El Grupo de Localización de Fugitivos de la Policía española detiene cada año a cerca de cuatrocientos delincuentes buscados por la justicia.
La suya es una imagen desvaída. Las fotografías de frente y de perfil de su última ficha policial están datadas el 4 de diciembre de 1983, cuando tenía 29 años de edad y arrastraba tras de sí una bien ganada fama de atracador de bancos. Barba de varios días, el ojo izquierdo amoratado, pronunciadas entradas y mirada desafiante. Así figura en aquellas instantáneas Rafael Bueno Latorre, nacido el 26 de mayo de 1954 en la localidad sevillana de Utrera, que desde hace 33 años, los que lleva huido de la justicia, es una espina clavada en el amor propio de la Policía.
Con un historial delictivo que arranca en 1970, cuando contaba tan solo 16 años, en 1984 consiguió fugarse de la prisión de alta seguridad de Alcalá-Meco, en Madrid, encañonando a tres funcionarios de prisiones con una pistola simulada hecha con una pastilla de jabón y pintada de negro con tinta china. Dos ‘colegas’ de andanzas, Antonio Álvarez Gallego y Antonio Retuerto González, le acompañaron en la fuga tras obligar a los funcionarios a entregarles sus uniformes, con los que consiguieron franquear los muros de la cárcel sin levantar sospechas, como tres trabajadores más que tras concluir su jornada de trabajo regresan a casa.
Sus compañeros fueron localizados y detenidos poco después, pero de él nunca más se ha sabido. Llovía sobre mojado, porque un año antes ya había protagonizado otra rocambolesca fuga del Hospital Provincial de Burgos, al que fue trasladado desde la prisión tras clavarse unas tijeras en el vientre, de donde fue rescatado a tiros por varios miembros de su banda que asesinaron a dos policías que le custodiaban y dejaron gravemente herido a un tercero.
“No sabemos si seguirá con vida, porque los atracadores y toxicómanos como él suelen morir jóvenes, pero lo cierto es que desconocemos su paradero. Hablaba un poco de francés y pensamos que, de no haber fallecido, vivirá en algún país francófono. En Suiza, Bélgica, Francia, tal vez Luxemburgo”. Quien habla es el inspector jefe Lorenzo Martínez, responsable del Grupo de Localización de Fugitivos de la Policía, una unidad encargada de dar ‘caza’ a los huidos, nacionales o extranjeros, que han conseguido burlar a la justicia.
El grupo tiene un Equipo Fast, encargado de seguir la pista a los delincuentes cuya captura se considera prioritaria, otro Equipo de Búsqueda Activa de Fugitivos Internacionales, los reclamados internacionalmente y que se sospecha pueden estar en nuestro país, y un tercero de Fugitivos Nacionales, aquellos contra los que existe una orden de busca y captura decretada por un juez español. Una tarea ingente si tenemos en cuenta que cada año la Base de Datos de Señalamientos Nacionales (BDSN) registra unos veinte mil fugitivos. “Si hablamos de los delincuentes internacionales son cientos de miles”, dice el jefe de los Marshal españoles, como les apodan algunos compañeros del Cuerpo. De hecho, el anagrama de la unidad es una estrella de cinco puntas, similar al de los Marshal norteamericanos.
La unidad se creó el 20 de diciembre de 2003, hace ya 13 años, los que Lorenzo Martínez lleva al frente de la misma. El 1 de enero de 2004 entraba en vigor la Orden Europea de Detención (OED), que sustituía a la extradición entre países europeos, y era preciso disponer de unidades específicas encargadas de perseguir a los huidos de la justicia. “Hasta entonces la localización de fugitivos era una labor de todos y de nadie –explica Martínez-. Dependías de la suerte o del azar para localizarlos, porque nadie se dedicaba en exclusiva a buscarlos. Una razón por la que España era prácticamente un paraíso para muchos delincuentes internacionales, que venían a esconderse aquí”.
El grupo se coordina a nivel internacional con la Red Europea de Equipos de Búsqueda Activa de Fugitivos (ENFAST, sus siglas en inglés), que se reúne cada trimestre para intercambiar información operativa. Esta red se creó en 2010 en una conferencia celebrada en Bruselas a la que asistieron equipos nacionales de búsqueda de fugitivos de la UE que presentaron una moción con dicho objetivo. La moción fue aprobada por el Consejo Europeo el 01 de enero de 2013. El FAST belga asumió la primera presidencia por un período de 2 años (2013-2014), en que fue relevado por el FAST alemán (2015-2016), y desde este año es el FAST holandés el que se encuentra al frente de la red.
