posición››.
Hace noventa y cinco años. Parece que fue ayer. Un indecente olvido.
Tendrá que ser un poeta. Solo nos puede salvar la creación artística.
La poesía.
Entonces lo vi allí, al héroe, indiferente,
Con su uniforme de guardarropía,
anacrónico. El pecho cubierto de medallas y de nobles
cintajos,
maravillas de seda y cobre.
Vi al héroe, descansando sobre el banco de piedra.
y yo, que oía
todos los sones, solo oí el silencio, su silencio,
el silencio del héroe,
sordo al mar, a la música, a sus recuerdos y proyecto
Con la música crean un inmenso silencio.
‹‹¡Pobre España!›› ‹‹Ser patriota ya no está de moda; ojalá no se vuelva contra nosotros››, decía el director de un conocido diario nacional. En estos momentos el astrolabio evidencia una posición desconocida, al menos dudosa, de los astros que rigen nuestro futuro. Hay evidentes pruebas de que el simple aleteo de alas de una mariposa puede desencadenar huracanes devastadores a miles de kilómetros de distancia.
Como esos hechos aislados, perdidos en la historia de los pueblos, que agitan las conciencias para siempre.
Estamos rodeados. El fuego es tenaz, preciso y mortal. Alguno pierde la moral. Pero los del Igueriben mueren pero no se rinden.
‹‹Al duodécimo disparo, fuego sobre nosotros››. Empiecen a contar…
General de División (R.) Rafael Dávila Álvarez
Teniente General Emilio Pérez Alamán
General de División de Infantería de Marina Juan Chicharro Ortega
General De Brigada Adolfo Coloma Contreras
y a todos los colaboradores del mismo. Ellos entienden y sienten lo que en él se expresa. Estamos en la misma posición.
Desde el espíritu de los héroes del Igueriben un 28 de mayo de 2016
Hay veces que cuesta un esfuerzo sobrehumano mantenerse en la corrección del lenguaje y no soltar la furia verbal que expresa el interior sentimiento. Hoy me veo en esa obligación de la mesura, pero sin disminuir un ápice la firmeza.
Hace noventa y cinco años, camino ya del centenario, empezaba una historia de España que ha sido contada de tantas formas y maneras que permanece entre lo confuso y difuso, o lo que es peor, en un indecente olvido.
Hace ahora noventa y cinco años en una posición enclavada en el corazón del Rif quedaban abandonados unos soldados españoles. Morían de hambre y sed y fueron rematados por las balas rifeñas: El Igueriben.
Aquella inútil posición estaba anclada en un perdido lugar por donde ni los pájaros volaban. Fue el comienzo de una historia cuyas consecuencias llegan hasta nuestros días. Una historia que empezaba con un abandono y que, como todas las cobardías, marcaría una etapa de decadencia y hastío. Nadie sabe donde está ni que pasó en el Igueriben, pero tampoco nadie sabe, por lo que presenciamos a diario, donde está España ni lo que ha pasado en esto últimos cien años.
El comandante Benítez defendía la posición. Julio Benítez y Benítez ya había dado muestras de su heroísmo y saber hacer cuando un mes antes defendía la posición de Sidi Dris y fue atacado por las harkas rifeñas.
En el Igueriben él y sus hombres dejaron claro donde están los héroes y donde los cobardes que abandonan a sus hombres y con ello a su nación.
No hay tiempo ni soporte para dejar plasmado lo que ocurrió en el Igueriben. Allí se condesa la historia completa de un pueblo que no quiere saber nada del pasado y permanece a la espera de que sea otro el que le arregle el futuro. Mezcla de héroes y villanos. Se repiten entonces y ahora.
En el Igueriben hay que combatir simplemente para poder beber. La clave se llama Loma de los Árboles. Los rifeños conocen el valor del terreno. Desde pequeños han interpretado los mensajes del lugar en el que viven y sufren. Se apoderan de la llave y cierran la puerta del Igueriben. La posición queda sola y solo depende de Annual. Abandonados, rodeados y sin agua. Un convoy detrás de otro. Todos fracasan. El fuego de los harqueños tenaz, preciso y mortal. A las bajas físicas se suman la de los jefes, oficiales, suboficiales y tropa que pierden la moral. Es la peor de las epidemias y ataca desesperadamente. No existe vacuna para tan mortal enfermedad.
El 21 de julio de 1921 el Igueriben está rodeado. Es el momento de empezar la historia. No es cierto que nada pudiera hacerse. No saber o no haber sabido, no querer, nada tiene que ver que con lo que se podía haber hecho. La historia empezó en el Igueriben, pero nadie sabe ni dónde está esa posición ni lo que allí ocurrió.
‹‹Resistid unas horas más, lo exige el buen nombre de España››
‹‹Mañana os juramos que seréis salvados, o todos quedaremos en el campo del honor››.
El comandante Benítez es un soldado: ‹‹Parece mentira que dejéis morir a vuestros hermanos, a un puñado de españoles que han sabido sacrificarse delante de vosotros››.
