miércoles, 2 de noviembre de 2016

LA LEGIÓN QUE NOS UNE : RECUERDOS ENTRAÑABLES DEL TENIENTE GENERAL MARIÑAS Por FRANCISCO JOSÉ GONZÁLEZ DEL PIÑAL JURADO

 


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Recuerdos del Sahara
     Gusten o no los resultados, la historia no es la interpretación interesada en favor de las ideas personales de cada investigador, por lo que el cariño no debe indicar parcialidad (el cariño es como el valor en La Legión, o se tiene o no se tiene). Así pues, la historia no ha de ser fragmentaria ni arbitraria, único procedimiento para considerar solventes a testimonios orales y cabales, en el entorno de esta memoria, objeto de la entrega de hoy. Ser importante puede ser mirarte al espejo y no tener nada que reprocharte, antes que desviar la mirada a otro marco; porque, por ejemplo, televisión y sociedad necesitan de inmediato una urgente “carta de ajuste”.
Hablar del excelentísimo señor teniente general don Gerardo Mariñas Romero, Ilustre Soldado de España,  es hablar, indubitadamente,  de La Legión y de muchas cosas más. Porque el general Mariñas fue una fuente viviente del saber, del saber y del estar,  al que este plumilla de ocasión le desea dedicar unas tiernas palabras de sus propios recuerdos; dejando, por esta vez, su trayectoria militar y editorial, conocidas y publicadas ya en numerosas ocasiones, autor incluido.
Si nos remontamos a la época del 4º Tercio en Villa Cisneros, que mandaría por espacio de más de 5 años, como se sabe, entregando el mando por motivos de ascenso a general de Brigada, nos tropezamos con multitud de anécdotas, unas conocidas, otras menos, y algunas nada conocidas, que ya habrá ocasión de plasmarlas en este blog, si el Mando lo permitiera. Entre las conocidas, y ahora ampliada,  se encuentra  “la de la galleta” que se perdió, y luego apareció, próxima a las montañas de Ausert; en el subsector sur del Sáhara, del que era jefe también, aparte de mandar el Tercio 4. Ocurrió con motivo de un atasco en las arenas del vehículo de Mando -su vehículo, vamos-, del que se bajó y comenzó a colaborar en el desatasco del mismo, como uno más, empujando. En el intento, con final feliz como mandan los cánones legionarios,  se le desprendió la “galleta” del tejido camisero, encontrándosela un pastor de camellos, algunos años después (1973), recuperándola felizmente nuestro ilustre jefe; conservándola, con el tiempo, una de sus hijas en una vitrina de su casa en La Coruña, ante un clima opuesto al que tuvo en vida activa, pues pasó de clima desértico al lluvioso y húmedo de Galicia. Algunos años antes, 1970, en selecta impresión a todo color, con motivo del L aniversario de la fundación de La Legión, le dieron  2 ejemplares de aquel colorista testimonio histórico impreso. Pues bien, a este servidor de todos los lectores le correspondió el honor de recibir de regalo uno de tales ejemplares, que custodia celosamente en sus archivos, debidamente clasificado y mimado. como tantas otras cosas…
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General Mariñas
Pero ni los contactos, ni la relación, ni, por supuesto, el cariño, terminaron cuando tomó posesión del Mando de la Brigada Aerotransportable, 1975. Mi “secreto” para con el teniente general sería muy sencillo: yo lo llevaba dónde él quería ir, a dónde a él le gustaba que lo llevaran. Y punto…  Hay que tener en cuenta que nació en 1918, siendo de la misma edad y promoción de mi padre, por lo que lo único que no consiguió de mí fué que lo tutease; hubiera sido imposible para mí. Le dí muchas satisfacciones en vida,  pero también me comentaba cosas que no deberían de haberle pasado, por parte de personas -por este orden- sin disciplina, educación, respeto y olfato; como en el Hospital Militar, donde una vez que acudió lo atendió un teniente médico, hablándole de tú.
En el Museo Militar Regional de Sevilla, hace 22 años,  pensábamos en hacer una exposición sobre el Sáhara. Junto a las pertenencias que aportamos los más allegados, se sumaron bastantes más en poco tiempo. Aprovechando que el teniente general vendría a Andalucia para asistir a un acontecimiento de índole familiar, lo llamo para decirle que me gustaría que inaugurara la misma, junto a nuestro entonces capitán general de la Región Militar Sur, teniente general Muñoz-Grandes, acoplando felizmente las pertinentes fechas. Todo se preparó minuciosamente, con presupuesto de partidas cerradas; llamé por la vía de urgencia a su hijo mayor para que me facilitase una foto de estudio para publicar la noticia en “ABC”, pues no disponía de una foto de él, propia para estos menesteres. Se habilitó un aparcamiento en Capitanía General, con parada y fonda. Se le avisó oportunamente al coronel Rojas -por entonces director de la RM- y se le envió a la habitación un ramo de flores. Me llama el entonces coronel director del MMR, el valioso Jerónimo Delgado Losada, para preguntarme cómo se llama la esposa, a lo que le dije que doña Francisca; me responde que eso le sonaba muy tétrico; le dije entonces que se le pusiera en la tarjeta, anexa a las flores, su nombre familiar, Paquita del Río, y me contesta: “ ¡ Uf !, peor todavía, eso me suena a folklórica ordinaria“. Al final optamos por poner, sencillamente, “Señora de Mariñas”. Llega la ceremonia inaugural y observamos las calles de Sevilla demasiado tranquilas, y es que no nos habíamos percatado que se trataba del viernes del Rocío, donde van todos los romeros camino de la ermita, en la provincia de Huelva. Sin embargo el aforo estuvo genial, 192 personas, muchas muy queridas para él, que se lo pasó estupendamente. Se llevó un gran alegrón. Tuve el honor de presentarlo ante la magistral conferencia inaugural que impartió, con su potente y peculiar timbre de voz, desprendiéndose fortuitamente el micrófono -que cayó al suelo-, aunque debido a su timbre no se notó para nada que estaba hablando carente de micrófono.
literatura-00_colgarCuando confeccionó sus “Notas complementarias al libro El Sáhara y La Legión”, época en la que ya presentaba algunos achaques, decidió no publicarlas y hacer algunas copias de aquel abultado expediente (casi tan extenso como el libro) y enviárselas a personas de su confianza -pocas- de todos los rincones de España. A este servidor le correspondió el honor de ser una de ellas, facilitando copias de las “Notas complementarias” a interesados de Córdoba, Huelva y Sevilla. En Navidad siempre le enviaba un regalo a su casa, y él correspondía con Lotería Nacional, que, por cierto, tocó 2 veces, y en 4 días tenía el premio abonado en cuenta. ¡ Era único !
A pesar de los domicilios extremos -La Coruña y Sevilla-, y de las nulas nuevas tecnologías de entonces,  la relación era muy fluida. Le nombraba frecuentemente en mis artículos e intervenciones públicas -y lo sigo haciendo-, y siempre me daba las gracias. ¡ Era genial ! Intercambiábamos constantemente datos, artículos,  ilustraciones, dudas y, desde luego, mucho afecto, que el tiempo y el trato hizo que se convirtieran en un enorme cariño, de por vida.

Hoy podemos decir que hemos perdido a un legionario de lujo, pero hemos ganado un legionario eterno.
FRANCISCO JOSÉ GONZÁLEZ DEL PIÑAL JURADO

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