La crisis trae incomodidad, dolor, angustia y sufrimiento, pero también servirá para poner las cosas de nuevo en el lugar que habían perdido. Es cambio, oportunidad, momento para reflexionar, reinventarse y continuar el camino desde una nueva posición.
Me voy a permitir desglosar el escrito de Albert Einstein sobre la crisis, el cual me ha parecido de actualidad, confirma que el ser humano repite los errores, aprende poco de la experiencia, lo que hace que se repita la misma historia. Ya es hora que nos preocupemos por elevar el nivel de consciencia individual y colectiva, esta reflexión pretende contribuir a ello.
De la arrogancia a la ignorancia: “No pretendamos que las cosas cambien si siempre hacemos lo mismo”
Nos hemos creído que lo sabíamos todo. Tanto avance tecnológico y científico nos ha hecho sentir omnipotentes, sabios, con capacidad de dominarlo todo. Y sin embargo, cuando suceden desastres que no podemos evitar, volvemos a tomar conciencia de nuestra condición humana.
Hemos hecho de la ciencia demostrable una apoteosis y “despreciado” los planteamientos filosóficos y espirituales, no demostrables, como falsos. Creamos tecnologías que salvan vidas o que las hagan más fácil, sin embargo no hemos logrado hacer esas mismas vidas más plenas o felices. Conocimientos sobre las cosas, sin conocemos a nosotros mismos.
El hombre actual se está convirtiendo en un instrumento más de producción, con una baja autoestima. Se hace preguntas sobre el sentido de su vida, pero se ha precipitado en los fondos de la soledad y la incomunicación.
De la apariencia a la esencia: “La crisis es la mejor bendición que puede sucederle a personas y países porque la crisis trae progresos”
La sociedad del “bienestar” llevó al ser humano a olvidarse de su ser y centrarse más en lo humano; es decir, se preocupó más de lo material y fue dejando de lado valores, principios que llevan a conectar con la esencia.
La racionalidad económica lo ha invadido todo. Nada vale por sí mismo sino por su utilidad. El otro no es un ser humano, sino un competidor. Vivimos en una sociedad con una crisis de valores, donde lo más importante es tener con necesidades de consumismo, dejando a un lado el valor del ser.
Es una época de quien más cobra, más vale; quién más sale en los medios, más sabio es. Hemos vivido durante años bajo el lema “tanto cuestas, tanto vales” y quizás esta crisis produzca un cambio a “tanto vales, tanto cuestas”.
De la ambivalencia a la polivalencia: “La creatividad nace de la angustia como el día nace de la noche oscura. Es en la crisis que nace la inventiva, los descubrimientos y las grandes estrategias”
Se categoriza en dos casi todo: lo político, lo social, lo geográfico, las personas y los conceptos. Hablamos de izquierda o de derecha, de pobre o de rico, de norte o de sur, de buena o de mala, de lo uno o de lo otro. Para que así sea más fácil escoger una postura entre opuestos. La decisión entonces es que si se está a favor de uno, se está en contra de otro.
Una postura cómoda en la que hay que pensar poco y decidir menos. De esta manera no es necesario analizar, comprender, valorar… solo optar; reducido a nivel de simpleza sin entender que un problemática requiere un análisis más complejo, ver las cosas con una visión más amplia, estar abierto a comprender y ser creativo para buscar puntos de encuentro entre los opuestos.
Abandonemos lo de centrarnos en lo que nos separa más que en lo que nos une, busquemos el complemento y la armonía. Rechazar al opuesto es lo fácil, encontrar en él lo que aporta al equilibrio es creativo y este es un camino imprescindible para afrontar las crisis.
Del temor al dolor: “Quien supera la crisis se supera a sí mismo sin quedar “superado”
Hemos vivido durante años en la sociedad del bienestar, cómodos y temerosos de salir de la zona de confort en la que estábamos.
Fue más fácil buscar la seguridad fuera en lugar de enfrentarnos a nuestros miedos. Nos acostumbramos a exigir cambios fuera para sentirnos seguros, en lugar de trabajarnos personalmente para hacernos más fuertes, más conscientes, más responsables, en suma, para crecer como personas buscando el desarrollo de nuestro ser, único y verdadero camino para conseguir mejoras en el hacer y bienestar.
