miércoles, 30 de noviembre de 2016

POR LA IGUALDAD Y LA UNIDAD




Por la igualdad y la unidad de todos los españoles. Indignados con el independentismo

Centro Izquierda Nacional, el partido que impulsa Antonio Robles, ha emitido un comunicado en respuesta a los independentistas. 

Centro Izquierda Nacional (CINC)
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Leones del Congreso de los Diputados | David Alonso Rincón
El partido impulsado por Antonio Robles, Centro Izquierda Nacional, ha impulsado un manifiesto en el que llaman a la unidad de todos los españoles ante el desafío separatista y piden a la ciudadanía que se sume.
Por su interés, reproducimos de forma íntegra el comunicado.
Se equivocan quienes separan los problemas sociales de los nacionales. Se equivocan quienes pretenden seducir a quienes no quieren ser seducidos, quienes tratan de apaciguar a quienes usan el enfrentamiento, el chantaje y la amenaza como su principal arma política.
Los nacionalistas quieren aprovechar la actual debilidad del Gobierno y el desconcierto de la oposición para avanzar en su proyecto y convertir la independencia en un hecho irreversible. Nuestra indignación contra el independentismo es inseparable de la lucha contra la desigualdad y el deterioro social, la injusticia y el mantenimiento de los privilegios, el interés de minorías ambiciosas y corruptas a las que nada importa el presente y el futuro de la mayoría de los ciudadanos.
Después de un año sin Gobierno, la nueva situación política, lejos de aliviar nuestra preocupación por la crisis institucional y social, empieza a dar síntomas alarmantes de un profundo deterioro que afecta a nuestra democracia y convivencia. La debilidad del Gobierno y su incapacidad para establecer una sólida alianza en torno a los problemas más acuciantes de nuestra sociedad, está permitiendo el avance de un frente antidemocrático, anticonstitucional y antinacional, ante el que ninguno de los partidos dominantes está planteando una respuesta adecuada a su gravedad. Movidos por estrategias y cálculos electoralistas, y empeñados en mantener sus privilegios e intereses, muestran una ceguera y una irresponsabilidad tan peligrosas como la incertidumbre y la desconfianza que provocan en los ciudadanos. Esta falta de conciencia y responsabilidad les lleva a tachar de alarmistas a quienes denunciamos su pasividad y su despreocupación por el futuro y el destino común de la mayoría de españoles.
Por un lado, el Gobierno ha iniciado un acercamiento a las posiciones independentistas, no para dar respuesta a una mayoría de ciudadanos que viven preocupados por el avance del separatismo nacionalista que ahora los margina y luego los excluiría de España, sino para ofrecer una salida a los independentistas, salida que no puede ser otra que plegarse a sus exigencias.
Ni siquiera ha puesto como condición el respeto a la Constitución y el cumplimiento de las sentencias y leyes democráticas sistemáticamente despreciadas por las autoridades autonómicas y los ayuntamientos promotores del secesionismo.
Con cobardía y connivencia, el Gobierno es incapaz de frenar la utilización que los separatistas hacen de las instituciones y el dinero público para construir una independencia de hecho que haga imposible la vuelta al orden constitucional.
No podemos aceptar que se disfrace de diálogo lo que no es otra cosa que claudicación y desprecio a la voluntad y los derechos de todos los españoles.
El PSOE, por su lado, es incapaz de asumir su responsabilidad como partido nacional y de izquierdas. La posición del PSC y el reciente acuerdo entre el PNV y el PSE indican que ha dejado de tener un proyecto común español para someterse a los intereses de las minorías nacionalistas conservadoras, preocupadas sólo por mantener y ampliar su poder político y económico. En los 70 folios de su acuerdo con los nacionalistas vascos no hay una sola referencia a España ni a la situación o el interés común de los españoles. Todo su discurso asume de hecho la existencia de una Euskadi económica, social y políticamente independiente. El documento, además de blanquear el terrorismo de ETA, está lleno de vaguedades sobre política social, pero se vuelve exigente al defender lo que llama "más y mejor autogobierno", que no es otra cosa que alcanzar una independencia camuflada de autogobierno. La parte esencial del acuerdo exige la transferencia de 40 competencias exclusivas del Estado, al tiempo que incluye el "Reconocimiento de Euskadi como nación. Reconocimiento del derecho a decidir del Pueblo Vasco y su ejercicio pactado en un marco de negociación y acuerdo dentro del ordenamiento jurídico vigente en cada momento". Ni una sola alusión a la Constitución que impide reconocer a Euskadi como nación y en la que no cabe ningún derecho a decidir. Obsérvese el circunloquio: "¡Dentro del ordenamiento jurídico vigente en cada momento!" O sea, cumpliendo la ley, o interpretándola, o estableciendo otras leyes, según convenga en cada momento. Y para acabar, referéndum de ratificación por "la ciudadanía"(?), no por todos los españoles, si nos atenemos al espíritu del texto. Ambigüedad calculada. La misma estrategia llevada a cabo por los independentistas catalanes.
