No hace falta mucha explicación para entender la existencia de tan formidables y veteranas fortalezas. Vigilan ambas el Puerto de Somport. Uno de los escasos pasos de montaña de esa impresionante barrera que forman los Pirineos, con sus cientos de picos escarpados, inexpugnables que al este y oeste del paso se extienden desde el Golfo de Lión hasta el de Vizcaya.
Los Pirineos que han sido el escenario habitual, la casa por excelencia de nuestras excelentes unidades de montaña, también han sido el sepulcro de muchos buenos soldados, cazadores, artilleros, zapadores de montaña que han dejado lo mejor de sí mismos: ilusión, juventud en muchos casos, oficio y amor al servicio y a la montaña en todos ellos. Ha sido el caso del Cazador de Montaña Rubén Rangel Vizuete, de la compañía de Esquiadores-Escaladores del Regimiento de Cazadores de Montaña Galicia 64, que el pasado día 2 perdió la vida en acto de servicio, mientras se adiestraba en prácticas de escalada en la zona de Canfranc.
La Cantera de Canfranc, una de las escuelas de escalada donde nuestros montañeros se inician en esta especialidad antes de lanzarse a las prácticas de vida, movimiento y combate en alta montaña estival, de la misma manera que en invierno practican el movimiento sobre esquíes, la supervivencia en terreno nevado o el rescate en aludes ha sido el escenario del infortunio. Un accidente fortuito e imprevisible, como el desprendimiento de unas rocas ha acabado con la vida de Rubén y ha dejado cinco heridos más que afortunadamente ya se están recuperando. Y es que la montaña impone unas condiciones de dureza que se suman a las del propio adiestramiento militar llevándolo a situaciones a veces extremas.
Desde luego, no soy yo el soldado más adecuado para ensalzar el valor de las unidades de montaña. Otros con más experiencia, merito y capacidad lo harán mejor. Pero sí quiero dar testimonio de su dureza como testigo directo en mis dos breves pero intensos destinos en estas unidades. De capitán, al mando de una compañía de cazadores de montaña en el Batallón Cataluña IV en Berga y de comandante en el Cuartel General de la Brigada de Cazadores de Montaña LI en San Sebastián. Las Unidades de Montaña son formidables escuelas de mando.
Después de nuestra “incivil” guerra de 1936 – 39, en plena convulsión bélica europea, llegó a haber en el Ejército hasta 36 Batallones de Cazadores de Montaña, más los consiguientes apoyos de Artillería, Ingenieros y abastecimientos. Prácticamente todos los valles pirenaicos contaban con algún destacamento de montaña. Irún en Vascongadas, Elizondo, Belagua, Estella, o Burguete en Navarra. Batiellas, Sabiñánigo, Biescas, Barbastro o Benasque en Aragón. Viella, Seo de Urgell, Berga, Puigcerdá, La Collada de Tosas, o Figueras en Cataluña, son algunas de las muchas poblaciones que albergaron guarniciones de montaña.
Desde entonces, en todos los planes de reorganización (léase de reducción) del Ejército, las unidades de montaña han sido las auténticas sufridoras, particularmente tras el ingreso de España en la OTAN. Con todo y con ello, los más viejos hemos conocido dos Divisiones de Montaña (Urgell al oeste y Navarra al oeste) más una Brigada de Alta montaña, desplegadas en el Pirineo. Si comparamos tales especializados efectivos con los cuatro únicos batallones de cazadores que permanecen en la actualidad: BCZM Montejurra en Aizoain , BCZM Pirineos en Jaca, BCZM Barcelona en la ciudad condal y el BCZM Badajoz en San Clemente de Sasebas, se constata la dramática reducción de efectivos de montaña. Y nos encaminamos a un horizonte en el que solo sobrevivirá un único Batallón de Cazadores, el de Jaca, con una compañía de esquiadores escaladores y algunas compañías con adiestramiento en terreno montañoso dispersas entre las brigadas polivalentes. ¡Menos mal que subsiste la casa madre! La Escuela Militar de Montaña y Operaciones Especiales.
El curso que especializaba a los oficiales y suboficiales del Ejército para el desempeño del mando en tan exigentes unidades, solo comparable en extensión y dureza al de operaciones especiales, llegó en tiempos pretéritos a durar dos años. En la actualidad ha perdido mucho atractivo entre nuestros jóvenes mandos ya que no ven muchas expectativas de destino en las unidades para cuyo mando se les capacita.
Pero si es cierto que, a efectos estratégicos, los Pirineos han perdido una parte de su valor defensivo, no es menos cierto que la geografía española, incluyendo los archipiélagos, es muy montañosa. Basta recordar la reflexión que el tratadista británico Lidell Hart realizó en torno al General Arthur Wellesley, el Duque de Wellington, quien en sus cabalgadas por España durante la Guerra de la Independencia (para ellos “the Peninsular War”) trataba siempre de adivinar lo que había “al otro lado de la colina” detrás de cada collado o vuelta del camino, lo que habla del carácter montañoso de nuestra Iberia. Y si nos referimos a nuestras operaciones en el exterior, las Unidades de montaña han demostrado su especial valía y aportado un plus de capacidades en escenarios como Bosnia Herzegovina o Afganistán.
En cualquier caso, volviendo al principio les recomiendo el recorrido que les he propuesto. Pero al pasar por Canfranc, se lo ruego, tengan un recuerdo para Rubén Rangel, para su familia, para sus compañeros de armas, para todos los soldados sin distinción de empleo que han dejado su vida en aquellas solitarias cumbres.
….Atrás quedan los valles del odio y del rencor.
Arriba las montañas que son nuestra ilusión.
¡Qué bella es la montaña! Donde poder cantar
Canciones de esperanza en la grandiosa soledad…
Seguro que cantó Rubén en más de una ocasión, a la belleza de las montañas, a la ilusión y a la esperanza. Ilusión y esperanza que la montaña la ha arrebatado. Pocas palabras y menos explicaciones se le pueden dar a unos padres que han visto truncada la vida de un hijo a los 25 años de edad. Pero al menos les quedará el consuelo de que murió haciendo lo que le gustaba: servir a España, en las filas del Ejército, en una de sus mejores unidades, en la montaña.
Musiten pues a su paso un oración, cualquiera. Pero si la recuerdan recen a Dios como lo hacen los soldados de montaña:
“Señor Dios de las montañas
Señor Dios de los azules cielos
Señor Dios de las nieves y los hielos
Protege a los que guardan
la paz de España en solitarias cumbres”
Cuando se pasa lista en una compañía, escuadrón o batería, al oír su nombre un soldado responde ¡presente! Pero cuando ese soldado deja la compañía para siempre porque es Dios quien le reclama, son sus compañeros los que responden por él:
Cazador de Montaña Rubén Rangel Vizuete:
¡¡¡¡PRESENTE!!!!
Adolfo Coloma
General de Brigada (R) del Ejército
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