18 de junio de 1927. José Millán Astray asciende a
General de Brigada y, por tanto, debe abandonar el mando de la Legión.
Estas fueron sus palabras de despedida.
Al ascender hoy a general, mi primer acto y mis primeras
palabras de gratitud son para vosotros, para nuestros gloriosos muertos y para
los españoles y extranjeros que tan pródigamente derramaron su sangre en la
Legión. Es día para mí de inmensa alegría, en que se ven colmados con creces
mis entusiasmos y mis anhelos, pues la faja de general me la concede el Rey
mandando la Legión.
Fundé la Legión y tomé el mando de ella el día 14 de
septiembre de 1920. Dicté su Credo, que habéis cumplido exactamente: el
espíritu del legionario, de bravura y acometividad, lo tenéis sellado en 845
hechos de armas; el espíritu de compañerismo, en el amor indestructible que a
todos unen; el de amistad, en infinitas pruebas que habéis prodigado a través
de la ruda vida que llevamos; el de unión y socorro de acudir al fuego, en que
acudimos en todas ocasiones llenos de fe y entusiasmo, y que vencimos,
ostentando como timbre glorioso el socorro a Melilla en 1921, y señalándose en
el día 15 de septiembre de dicho año en el "Blocao de la Muerte", en
su más sublime expresión, con el cabo Suceso Terrero y los quince legionarios
que al morir auxiliando a sus hermanos grabaron indeleblemente los más hermosos
artículos de nuestro credo.
El espíritu de marcha, en que lo habéis puesto a prueba
en todos los momentos, destacándose con luz propia en las operaciones de
Melilla, en Rekbaba, al lado de nuestros camaradas del Ejército francés y en
Luhorna en el territorio de Larache, ya que en ambas épicas marchas cumplieron
el credo de seguir marchando hasta morir por el cansancio dieciocho
legionarios.
El espíritu de sufrimiento y de dureza, excelsamente
manifestado en cuantos combates habéis tomado parte y en la lucha cruel con los
elementos de la naturaleza, sirviendo de blasón al recuerdo de los legionarios
que perecieron envueltos en la nieve en el Magot y en Imasinen.El espíritu de
disciplina, en que al decir "la Legión" y al nombrar a un legionario
aparece indisolublemente unida con estos nombres la palabra
"disciplina", que es la virtud fundamental del Ejército y de la
sociedad.
El espíritu de combate, en la realización de los que
habéis intervenido tal gloriosamente y que todos van sellados con nuestro lema
de "Victoria o Muerte"; y en que las Banderas de la Legión las habéis
paseado triunfantes y las habéis clavado en las posiciones enemigas en Melilla,
Alhucemas, Tetuán, Larache, y en que en todos los lugares en donde fue
necesario los legionarios dieron su vida y marcaron con sus sepulcros el paso
heroico de la Legión con 116 jefes y oficiales muertos, 319 jefes y oficiales
heridos, 1.871 clases y legionarios muertos y 5.775 clases y legionarios
heridos, o sea, 8.081 bajas.
El espíritu de la muerte, en que damos gozosos los vivas
a la Legión cuando aquella se acerca para concedernos el supremo ideal de
entregar la vida por la Patria y la Legión.
La gloria de la Bandera legionaria, en que ya no sólo
teñida, como ordena nuestro Credo, sino empañada por nuestra propia sangre.
Y la bravura de los hombres legionarios se ve reconocida
en los laureles con que se adorna nuestra Bandera: dos Medallas Militares y una
Cruz de Guerra francesa.
En el cumplimiento de este credo destacábase el nombre de
Valenzuela, significativo de gloria; el de Franco, representativo de valor e
inteligencia; el de Liniers, que abrillantó la nobleza de su ilustre apellido;
y forzado me es deciros que también habréis de acordaros de Millán Astray que
si bien no pudo alcanzar título alguno, en cambio os dio fiel prueba del
espíritu legionario, luchando junto a vosotros en 62 combates, dejando como
recuerdo y compañía a los que cayeron para siempre, su brazo izquierdo y su ojo
derecho enterrados junto con ellos, y como compendio del heroísmo de la Legión
habrá siempre dos nombres que pasarán a la historia: capitán laureado La Cruz
Lacacci "mártir de la Legión" y cabo Suceso Terrero con sus quince
legionarios "héroes de la Legión".
Siga su marcha heroica la Legión gloriosa, témplense los
espíritus ante su nombre, busquen una guía para su conducta los que quieran
llamarse legionarios practicando su Credo, actúen con igual firmeza e inspiración
en todos los actos de su vida militar y ciudadana en el culto al honor, culto
al valor, culto a la cortesía, culto a la Patria y culto al Rey. Yo os prometí
los laureles de la gloria militar y asimismo que el legionario que fuera
merecedor podría llegar hasta capitán de la Legión; vosotros jurasteis amor a
la Patria, lealtad inquebrantable a vuestro Rey y fidelidad hasta la muerte a
la Bandera de la Legión. Todas nuestras promesas y juramentos los hemos
cumplido fielmente.
Y con voz vibrante y con mi gorro (que jamás abandonaré)
en alto en mi mano derecha, grito hoy con toda mi alma, como grité en Nador, en
el Ajmas, en el Fondak de Ain Yedida y Kudia Tahar- ante mis nueve Banderas, mi
Escuadrón de Lanceros y mis Planas Mayores:
¡Viva España!, ¡Viva la Legión!
Recibid el corazón de vuestro coronel para siempre.
Millán Astray.
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