El "problema" de Cataluña es el mismo que el del País Vasco, porque los dos son un único y mismo problema: el de la disolución de la España democrática y el Estado de Derecho.
A la pérdida de confianza en estos partidos hemos de añadir la actuación del tercer partido del Parlamento, que se ha convertido en el principal defensor e impulsor de las aspiraciones independentistas, empeñándose día a día en deslegitimar el Estado democrático y destruir la unidad nacional. Frente a ello hemos de afirmar que no existe hoy mejor garantía para asegurar la igualdad y la solidaridad entre todos los trabajadores y todos los ciudadanos que la defensa de una España unida y democrática. No es posible encarar los graves problemas sociales que afectan hoy a una mayoría de españoles si al mismo tiempo no solucionamos la crisis institucional, territorial y nacional que paraliza todo proyecto común e ignora el interés general.
Sólo desde la más abyecta manipulación puede alguien erigirse en defensor de los más desfavorecidos mientras apoya el poder de las minorías nacionalistas, ambiciosas e insolidarias, verdaderas castas a las que los problemas sociales nunca les han quitado el sueño. Prestarse a tan burda utilización desde posiciones de izquierda ves aún más inadmisible. Pretender solucionar la crisis social (paro, subempleo, pobreza, sueldos de esclavitud, sobreexplotación laboral, pérdida de derechos sociales, deterioro de los servicios públicos y las pensiones), territorializando los problemas, desmoronando el sistema social y jurídico común, destruyendo el actual Estado democrático para sustituirlo por una serie de Estados desiguales, troceando el poder político y enfrentando a los ciudadanos de un territorio con los de otro; hacer pasar por política de izquierdas un proyecto tan reaccionario y antisocial, solo puede entenderse como una maniobra apoyada por intereses particulares, no sólo personales, sino de minorías poderosas de dentro y fuera de nuestro país.
Lo que fue un movimiento espontáneo de protesta, que no distinguió entre territorios ni élites contra las que se dirigía, ha acabado siendo absorbido por proyectos territoriales, desvirtuando el sentido de la indignación y canalizándola hacia las reivindicaciones nacionalistas.
La trampa ha consistido en borrar la identidad social y económica, la que une a todos los trabajadores, para sustituirla por una identidad imaginaria basada en la lengua, la historia o el territorio, donde se mezclan explotadores y explotados, privilegiados y excluidos, y cuyo objetivo último es redistribuir el poder entre los poderosos.
Frente a todo ello, poco podemos esperar de una clasepolítica y empresarial que se muestra condescendiente y pasiva ante el riesgo de desmoronamiento del Estado y la democracia, preocupada sólo por mantener su poder, sus privilegios e intereses. Debemos tomar conciencia de que hemos de ser los ciudadanos, los trabajadores, los asalariados y las clases medias, quienes asumamos la tarea de defender la idea nacional, democrática e igualitaria de todos los españoles, negándonos a aceptar las maniobras y apaños que urdan entre sí las élites territoriales y nacionales, apoyadas por los partidos políticos que se están encargando de adormecer a los ciudadanos, de convencernos de que todo se solucionará pacífica y democráticamente, que no debemos preocuparnos por un asunto que ya provoca el hastío entre muchos ciudadanos.
No queremos resignarnos ni engañarnos creyendo que el tiempo solucionará lo que cada día se deteriora y agrava. Ni la democracia, ni el Estado del Bienestar, ni los derechos y servicios sociales, ni las pensiones, ni el desarrollo material logrado con el sacrificio y el trabajo de todos, nada de esto está asegurado ni podrá sostenerse si el orden constitucional que hoy nos protege y mantiene unidos desaparece.
Nuestro propósito es alertar de la grave situación que atraviesa nuestro país para que todos asumamos nuestra responsabilidad. Sólo si una mayoría de ciudadanos toma conciencia del riesgo y la amenaza que para su vida cotidiana, para su presente y su futuro, entrañan los proyectos independentistas y antisociales; sólo si tomamos una actitud decidida y beligerante ante el avance del separatismo, sólo de este modo podremos sustituir el odio, el rencor y el enfrentamiento que hoy empiezan a extenderse, por la unidad, la fraternidad y la solidaridad entre todos los españoles.
Hacemos un llamamiento para que quienes compartan nuestra preocupación e indignación, se adhieran a este comunicado, lo apoyen y difundan.

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