En lugar de enfrentarnos a nuestros miedos y aprender a tolerar la frustración, aceptar el fracaso y afrontar el rechazo en la relación con el otro, hemos creado una forma de comunicación interpersonal que evita la comunicación cara a cara.
Del victimismo al protagonismo: “Quien atribuye a la crisis sus fracasos y penurias violenta su propio talento y respeta más a los problemas que a las soluciones”
Han sido años de observar el grado importante de insatisfacción de las personas y de escuchar comentarios suyos centrados en lo que les faltaba por sobre lo que tenían.
La crisis hoy está poniendo las cosas en su sitio; ahora se empieza por fin a valorar lo que siempre tuvo valor, pero que la actitud de insatisfacción por lo existente imposibilitaba valorarlo.
Ya es hora que dejemos de responsabilizar al entorno del propio vacío interior, el cual no se llena con más dinero o con mejor trabajo, solo puede desaparecer tomando conciencia que somos los protagonistas de nuestra vida y por ello los responsables de cómo vivirla.
En suma, está en nosotros abandonar la desidia y el desánimo que se siente cuando se tiene todo y no se sabe apreciarlo, y enfrentarse a la angustia de tener una vida llena de posesiones y sin embargo sentirse vacío.
De la razón a la pasión: “La verdadera crisis es la crisis de la incompetencia. El problema de las personas y los países es la pereza para encontrar las salidas y soluciones”
El predominio de la actividad mental y el poco desarrollo de las emociones, lo cual se fomenta con la información de los medios de comunicación e Internet. Esta crisis se manifiesta en el modo de hablar, de relacionarse con los demás, en la forma en que se quiere acumular todo.
Tenemos empresas que son cuerpos con cabeza pero sin corazón. Donde las relaciones interpersonales son superficiales, sin ningún compromiso. Por muy individualista que un hombre pueda ser, para lograr su autorrealización es imprescindible la forma en que se relaciona con los demás.
Los valores no sólo son una cuestión personal, sino que repercute en toda la sociedad y se constituye en un problema social, del cual se derivan acciones y conductas poco éticas que vemos día a día en nuestro entorno, en la política, la economía y en las empresas.
Del mimetismo al eclecticismo: “Hablar de crisis es promoverla, y callar en la crisis es exaltar el conformismo. En vez de esto trabajemos duro. Acabemos de una vez con la única crisis amenazadora que es la tragedia de no querer luchar por superarla”
A gran parte de las personas les cuesta reflexionar sobre lo que sienten, piensan y hacen; y les resulta más fácil imitar los comportamientos de los demás. Con ello se ahorran el trabajo de tomar conciencia de lo que hacen y el por qué, así no se sienten responsables de sus actos sino solo víctimas de las circunstancias.
Mimetizarse con el otro representa entonces una forma de protegerse ante el entorno evitando el riesgo de ser diferente. Se ha perdido el pensamiento independiente, se piensa con el pensamiento de otros, que es lo mismo que no pensar.
Solo desde la decisión personal de no actuar como los demás, sino de la forma que nos haga mejor persona y profesional, podremos realmente hacer un cambio en la familia, en la empresa y en la sociedad en su conjunto.
Reflexión final: “Sin crisis no hay desafíos, sin desafíos la vida es una rutina, una lenta agonía. Sin crisis no hay méritos. Es en la crisis donde aflora lo mejor de cada uno, porque sin crisis todo viento es caricia”
El ser humano está sumido en la superficialidad, con vacío interior, aturdido por las prisas, sin saber a dónde va y quién es en realidad. Pero como en el fondo no podemos sofocar esa llamada interna de ser coherentes en nuestro proceso de búsqueda de la felicidad, demos gracias a la situación actual que nos sacude y nos demanda recuperar los valores como los únicos caminos para dar sentido a nuestra vida individual y colectiva. Como dijo alguien alguna vez:“Los valores nos hacen pasar de la teoría a los hechos, de lo especulativo a lo positivo, de lo abstracto a lo concreto, de lo frío y nebuloso a lo inmediato, vivo y candente”. Espero haber contribuido con este artículo a esa transformación.
Pedro Motas Mosquera
No hay comentarios:
Publicar un comentario