Lorenzo Martínez: Los fugitivos españoles suelen esconderse en Sudamérica por el idioma, pero a nuestro país vienen delincuentes de todo el mundo
El Grupo de Localización de Fugitivos detiene cada año a una media de entre 370 y 390 prófugos de la justicia, el 75% de ellos delincuentes internacionales que son buscados por otros países y han buscado refugio en el nuestro, y el restante 25% delincuentes que tienen deudas pendientes con la justicia española. “Los fugitivos españoles suelen esconderse en Sudamérica por el idioma, pero a nuestro país vienen delincuentes de todo el mundo. España es un país muy atractivo, como demuestra que el año pasado nos visitaran 75 millones de personas, y entre tal cantidad de gente es normal que se cuelen indeseables”.
En definitiva, una detención al día, entre ellas algunas tan ‘peliculeras’ como la de uno de los históricos del narcotráfico gallego, Francisco Javier Martínez San Millán, conocido como ‘Franky’. “Estaba encausado en el caso Nécora y decidió huir en 1994. No volvimos a tener noticias suyas hasta 2006, cuando dimos con su paradero en Pedreguer (Alicante), donde se estaba construyendo una mansión de 600 millones de las antiguas pesetas –cuenta Lorenzo Martín-. Era un hombre que viajaba mucho y aparecía y desaparecía con frecuencia, lo que dificultaba mucho las labores de confirmación de que se trataba de la persona que buscábamos. Para justificar sus frecuentes ausencias había dicho a los vecinos que era piloto”.
La familia fue, como ocurre en muchos casos, la pista definitiva para su detención. “Nos percatamos de que comenzaron a bajar a la casa sus padres, su mujer y sus hijos, y ya no tuvimos dudas. Sin embargo, como tenía documentación falsa le tomamos las huellas dactilares para confirmar su identidad y resultó que no coincidían con las de Franky. Nos pegó un bajón tremendo, hasta que nos percatamos de que se había operado para cambiarse las crestas papilares de los dedos de los pies con los de las manos”.
Las mayores dificultades surgen cuando se trata de buscar a un delincuente extranjero del que alguna policía europea alerta que puede haber viajado a España. “En estas investigaciones partimos prácticamente de cero –explica el jefe del Grupo de Localización de Fugitivos-. La primera tarea es buscar en todas las bases de datos posibles, si ha sido controlado en un aeropuerto, si se ha alojado en algún hotel, comprobar si tiene aquí familia, amigos, la novia. Lo fundamental es disponer de una fotografía lo más reciente posible y de sus huellas dactilares, pero también reclamamos datos sobre sus aficiones, sus debilidades, sus vicios. Cualquier referencia puede ser importante para conseguir una pista que nos lleve hasta él”.
16 años huido
Al montenegrino Veselin Vukotic le perdió también su familia. Llevaba huido dieciséis años cuando las autoridades yugoslavas informaron a las españolas de que su mujer y sus hijas residían en nuestro país y no se podía descartar que mantuviera contacto con ellas. “Le detuvimos en 2006 en el aeropuerto de Barajas cuando regresaba de pasar un fin de semana con su familia en Euro Disney (París). Le dimos a firmar la diligencia de derechos con el nombre falso que utilizaba, Ludwig Bulic, y acto seguido otra con su verdadera identidad. En ese momento dio una palmada en la mesa y empezó a reírse a carcajadas. Cuando le preguntamos qué le ocurría nos dijo que no recordaba su auténtica firma. Sabía que le habíamos pillado y que no tenía escapatoria”.
Las anécdotas sobre éxitos se mezclan también con patinazos, como el ocurrido con un delincuente británico al que los caza fugitivos creyeron identificar gracias a la fotografía remitida por el Reino Unido. “Estábamos seguros de que era él y lo detuvimos. Lo llevamos a comisaría y al cotejar las huellas dactilares con las que nos habían enviado resultó que no se correspondían. Tuvimos que dejarle en libertad y pedirle disculpas por el error, pero es que el parecido entre ambos era brutal”.
Pero si hay un fugitivo que permanece en la memoria colectiva ese es Antonio Anglés, presunto asesino y violador de Miriam García, Desiré Hernández y Antonia Gómez, las niñas de Alcàsser, a las que secuestró junto con Miguel Ricart la noche del 13 de noviembre de 1992. A diferencia de su compañero consiguió huir a Portugal y se cree que en 1993 embarcó de polizón en el mercante City of Plymouth. Cuando el barco atracó en Dublín (Irlanda) no había rastro de él. “Las policías de todo el mundo tienen las fotografías y las impresiones dactilares de Antonio Anglés –dice el inspector jefe Lorenzo Martínez-. Que no haya sido detenido desde que desapareció es muy extraño. Creemos que está muerto, pero no podemos demostrarlo”.
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