miércoles, 9 de noviembre de 2016

DISCURSO DE DESPEDIDA DE MILLAN ASTRAY AL DEJAR LA LEGIUON 18/7/1927


18 de junio de 1927. José Millán Astray asciende a General de Brigada y, por tanto, debe abandonar el mando de la Legión.

 

Estas fueron sus palabras de despedida.

 

Al ascender hoy a general, mi primer acto y mis primeras palabras de gratitud son para vosotros, para nuestros gloriosos muertos y para los españoles y extranjeros que tan pródigamente derramaron su sangre en la Legión. Es día para mí de inmensa alegría, en que se ven colmados con creces mis entusiasmos y mis anhelos, pues la faja de general me la concede el Rey mandando la Legión.

 

Fundé la Legión y tomé el mando de ella el día 14 de septiembre de 1920. Dicté su Credo, que habéis cumplido exactamente: el espíritu del legionario, de bravura y acometividad, lo tenéis sellado en 845 hechos de armas; el espíritu de compañerismo, en el amor indestructible que a todos unen; el de amistad, en infinitas pruebas que habéis prodigado a través de la ruda vida que llevamos; el de unión y socorro de acudir al fuego, en que acudimos en todas ocasiones llenos de fe y entusiasmo, y que vencimos, ostentando como timbre glorioso el socorro a Melilla en 1921, y señalándose en el día 15 de septiembre de dicho año en el "Blocao de la Muerte", en su más sublime expresión, con el cabo Suceso Terrero y los quince legionarios que al morir auxiliando a sus hermanos grabaron indeleblemente los más hermosos artículos de nuestro credo.

 

El espíritu de marcha, en que lo habéis puesto a prueba en todos los momentos, destacándose con luz propia en las operaciones de Melilla, en Rekbaba, al lado de nuestros camaradas del Ejército francés y en Luhorna en el territorio de Larache, ya que en ambas épicas marchas cumplieron el credo de seguir marchando hasta morir por el cansancio dieciocho legionarios.

 

El espíritu de sufrimiento y de dureza, excelsamente manifestado en cuantos combates habéis tomado parte y en la lucha cruel con los elementos de la naturaleza, sirviendo de blasón al recuerdo de los legionarios que perecieron envueltos en la nieve en el Magot y en Imasinen.El espíritu de disciplina, en que al decir "la Legión" y al nombrar a un legionario aparece indisolublemente unida con estos nombres la palabra "disciplina", que es la virtud fundamental del Ejército y de la sociedad.

 

El espíritu de combate, en la realización de los que habéis intervenido tal gloriosamente y que todos van sellados con nuestro lema de "Victoria o Muerte"; y en que las Banderas de la Legión las habéis paseado triunfantes y las habéis clavado en las posiciones enemigas en Melilla, Alhucemas, Tetuán, Larache, y en que en todos los lugares en donde fue necesario los legionarios dieron su vida y marcaron con sus sepulcros el paso heroico de la Legión con 116 jefes y oficiales muertos, 319 jefes y oficiales heridos, 1.871 clases y legionarios muertos y 5.775 clases y legionarios heridos, o sea, 8.081 bajas.

 

El espíritu de la muerte, en que damos gozosos los vivas a la Legión cuando aquella se acerca para concedernos el supremo ideal de entregar la vida por la Patria y la Legión.

 

La gloria de la Bandera legionaria, en que ya no sólo teñida, como ordena nuestro Credo, sino empañada por nuestra propia sangre.

Y la bravura de los hombres legionarios se ve reconocida en los laureles con que se adorna nuestra Bandera: dos Medallas Militares y una Cruz de Guerra francesa.

 

En el cumplimiento de este credo destacábase el nombre de Valenzuela, significativo de gloria; el de Franco, representativo de valor e inteligencia; el de Liniers, que abrillantó la nobleza de su ilustre apellido; y forzado me es deciros que también habréis de acordaros de Millán Astray que si bien no pudo alcanzar título alguno, en cambio os dio fiel prueba del espíritu legionario, luchando junto a vosotros en 62 combates, dejando como recuerdo y compañía a los que cayeron para siempre, su brazo izquierdo y su ojo derecho enterrados junto con ellos, y como compendio del heroísmo de la Legión habrá siempre dos nombres que pasarán a la historia: capitán laureado La Cruz Lacacci "mártir de la Legión" y cabo Suceso Terrero con sus quince legionarios "héroes de la Legión".

 

Siga su marcha heroica la Legión gloriosa, témplense los espíritus ante su nombre, busquen una guía para su conducta los que quieran llamarse legionarios practicando su Credo, actúen con igual firmeza e inspiración en todos los actos de su vida militar y ciudadana en el culto al honor, culto al valor, culto a la cortesía, culto a la Patria y culto al Rey. Yo os prometí los laureles de la gloria militar y asimismo que el legionario que fuera merecedor podría llegar hasta capitán de la Legión; vosotros jurasteis amor a la Patria, lealtad inquebrantable a vuestro Rey y fidelidad hasta la muerte a la Bandera de la Legión. Todas nuestras promesas y juramentos los hemos cumplido fielmente.

 

Y con voz vibrante y con mi gorro (que jamás abandonaré) en alto en mi mano derecha, grito hoy con toda mi alma, como grité en Nador, en el Ajmas, en el Fondak de Ain Yedida y Kudia Tahar- ante mis nueve Banderas, mi Escuadrón de Lanceros y mis Planas Mayores:

 

¡Viva España!, ¡Viva la Legión!

 

Recibid el corazón de vuestro coronel para siempre.

 

Millán Astray.

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