miércoles, 11 de enero de 2017

HABLAR , EXPLICAR,CONVENCER

Hablar, explicar, convencer… Juan M. Mateo Castañeyra General de División (r)


unnamedEs bueno hablar, afirma el Pte. del Gobierno, refiriéndose al desafío nacionalista; para añadir a continuación, que se puede hablar de todo, menos de la soberanía nacional y de la igualdad de los españoles, porque no lo permite la ley.
En principio, así de pronto, se puede estar de acuerdo. Porque efectivamente, en general hablar es bueno, pues los humanos nos comunicamos con palabras. Pero también en general, en ocasiones es bueno estar callados; y también en general, hay ocasiones, en las que según con quien, es bueno no hablar.
Como ejemplo de las veces en las que es mejor estar callados tenemos aquel, en el que, quien fuera Presidente del Gobierno de España, dijo que aceptaría cualquier cosa que viniera del Parlamento de Cataluña; aquello trajo consigo las nefastas consecuencias de todos conocidas. O, por poner otro ejemplo actual, cuando la Vicepresidenta del Gobierno afirmó que fue un error recoger firmas en pro de la unidad de España; con ello no sólo se consiguió la implicación de millones de españoles, sino que, además, nunca es un error hablar de la unidad de España a una sociedad que, en gran parte, no es consciente de que dicha unidad está amenazada. Pudo ser un error, eso sí, el no haber dejado claro, que aquello no iba contra Cataluña, sino que era una forma de despertar las dormidas conciencias de algunos españoles, cosa que sí creo se logró.
Y como ejemplo de con quien no es bueno hablar, por citar solo a algunos, no es bueno hablar con los que rompen las fotos de nuestro Rey, con los que silban a nuestro Himno, con los que queman nuestra Bandera y con los que odian a nuestra Patria; y no es bueno hablar con los que dicen públicamente que, pase lo que pase, van a romper nuestra Nación. Con todos estos, y con algunos más, creo que no solo no es bueno hablar, sino que además es inútil.
unnamed-1Y con respecto a que se puede hablar de todo, menos de soberanía y de la igualdad de los españoles, la verdad es que resulta inquietante, porque así, sin necesidad de profundizar demasiado, esa afirmación produce los siguientes interrogantes:
¿Quiere eso decir que se puede hablar de tapar los trapos sucios de algún dirigente nacionalista como según declaró el entonces fiscal anticorrupción Jiménez Villarejo, ya se ha hecho en el pasado?
¿Quiere eso decir que se puede hablar de “no judicializar la vida política”, para lograr la impunidad de los que se saltan las leyes un día sí y otro también, como exigen los independentistas?
¿Quiere eso decir que se puede hablar de retirar de Cataluña las FAS y lo que queda de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad, como piden los nacionalistas?
¿Quiere eso decir, que se va a hablar de dar el visto bueno a que la Generalidad siga organizando su propia acción exterior y su propia diplomacia?
¿Quiere eso decir que se va a hablar de no poner pegas a que con fondos públicos se haga propaganda institucional a favor de la independencia?
¿Quiere eso decir que se va a hablar de que se dé carta de naturaleza, a que se pueda discriminar al que quiera expresarse o estudiar en castellano?
¿Quiere eso decir, que se va a hablar de “desactivar” a algún dirigente o algún partido, demasiado agresivos con el nacionalismo, como ya hizo su antecesor en el pasado?
¿Quiere eso decir que se van a retirar todos o parte de los recursos ante el Tribunal Constitucional, como ya piden algunos?
Pero no solo es esto lo que resulta inquietante, sino que, además, el Sr Presidente del Gobierno afirma, que no va a hablar de soberanía y de igualdad entre los españoles, “porque no se lo permite la ley”. Y esta afirmación me plantea los siguientes interrogantes:
¿Quiere eso decir, que no se habla de soberanía, solo porque no lo permite la ley?
¿Quiere eso decir que las razonen históricas y los intereses nacionales, son menos importantes que la ley?
¿Quiere eso decir que, si lo permitiera la ley, si hablaría de soberanía?
¿Quiere eso decir que si se hablará de cambiar la ley?
Es posible que no haya motivo de inquietud; es posible que todas esas interrogantes tengan una respuesta negativa; es posible, por tanto, que la desconfianza no esté justificada y desearía con todas mis fuerzas poder confiar en mis gobernantes. Pero lo cierto es que, en el pasado, teniendo mayoría absoluta, se ha cambiado de actitud en asuntos importantes de tipo moral (la memoria histórica o la ley del aborto), aparentemente por el único motivo de no tener problemas; lo que inclina como mínimo a ser receloso. Y si ahora estando en minoría, con una parte de la oposición claramente a favor de la secesión, (los que dicen que están a favor del derecho a decidir, están a favor de la secesión, aunque lo nieguen), y con otra parte que no tiene claro lo que quiere, la situación no es, a mi modo de ver, como para ser optimistas.md11746505622
En Cataluña hay sin duda muchas cosas de qué hablar. En primer lugar, dejar claro, con absoluta claridad, a los catalanes y al resto de los españoles, que ni por las buenas ni por las malas, Cataluña dejará de ser España. Y después, cuando de esto nadie pueda tener la menor duda, explicar las razones históricas, económicas, políticas, sentimentales (sí, sentimentales, que los que no queremos la independencia de Cataluña, también tenemos sentimientos y además somos mucho más numerosos), y de todo orden, por las cuales esto va a ser así. Y, por último, gastar en esa explicación el doble de dinero, el doble de esfuerzo y el doble de convicción del que se gasta y se ha gastado la Generalidad en todo lo contrario.
Hablar, explicar, convencer… y para convencer hay que estar convencido, no valen los relativismos, ni las dudas, ni los conceptos “discutibles”, ni los “de todo se puede hablar”.
Aquí al lado, tenemos el ejemplo vivo de a quién beneficia una secesión, y eso que en este caso, había detrás una gran historia de reino independiente. ¿No estaríamos mucho mejor Portugal y España unidos? Juntos hubieran constituido en el pasado un Imperio de proporciones gigantescas; hoy día, en el peor de los casos, Portugal estaría al mismo nivel que España, y nosotros seríamos también más prósperos de lo que somos. Han pasado casi 400 años y aún sufrimos las consecuencias. ¿A quién benefició la secesión de Portugal? ¿Al noble y sufrido pueblo portugués? Claramente no. Benefició y mucho, a la aristocracia portuguesa, a la clase dirigente de aquel país. A los mismos, a la misma clase que hoy se beneficiaría de la secesión de Cataluña.
Nos estamos jugando mucho; porque, aunque nunca lograrán la independencia, una sociedad no puede progresar con la desunión que ha creado el independentismo, con la frustración que ha generado el no conseguir los fines propuestos y con el odio que se ha generado a base de agravios imaginarios.
HABLAR, EXPLICAR, CONVENCER, para unir, ilusionar y querer.
Juan M. Mateo Castañeyra General de División (r)

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