martes, 22 de noviembre de 2016

SOLDADOS DE ESPAÑA. EMOCIONES CONTENIDAS General de División (R.) Rafael Dávila Álvarez

 


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La ministra de defensa en su primera visita a las tropas
‹‹Se me llenan los ojos de lágrimas y el corazón de emoción con vuestra labor››.
Estamos acostumbrados a que el ministerio de defensa lo ocupe gente que nada sabe de lo militar, incluso que no lo siente; alguno ha llegado hasta el repudio. En cualquier caso conviene estar bien rodeado porque este es un oficio, el de las armas, en el que poco se habla, pero todo se sabe. El primero en enterarse es el afectado, pero estamos en un momento en el que nadie se cuestiona nada. Es el mejor camino para lograr la disciplina de la desgana junto a la obediencia de mínimos. Lo preciso del deber sin que la propia voluntad adelante cosa alguna. La derrota. Directamente a la moral. Los soldados de verdad saben que ese no es el camino y están en guardia. Siempre y en todas direcciones.
No saber no es pecado. No sentir lo es, pero mortal. Si entras como enemigo, tendrás que luchar y, aunque a ti te lo parezca, jamás vencerás. Ejemplos múltiples. Algunos de los que han pasado por ese ministerio lo intentaron, pero son hoy unos derrotados. Aunque su peligrosa inercia continúa haciendo daño.
Aquí cualquier brisa es analizada en el laboratorio del alma.
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La ministra de defensa a bordo
‹‹Se me llenan los ojos de lágrimas y el corazón de emoción con vuestra labor››. Dice la ministra de defensa en su primera visita a las tropas españolas en misión fuera de España.
Tenemos memoria y sentimientos, aunque rara vez se nos refleja en el rostro. No olvidamos sus primeras palabras en el debate de investidura como presidenta de Castilla-La Mancha en recuerdo a los soldados que acababan de sufrir un atentado en Afganistán.
Los primeros análisis se enmarcan en la esperanza y el sentimiento. Sentir no lo es todo, pero es mucho, muchísimo. Fluyen las lágrimas desde el corazón. Es una sensación que experimentan con frecuencia los soldados.
Nadie espera de usted, señora ministra, que sea un soldado. Sí que tengamos, sin fisuras, idéntica misión: ‹‹garantizar la soberanía e independencia de España, defender su integridad territorial y el ordenamiento constitucional››.
Se hace cargo, señora ministra, de los mejores soldados del mundo. No lo dude. Allí donde esté un soldado español jamás habrá derrota. Ya quisieran todos los países que sufren el horror de la violencia y la guerra tener con ellos una unidad de soldados españoles. La inseguridad huye ante ellos. A ellos no les oirá hablar con frecuencia de sus cosas; a sus familias tampoco. Ya sabe. Lo ha oído en más de una ocasión en sus visitas a la Academia de Infantería.
Aquí la más principal
hazaña es obedecer,
y el modo cómo ha de ser
es ni pedir ni rehusar.
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Soldados españoles en Irak
También a ellos y a sus familias se les llenan de lágrimas los ojos y el corazón de emoción. Usted lo ha descubierto al hablar con sentimiento, en directo, sin palabras de gabinete, insensibles y preparadas. Hacen falta. Una arenga no se prepara. Al militar hay que arengarle y no alabarle. A los soldados las alabanzas y elogios les suenan a quimeras lejanas, a promesas siempre incumplidas. El elogio no forma parte de su fortaleza. No se prestan al juego mediático y huyen de los discursos y brillante literatura. Sus leyes por difíciles son escasas y sencillas. Escritas con el honor, el valor, la tradición y el ejemplo de sus héroes.
Señora ministra. Estoy seguro que le han dejado una herencia larga en necesidades. Esperemos que esté completa.
El presupuesto, la deuda… ¿¡Cuántas veces se lo habrán repetido!?
Los Programas Especiales de Armamento, el vehículo 8×8, las ininteligibles Brigadas Polivalentes, aviones de transporte, reabastecimiento en vuelo, submarinos (fallidos sin explicación), la industria armamentística…, y, cómo no, la revisión de los despliegues en el exterior. Muchas cosas que atender y poco dinero para repartir. Para colmo Europa se asusta, de repente, y aprieta. ¡A las Armas! ¡El presupuesto! También le habrán dicho que la mayor parte del dinero se va en gastos de personal. ¡Qué cosas! Habría que analizar qué personal sobra y excede.
Porque aquí a la sangre excede
el  lugar que uno se hace
Duro es que el tiempo, el corto y sacrificado tiempo de servicios a la Patria, el beso agradecido, te lleve a engrosar la lista del paro sin que nadie tenga respuesta. Ocurre en mal momento. En esos momentos nadie se acuerda de Irak, Líbano, Índico… ¿No lo sabía? Pues es una prioridad, quizá la más importante. Dar una salida digna a nuestros soldados cuando la Patria decide prescindir de sus servicios. Una urgente tarea.
Todo lo que se hace fuera, los éxitos en cada misión, dependen de lo que se hace aquí dentro. Formación, instrucción, adiestramiento e ilusión. Eso también es una prioridad de la que pocos hablan. Ni pedir ni rehusar no debe ser una excusa para mirar a otro lado.
Escribo de España y sus soldados que son la prioridad del ministro de defensa. De usted depende el orden de prioridad de las muchas tareas que tiene pendiente su ministerio.
Por primera vez como ministra de defensa ha visto el rostro de nuestros soldados. La severidad de su mirada refleja una acostumbrada actitud a ver pasar los acontecimientos con cierta indiferencia. Mientras te miran sobrecoge ver como escrudiñan y analizan el más mínimo gesto, hasta la más ligera brisa. Vigilancia extrema a través de la austeridad de su mirada. Solo comparten su canción con quien con ellos va.
Respondiole el marinero
tal respuesta le fue a dar
yo no digo mi canción
sino a quien conmigo va.
España es su canción. Este es su ministerio señora ministra. Con leyes muy antiguas, no rancias, y ancladas en la tradición. Pocas leyes, pero severas. Subraye alguna de ellas y cúmplalas y hágalas cumplir. Este es un ministerio de emociones contenidas.
Porque aquí a la sangre excede
el lugar que uno se hace
y sin mirar cómo se hace
se mira cómo procede.
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España es su canción
General de División (R.) Rafael Dávila Álvarez

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