Milans del Bosch clausuró el Barça por pitar el himno en 1925 y Gamper dimitió
De nuevo con la polémica de los pitos al himno de España durante la final de Copa de este domingo en el Calderón, basta con repasar la historia para ver que tampoco es algo nuevo
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El pasado 26 de abril, la Sección Tercera de lo Penal de la Audiencia Nacional revocó el archivo de la pitada al himno nacional y a Felipe VI que se produjo en la final de la Copa del Rey de 2015, disputada en el Camp Nou entre el FC Barcelona y el Athletic de Bilbao. En vísperas de una nueva final copera, en esta ocasión entre el FC Barcelona y el Sevilla en el Calderón, la polémica sobre las presencia de esteladas -la bandera independentista catalana- y los pitos al himno y al Rey vuelven a acaparar la atención, desgraciadamente más incluso que el propio partido entre el reciente campeón de Liga y el pentacampeón de la Europa League.
Resulta curioso que haya un antecedente similar cuando Alfonso XIII reinaba en España. Ocurrió en 1925, año triunfante y festivo para el club azulgrana. El Barcelona no solo celebraba las bodas de plata de su fundación, sino que en aquella temporada, la 1924-25, se había proclamado campeón de torneo regional de Cataluña y de la Copa del Rey. Con motivo de esa efeméride y de los dos éxitos deportivos cosechados, Joan Gamper, fundador del club y presidente por aquel entonces, organizó un partido en homenaje a los flamantes campeones y, al mismo tiempo, al Orfeó Català, sociedad que había nacido en 1891 y fue pionera en la música coral de Cataluña.
El domingo 14 de junio de 1925, con una gran entrada en el Camp de Les Corts, se jugó el encuentro entre el Barcelona y el Júpiter catalán. La euforia de los barcelonistas por los dos títulos conseguidos contrastaba con la tensión política que se respiraba entre Cataluña y el Gobierno de España. El caso es que en el descanso de la amistosa confrontación, la banda de música de un buque británico de la Royal Navy que había atracado en el puerto de Barcelona interpretó la 'Marcha real'. Los cerca de 14.000 espectadores que asistieron al partido silbaron al unísono el himno de España. Instantes después, la misma banda pasó a interpretar el 'God Save the Queen' (Dios salve a la reina), el himno británico, que fue recibido con sonoros aplausos. Aunque fue lo de menos, la contienda terminó con un 3-0 a favor del conjunto blaugrana. El capitán general Milans del Bosch consideró la pitada "un acto incalificable de desafección a la patria, con el agravante de producirse ante extranjeros"
Como consecuencia de la pitada, Justo Conde, comandante del Cuerpo de Seguridad de Barcelona, abrió un expediente al club barcelonista para depurar los hechos ocurridos en el citado partido-homenaje. Diez días más tarde, el 24 de junio de 1925, tras ser analizado el sumario de Conde, Joaquín Milans del Bosch y Carrió, capitán general del Ejército español y gobernador civil de Cataluña, convocó una rueda de prensa. Los periodistas que asistieron al acto recibieron el texto de la resolución que había adoptado dicho militar, el cual debería ser publicado al día siguiente en todos los diarios de la época.
En su extenso dictamen, con fecha 24 de junio de 1925, Milans del Bosch se quejaba de que Joan Gamper no hubiera comunicado al Gobierno si se trataba de un homenaje al Orfeó Català y recriminó la “descortesía y desconsideración con la que se escuchó la 'Marcha real' española”, lo que, según el capitán general, constituía “un acto de incalificable desafección a la patria, con el agravante de producirse ante extranjeros”. En otros apartados, Milans del Bosch apuntaba que “en la citada sociedad existe la tendencia, que se ha acentuado en los últimos tiempos y muy especialmente con motivo de la victoria alcanzada en el torneo regional, de rehuir citar el nombre de España, llamándolo imprudentemente campeonato peninsular”. Gamper se tomó el consejo de irse de España como una inhabilitación a perpetuidad: presentó la dimisión como presidente del Barça y se fue a su Suiza natal
La resolución de Milans del Bosch concluía considerando que "por sensible que sea adoptar determinaciones en contra de una sociedad tan numerosa, la conducta seguida por la sociedad del F.C. Barcelona impone el deber de adoptar medidas que, por lo mismo que recogen el sentir de la opinión general, ha de ser por mí firmemente sostenido". De este modo, el militar acordó, "haciendo uso de las facultades que me están conferidas: clausurar por término de seis meses el funcionamiento de esta sociedad, no pudiendo durante dicho tiempo dar espectáculo alguno, ni concurrir a otros como tal asociación, ni usar los emblemas ni distintivos de la sociedad".
Joan Gamper, la directiva y socios del Barça calificaron la sanción de parcial y exagerada, hasta el punto de asegurar que tan largo castigo podría hacer tambalear la existencia del club catalán. Por si fuera poco, Justo Conde, el mencionado comandante del cuerpo de seguridad de Barcelona, había solicitado al Gobierno que se invitara a Gamper a marcharse de España por considerarle culpable de lo sucedido en Les Corts. En su informe destacaba que “si la 'Marcha real' no se oyó con la devoción debida fue por no hallarse preparado el público, y de ahí que se produjeran siseos”. La sugerencia de Conde, que fue aceptada por el Gobierno central, la interpretó Joan Gamper como una inhabilitación a perpetuidad. Sin perder un segundo, presentó la dimisión y se marchó a Suiza, su tierra natal, asegurando que nunca volvería a ser presidente del Barcelona. Arcardi Balaguer, persona bien vista por el Gobierno de España y amigo personal Alfonso XIII, sucedió a Gamper y consiguió rebajar el castigo a tres meses
De este modo, en diciembre de 1925, Arcadi Balaguer, barón de Olivar, iniciaba su andadura como presidente del FC Barcelona. Balaguer era una persona que no solo estaba bien vista por el régimen, sino que era amigo personal del rey Alfonso XIII. Tras reunir el apoyo popular y económico suficiente para salvar de la quiebra al Barça, aspecto en el que destacó la aportación de la Banca Jover y los socios, el nuevo presidente azulgrana logró que la sanción se redujera a tres meses. Eso sí, después de mantener una conversación con el monarca español.
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