La desconocida historia de miles de españoles que suspenden su vida civil para volver a hacer la mili y son enviados a misiones
Durante ese tiempo pierden dinero. Lo hacen, explican, por amor a la patria. Hay pilotos de avión, abogados economistas, enfermeras...
El nombre podría inspirar el título de una buena película de acción: Los reservistas, el ejército invisible. El argumento principal tendría como protagonistas a un médico, a un abogado y a una arqueóloga que realizan diferentes misiones para las Fuerzas Armadas españolas. El médico podría ser Ignacio Tuesta. Cuando está activado en Líbano se desplaza en una ambulancia blindada a las zonas de combate. Siempre sale protegido con un chaleco antibalas, casco y ametralladora. Su misión es ayudar a los soldados españoles heridos. Salvar vidas. Nada más aterrizar en Madrid, se quita el uniforme militar y se enfunda la bata. Su día a día transcurre entre los quirófanos del Hospital La Paz. Ignacio es cirujano cardiovascular. Hasta que recibe una llamada del Ministerio de Defensa reclamando sus servicios. Entonces se convierte en reservista.
El abogado sería Chisco de Arcanio. Vestido de traje y corbata, gestiona una empresa de asesoramiento patrimonial. Vestido de militar, imparte cursos a los soldados sobre sanidad táctica en combate.
El papel de arqueóloga lo haría Belén Espeso. Cuando no está con sus investigaciones en Valladolid, custodia el Museo Naval de Cartagena bajo los mismos derechos y deberes que cualquier militar.
En los títulos finales del filme pondría que son historias reales en homenaje a los grandes desconocidos de las Fuerzas Armadas. Los reservistas son civiles que aportan sus habilidades y conocimientos al Ejército. Hay lo mejor de cada casa. Médicos, enfermeros, economistas, pilotos, ingenieros, químicos... acceden a las pocas plazas que cada año saca Defensa. Pasan a estar bajo la jurisdicción militar y hacen una "segunda mili" en la que reciben una instrucción básica.Crónica habla con nueve de ellos, especialistas en diferentes campos laborales, que quieren dar visibilidad a su desapercibida misión dentro del Ejército.
Esta semana se ha celebrado en Madrid el Congreso Internacional de Reservistas de la OTAN. Participan los 28 países que aportan 500 reservistas. Estamos con ellos en la presentación en un lujoso hotel. Cada uno va con el uniforme de la unidad a la que pertenece.
En la puerta nos recibe uno de los organizadores, Luis Placencia, teniente reservista voluntario destinado en las Fuerzas Aeromóviles del Ejército de Tierra y presidente de la Federación de Organizaciones de Reservistas de España (FORE). También es el gerente de administración de un colegio americano en Pozuelo. Cuenta que en España se han formado 17.000 reservistas desde la primera promoción en 2003. "Ahora tenemos a 4.200 en activo. Somos un complemento de las Fuerzas Armadas. Siempre estamos disponibles cuando nos necesitan"», explica Luis, al que preocupan los datos del Instituto de Estudios Estratégicos: sólo un 16% de los españoles estaría dispuesto a defender el país en un conflicto armado. "En la última década esa cifra ha bajado 10 puntos. No tenemos ninguna conciencia de defensa".
En el congreso también está Patricia Perurena, que lleva 30 años trabajando como azafata de Iberia. Solo el 12% de los reservistas es mujer. De abuelo guardia civil y padre militar, Patricia se inscribió como reservista en 2006. Hizo la instrucción en San Fernando (Cádiz) y ahora pertenece a la Unidad de Servicios de Acuartelamiento. "Cuando me activan, mi trabajo es el de mantenimiento de las instalaciones en cuarteles de Madrid y Zaragoza", dice la azafata. Tanto ella como Luis quieren resaltar las pocas plazas que Defensa convoca cada año. Hace una década eran más de 3.000 y ahora superan por poco la centena. "Hay miles de civiles deseando servir a su país", aseguran.
En España las cifras de reservistas son muy bajas en comparación con otros países vecinos donde, debido a la amenaza terrorista, están aumentando. Hace tres días el ministro del Interior francés anunció que la Guardia Nacional tendrá 84.000 reservistas. "En Alemania se quiere llegar a los 60.000, por eso han abierto la convocatoria a cualquier otro ciudadano de la Unión que quiera apuntarse. Aquí no tenemos un ministerio que nos apoye y cuente con nosotros», afirma Chisco de Arcanio, presidente de la asociación Ares de reservistas españoles, con 600 miembros. Su lema: "Siempre dispuestos". "Somos como ese suplente permanente, estamos preparados todos los días del año esperando a que nos llamen".