Le autorizan a parlamentar con el enemigo y la contestación avergüenza a los cobardes: ‹‹Los oficiales del Igueriben mueren, pero no se rinden››.
Es el final del heroísmo que quedará ya para siempre como pieza de museo. Ni en las Academias Militares se enseña este tipo de ingeniería del alma.
‹‹Solo quedan doce cargas de cañón que empezaremos a disparar para rechazar el asalto. Contadlas y al duodécimo disparo, fuego sobre nosotros, pues moros y españoles estaremos envueltos en la posición››.
Invertir en cosas del alma no es rentable. Los héroes suelen quedar en familia y poco más. ¿Interesa España? ¿Morir por España?
Miré los muros de la patria mía, si un tiempo fuertes ya desmoronados, de la carrera de la edad cansados, por quien caduca ya su valentía…
He mirado a uno y otro lado. He buscado y en la búsqueda con casi todos he hablado. Buscaba pregonar las razones que tienen los héroes cotidianos para servir hasta morir; a pesar de todo. Pero ya no hay poetas que canten el sentimiento de España, una patria, un amor, un dolor y la principal razón. Si cantas a España quedas marginado. Nos pasa a los locos poetas de la milicia, que cada día buscamos nuestro hueco en formación para escribir la marcialidad, el honor, el deber y el amor que nos llevó y llevará hasta el final. Todavía quedan soldados en una olvidada posición. Soldados que mueren pero no se rinden. Soldados que no engañarán jamás al uniforme que vistieron, ni se detendrán ante el fuego tenaz y preciso de los que intentan desmoralizar con cantos de antimilitarismos, de traición a los ideales más nobles. El que dio órdenes que suponen entregar la vida al cumplirlas no puede luego renegar de lo que mandó. Es reo de traición.
Con España no se juega. Cuando lo dice un soldado todos sospechan o miran para otro lado. Pero ya no somos solo los soldados los que un día y otro avisamos. Ya es asunto diario, normal y cotidiano leer: ‹‹Pobre España, que no tiene quien la defienda››. ‹‹¡Pobre España!›› ‹‹Ser patriota ya no está de moda; ojalá no se vuelva contra nosotros››.
Cualquier Gobierno que se precie, es decir que cumpla con su deber, sabe que por encima de todo, repito, por encima de todo, están las Instituciones, sus símbolos y su Constitución. Si eso no se cumple, o se cumple a medias, según interese a la negociación política, estamos en los comienzos del totalitarismo y es el momento de gritar ¡Pobre España!, que no tiene quien la defienda. ¿Será este el momento?
La dejación de funciones, olvidar el sentido del deber, incumplir con el deber que la sociedad demanda, lleva al repliegue a la vida privada, a no querer saber nada o a la crítica lejana e inservible.
Lejos de los espejismos que desde los periscopios de los submarinos emergentes se divisan hay una realidad llamada España. Si no somos los españoles los que cumplimos nuestra misión, cada uno la suya, unas más comprometidas que otras, pero todas igual de transcendentes, tendremos que volver al Igueriben. Allí y aquí todavía quedará un comandante Benítez que junto a sus hombres telegrafíe antes de dar la vida por su patria, España: ‹‹Solo quedan doce cargas de cañón que empezaremos a disparar para rechazar el asalto. Contadlas y al duodécimo disparo, fuego sobre nosotros, pues moros y españoles estaremos envueltos en la posición››.
Hace noventa y cinco años. Parece que fue ayer. Un indecente olvido.
Tendrá que ser un poeta. Solo nos puede salvar la creación artística.
La poesía.
Entonces lo vi allí, al héroe, indiferente,
Con su uniforme de guardarropía,
anacrónico. El pecho cubierto de medallas y de nobles
cintajos,
maravillas de seda y cobre.
Vi al héroe, descansando sobre el banco de piedra.
y yo, que oía
todos los sones, solo oí el silencio, su silencio,
el silencio del héroe,
sordo al mar, a la música, a sus recuerdos y proyecto
Con la música crean un inmenso silencio.
‹‹¡Pobre España!›› ‹‹Ser patriota ya no está de moda; ojalá no se vuelva contra nosotros››, decía el director de un conocido diario nacional. En estos momentos el astrolabio evidencia una posición desconocida, al menos dudosa, de los astros que rigen nuestro futuro. Hay evidentes pruebas de que el simple aleteo de alas de una mariposa puede desencadenar huracanes devastadores a miles de kilómetros de distancia.
Como esos hechos aislados, perdidos en la historia de los pueblos, que agitan las conciencias para siempre.
Estamos rodeados. El fuego es tenaz, preciso y mortal. Alguno pierde la moral. Pero los del Igueriben mueren pero no se rinden.
‹‹Al duodécimo disparo, fuego sobre nosotros››. Empiecen a contar…
General de División (R.) Rafael Dávila Álvarez
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