Así expresaba mi inquietud en artículo de este blog en Mayo del año pasado, cuando el traspaso se convirtió en noticia de “radio macuto” entre los residentes de la “Residencia Logística Central de Asistencia a Mayores”. Lo titulé exactamente “Espíritu de Compañerismo” porque solicitaba el esfuerzo del Mando para no abandonar a sus mayores, compañeros, la mayoría con muchos hechos en su haber, tanto en guerra como en paz, al igual que sus viudas y huérfanas.
Por supuesto, las razones económicas obligaban a marcar prioridades entre los ya esquilmados fondos operativos, por lo que la ayuda al débil no podía incrementar el gasto de un Ejército. Claro está que la situación administrativa no es un combate y en ella no se puede pedir que se perezca peleando por el gasto que supone atender a nuestros antiguos jefes y subordinados en sus momentos de mayor necesidad, apelando al Espíritu de Compañerismo de los más jóvenes. Creo que sin necesidad de llegar al máximo sacrificio, si han faltado otros resortes, más acordes con el corazón del soldado que con la frialdad de la burocracia funcionarial.
Al final, sin querer darle más vueltas, que no llevan a ningún sitio. Después del caso omiso a la llamada hecha con un año de antelación, el último día de Junio se arrió por última vez la Bandera de España en otro Establecimiento Militar, que por lo ya mencionado no era uno más.
El Acto fue presidido por el General Director Interino de la Dirección de Asistencia al Personal, antiguo subordinado mío, como Capitán Jefe de Compañía en la II Bandera Paracaidista y como Jefe de Batallón en la Brigada Extremadura. Un Piquete del Cuartel General del Ejército rindió los Honores a la Bandera y a los Caídos por España. Dos residentes colocaron la corona en el Monumento y la Enseña Nacional se le entregó, para su custodia, al Coronel Echanove, como más antiguo y veterano de la Residencia.
Fue imposible contener la emoción. Todas aquellas caras moldeadas por el paso de los años y de lo mucho vivido, no siempre bueno, hicieron correr sus lagrimas por los surcos de la piel cual ríos de desilusión. Les habían fallado. Con dificultad para creerlo de no haberlo visto, tres residentes en sillas de ruedas se irguieron, después de mucho tiempo de inmovilidad, y se esforzaban por adoptar la posición de firmes cuando se arriaba la Bandera al son del Himno de España. ¡Qué lección!
Para lección, la que ´dejó en el corazón de todos los presentes el Coronel Director al que le correspondió la dura Misión de cumplir la orden de la cesión de su propia labor y la de sus antecesores a la empresa civil, después de entregarse a sus residentes mucho más allá de lo que les exigía el deber. Sus palabras de despedida no desmerecieron en nada su trabajo incansable en defensa del bienestar de sus mayores. Hubo en ellas lealtad, disciplina, compañerismo, pero sobre todo cariño. Terminó, no con citas patrióticas ni grandilocuentes, sino con estrofas de la canción del Dúo Dinámico “RESISTIRÉ”
“Resistiré erguido frente a todos
me volveré de hierro para endurecer mi piel
y aunque los vientos de la vida soplen fuerte
soy como el junco que se dobla
pero siempre sigue en pie
En este inolvidable Acto solo sentí la falta de una remembranza del Establecimiento que se disolvía tras 68 años de servicio activo. También se nos ha contagiado de la desmemoria histórica. Todavía estaba yo en activo cuando se suprimió de la Orden del Día de las Unidades el primero de sus puntos: “EFEMÉRIDES” en el que se recordaba un hecho histórico sucedido aquella jornada años o siglos pretéritos. Otra cesión inexplicable.Pues bien, lo hago yo. El origen de la, hasta ahora, “Residencia Logística Central de Asistencia a Mayores”, fue el “Sanatorio Militar Generalísimo en Guadarrama”, inaugurado el 20 de Febrero de 1949, por el Jefe del Estado con la presencia del Ministro del Ejército, Teniente General Dávila, el Ministro de Marina, Almirante Regalado y el Capitán General de la Región Teniente General Muñoz Grandes. La finalidad fue completar la red de sanatorios antituberculosos que se había iniciado en Quintana del Puente y en Ronda pese a las dificultades económicas de la época, dada la gravedad de dicha enfermedad en aquellos años.
Como comprenderán, diez años alejado de la situación activa, no me deja conocer cuánto ha pesado lo económico a la hora de disolver 68 años de historia de este servicio de retaguardia de nuestro Ejército y el dolor causado a nuestros más mayores.
Lo cierto es que lo de la supresión de la EFEMÉRIDES en las órdenes del día de las Unidades, no ahorraba más que un poco de tinta, pero como estaríamos y estamos en verano, daría y da la sensación de que, por la época del año, hay más “Rodríguez” de lo que parece.
Emilio Pérez Alamán Teniente General (R.)
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