En la batalla la inacción es incompatible con el ejercicio del mando y suele acarrear la pérdida de la iniciativa al ceder ésta al adversario. El resultado suele ser la derrota sin paliativos pero no siempre ya que a veces la inacción puede entenderse como prudencia, sabia virtud del mando que hay que saber ponderar cuidadosamente puesto que cabe el riesgo de ser considerada por el adversario como debilidad, en cuyo caso la victoria se hace muy difícil; de ahí lo peligroso de esta actitud.
Sucede que ante la inacción de los gobernantes o ante la prudencia suele ser bastante normal la aparición de movimientos sociales que surgen las más de las veces de forma instintiva y a veces inesperada ante el incierto devenir de los acontecimientos. A veces se demoran en aparecer pero acaban surgiendo más tarde o más temprano salvo que nos encontremos ante una sociedad ya rota y vencida. En España el ejemplo histórico más claro del resultado de la inacción de los dirigentes políticos y militares lo tenemos en el levantamiento popular del 2 de mayo de 1808 harto de la pasividad o connivencia de aquellos con la invasión francesa.
Urge, hoy, contrarrestar de inmediato las acciones que los elementos secesionistas han llevado y llevan a cabo en Cataluña y para ello es imprescindible la movilización de las fuerzas mediáticas contrarias a cualquier amago de secesión. Sin esta acción la derrota puede ser una realidad. Y al mismo tiempo urge igualmente fortalecer la unión de la nación algo que no parece tampoco se esté produciendo.
Un ejemplo: se ha hablado estos días a propósito de la celebración de la Fiesta Nacional de la precariedad o austeridad del desfile militar conmemorativo de la misma. No es mi intención entrar en la polémica sobre la idoneidad o no de la entidad del mismo. Esto no es París ni esto es el 14 de julio. Ya quisiéramos. Hay sin embargo algunos aspectos relacionados con este evento dignos de destacar tales como la enorme asistencia de público infantil o juvenil al mismo, a pesar del desconocimiento casi generalizado en la población. Seguro que alguien se extraña de esto. No se extrañaría tanto si se hubiera entretenido en preguntar por las calles de Madrid que por dónde era el desfile tal como hice yo. De cada cinco personas una o dos lo sabían. Tres o cuatro ni idea de que había un desfile militar. Pues bien, a pesar de todo ahí estaban infinidad de chavales hambrientos de identificarse con su sentimiento nacional a través de sus ejércitos. No es difícil imaginar cual hubiera sido la respuesta popular de haber sido divulgada la importancia de la celebración del día de la Fiesta Nacional como yo creo se merece.
¿Cuánta gente habría acudido a la misma si desde las instancias con capacidad para ello se hubiera animado e impulsado a ello?
En cualquier caso, y ante la inacción, nos encontramos, por otra parte, que se están produciendo en la sociedad española unos hechos casi sin precedentes. Me refiero a un afán de recuperación de nuestra historia como nación con una intensidad notable pocas veces vista. Es un hecho a tener muy en cuenta toda vez que no es España una nación muy dada a glosar su historia. Tal vez sea el efecto de reacción a los intentos desmembradores de nuestra Patria. No lo sé. Lo que sí aseguro es que el elevado número de foros, conferencias y exposiciones en curso sobre nuestra historia es más numeroso que nunca. Y además con éxito.
Sí. En los mares la pleamar y la bajamar se suceden sin solución de continuidad lentamente pero sin pausa. Algo parecido está sucediendo en la sociedad española que comienza a ver atónita la posibilidad real de la secesión de lo que es suyo y sin darse cuenta comienza a movilizarse para evitarlo. Son pequeños gestos dentro de un todo pero cualquier observador atento al devenir de lo que ha sido nuestra historia los entiende perfectamente.
Ante la inacción o la prudencia la sociedad civil se inquieta y comienza a moverse.
Los dirigentes de la Comunidad Autónoma de Cataluña se encuentran en abierta rebeldía contra la nación, la Constitución y el Estado. Es hora de decir basta ya a la prudencia y a la inacción en la defensa de la unidad nacional y esta es la responsabilidad de las Instituciones a las que la Constitución les da esta tarea. Tendrán sin duda el apoyo decidido de la gran mayoría de la sociedad civil y desde luego la de los que componemos este foro y nuestros seguidores que no son pocos.
General de División (R.) Juan Chicharro Ortega
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