Chisco, 49 años, casado y con dos hijos, es economista, abogado y está terminando Enfermería. En su día hizo el servicio militar, y siempre ha querido volver a vincularse a las Fuerzas Armadas. Por eso se apuntó cuando salieron las plazas de reservistas en 2004. Entró en la Brigada Paracaidista. En los últimos años se ha formado junto a los cuerpos de seguridad estadounidenses en sanidad táctica en combate. Sus conocimientos ahora los imparte, cuando le activan, en cursos para los militares del Escuadrón de Zapadores Paracaidistas de la Base Aérea de Alcantarilla (Murcia). "Enseño cómo controlar una hemorragia en combate o cómo hacer un torniquete. Un día un teniente que estaba en Afganistán me escribió un email diciendo que gracias a mis enseñanzas había podido salvar a 7 soldados durante una emboscada", explica Chisco, que está deseando que le llamen para una misión en el extranjero. "Para esas operaciones sólo cuentan con los sanitarios".
Es el caso de la médico de familia Begoña Porrit. Esta mujer de 54 años trabaja en el centro de salud Mos, en Vigo. En 2013 entró como alférez médico reservista en los Cuerpos Comunes. "Nunca he tenido ni familia ni espíritu militar. Quería ayudar a mi país en misiones humanitarias y durante la instrucción rompí con los esquemas y prejuicios que tenía del Ejército", dice. El año pasado estuvo embarcada en la fragata Blas de Lezo en una operación antiterrorista de la OTAN. El 16 de agosto irá al buque escuela Juan Sebastián Elcano. Su misión es atender las patologías que sufran los tripulantes.
El cirujano de La Paz, Ignacio Tuesta, también ha participado en operaciones similares en Líbano y en Somalia. Asegura que ningún reservista se embarca en una aventura así por dinero. "Normalmente, los profesionales que estamos en la reserva ganamos el doble en nuestros trabajos civiles. Cuando nos activan pasamos a una situación laboral de servicios especiales".
Ignacio, de 52 años, está ahora con la Armada en la base naval de Las Palmas. Allí también hizo su primera misión con la Unidad Militar de Emergencias durante un incendio en 2012, atendiendo a los quemados. Un año después estuvo en la base Miguel de Cervantes en Líbano, con las emergencias médicas de las tropas españolas, y ha participado en la operación Atalanta, una misión internacional contra la piratería en aguas de Somalia.
En otra isla, la de Ibiza, encontramos al piloto de aviones Jorge Bernaldo de Quirós. De pequeño quería ser piloto militar y siempre se le quedó esa espina. Por eso entró como reservista en 2007. Pertenece al 801 Escuadrón Sar del Ala 49 en Palma de Mallorca, donde imparte cursos de seguridad en vuelo. "Enseño a los militares a gestionar adecuadamente los recursos que hay a bordo para evitar accidentes", explica Jorge, que critica que en España todavía no hay la cultura de reservista de otros países. "Aquí nuestra figura no está muy utilizada, salvo los médicos. Creen que no tienen la necesidad de contar con nosotros".
Para ser reservista voluntario uno debe tener nacionalidad española y estar entre los 18 y 58 años. En caso de ser seleccionado, hay que hacer una formación militar básica. Dos semanas de entrenamiento intensivo donde se aprende a jurar bandera, el saludo protocolario, instrucción de desfile, estrategia en combate y prácticas de tiro. Uno sale de alférez y lo destinan a Tierra, Aire, a la Armada o a los Cuerpos Comunes, donde puede dar servicio a varias unidades.
Así lo hizo el alférez en Cuerpos Comunes Fernando Novo, 49 años, farmacéutico y experto en medio ambiente que lleva un año como reservista. Trabaja en una multinacional de gestión de aguas y ha prestado servicio a las Fuerzas Armadas en gestiones ambientales.
En el Tercio Norte de Infantería de Marina en Ferrol encontramos a la alférez enfermero Ana María Álvarez, que ha participado en maniobras en Zaragoza montando hospitales de campaña. Tiene 52 años y dice que le van a ascender a teniente. "Cada año me activan en la Brigada Paracaidista un máximo de tres meses", cuenta esta enfermera con familia de tradición militar. Los nueve reservistas reclaman lo mismo: "Las Fuerzas Armadas tienen que contar más con nosotros. Podemos ser un buen complemento en estos tiempos turbulentos".
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