El CITCO es un cerebro diseñado para luchar contra el terrorismo, el crimen organizado y el extremismo violento, que recibe toda su información a través de órganos externos que nunca descansan –Policía Nacional, Guardia Civil, CNI, embajadas, Vigilancia Aduanera, centros homólogos en todo el mundo...–, y la procesa para generar un conocimiento clave: el que permite que en España se estén evitando atentados. Uno tras otro. De hecho, nuestro país «es el único que todos los meses informa de la ejecución de operaciones antiterroristas en el Grupo de Trabajo del Consejo de Europa» donde los estados evalúan e intercambian experiencias sobre la amenaza yihadista. Esto es, en cada reunión que se celebra en Bruselas, los enviados del CITCOnotifican «incidencias», lo que hoy por hoy es tanto como decir éxitos,algo que no iguala la Seguridad de ningún otro miembro de la UE.
Como es habitual en el resto de la comunidad de Inteligencia española, la imagen pública de esta institución se limita a eso, resultados, –que impere «la normalidad», dicen– y lo demás pertenece al ámbito de la discreción. Toda la posible. Sin ir más lejos, este Centro de Inteligencia contra el Terrorismo y el Crimen Organizado opera 24 horas al día en un edificio camuflado a las afueras de Madrid, donde uno esperaría encontrar casi cualquier cosa menos una infraestructura crítica del Estado. Nada de fotos. En el interior trabajan 190 personas entre policías nacionales y guardias civiles –que se reparten el liderazgo de las áreas como las de Inteligencia, Estrategia y Prospectiva o Internacional–, de Instituciones Penitenciarias, una unidad del CNI y de Vigilancia Aduanera. La seguridad del complejo, que viste de paisano, contribuye a despistar preguntando a quien se acerca si en realidad no está buscando un spa que está al lado.
Más que una suma
Creado a finales de 2014, el CITCO es resultado de la fusión de dos estructuras anteriores, el Centro Nacional de Coordinación Antiterrorista (CNCA) gestado tras el 11-M y el Centro de Inteligencia contra el Crimen Organizado (CICO). Aunque el producto final es más que la suma de las partes.
La prueba de ello es que desde el año pasado este Centro ha detectado que 300 personas investigadas en nuestro país por tráfico de drogas lo están siendo también por actividades de corte terrorista, lo que certifica conexiones como la que liga el dinero de los negocios ilícitos con el blanqueo y la industria del terror. Y, más allá, pone sobre la pista de un perfil nítido en el ámbito del yihadismo: el de los delincuentes más o menos comunes que acaban radicalizándose. Es el caso de los autores del 11-M y de los atentados de Bruselas de marzo. Por eso el descubrimiento de tres centenares de individuos que siguen el mismo camino es tan valioso.
Estas vinculaciones no se habrían descubierto de no existir este centro neurálgico unificado, en el que confluye puntualmente todo lo que se sabe en cada momento sobre crimen y delincuencia, más exactamente en una base de datos. Es el Sistema de Coordinación de Investigaciones «SCI-Sicoa», el núcleo duro de la lucha antiterrorista donde Policía Nacional y Guardia Civil vuelcan nombres, matrículas direcciones, números de identidad de sus investigados..., con el fin de que el sistema reconozca al instante coincidencias.
Cada una de ellas multiplica la eficiencia del aparato de seguridad del Estado al abrir horizontes a la investigación y, en el terreno operativo, ahorra dos efectos perniciosos: las interferencias de unas pesquisas con otras y las duplicidades. Por tanto, se obliga a que los Cuerpos de Seguridad acuerden entre ellos quien se queda con el caso, y si no, se determina en una reunión de coordinación.
Mucho ha trascendido sobre la rivalidad entre policías y guardias civiles y su recelo a compartir informaciones valiosas, pero el director del CITCO, José Luis Olivera, subraya a ABC que prevalece la «lealtad» a la hora de proporcionar los datos de que disponen puesto que los implicados «ahora creen en el sistema». La precisión temporal revela que no siempre fue así. Los Cuerpos autonómicos –Mossos, Ertzainas o la Policía Foral de Navarra– no están en este «sistema», por otro lado «ciego», lo que significa que es imposible que unos consulten los datos aportados por otros. En realidad, no puede verlos ni el CITCO, uno de cuyos responsables indica que en la todavía corta andadura del centro «no ha habido una sola fuga de datos. Ni una».
En la puesta en relación de unas investigaciones con otras consiste la«coordinación», piedra angular de la prevención todavía no bien interiorizada en otros países del entorno europeo, que todavía gestionan por separado terrorismo, crimen organizado y radicalismos violentos. De ahí que la experiencia española del CITCO, subrayan, se haya convertido «en un referente», un modelo que se está exportando a países del Este o Francia.
Referente internacional
El papel en el exterior del centro es amplio. Su División de Antiterrorismo es el enlace con la Coalición Internacional Antidaesh, donde representa a España en tres de los cinco grupos de trabajo: Contranarrativa, Financiación del Terrorismo y Combatientes Extranjeros. También es el punto de encuentro con media docena de grupos de trabajo de la UE del ámbito de la Seguridad así como con el Foro Global contra el Terrorismo, igualmente liderado por Europa.
En el área de crimen organizado, el CITCO está en Socta UE de Europol, que evalúa la gran delincuencia organizada y contribuye a definir las estrategias para desmantelarla a través de la plataforma «Empact», donde los expertos españoles lideran dos esferas, las de tráfico de armas y cocaína.
Y de lo global a lo más particular, por que esta institución también se encarga de gestionar las alertas ciudadanas que advierten de síntomas de extremismos en la calle. A fecha del jueves iban 2.323 avisos, un 22,4% de los cuales aportaron datos susceptibles de «explotación policial». Y 25 comunicaciones, directamente dieron positivo en el «SCI-Sicoa» puesto que hablaban de operaciones ya abiertas
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