Su dispositivo fue hegemónico en el campo de batalla hasta que mostró su agotamiento ante las alambradas y las ametralladoras en la Primera Guerra Mundial. Al final de este conflicto se pusieron las bases de un nuevo procedimiento para quebrantar la voluntad y capacidad del adversario: El arma acorazada.
De la mano de los tanques en combinación con la aviación de ataque a tierra (blitzkrieg) dio comienzo la Segunda Guerra Mundial. Superaron alambradas y obstáculos siendo el medio decisivo durante este sangriento conflicto hasta que la incapacidad de soportar sus cuantiosas bajas – incluso en la victoria – hubo que recurrir a algo más, al arma nuclear. Imposible aceptar el envite ni mucho menos apostar el resto. La claudicación fue la única solución.
Desde entonces hemos vivido siete décadas con el enfrentamiento alejado de las fronteras de los países – ¿democráticos? ¿occidentales? – No solucionados, sino refrenados por ese pánico que a todos nos suscita el empleo masivo del arma nuclear. Cierto es que se han desarrollado otros muchos conflictos que nos hemos empeñado en llamar regionales o periféricos. Y se les ha hecho frente mediante la contención, la defensa preventiva o la simple ayuda humanitaria.
En apenas unos meses, todo ese orden evolutivo parece alterarse. ¿Revolucionarse? está por verse. La asunción de la Presidencia de los Estados Unidos por Mr. Trump con su empresarial visión de la seguridad global, poniendo en entredicho la validez de la OTAN y combinándola con un amago de blindar sus fronteras en lo económico, ha puesto en guardia a tirios y a troyanos. Y no me refiero a una Europa subsumida en sí misma, que como mucho reaccionará convocando algún comité, una reunión de urgencia y hasta es posible que una cumbre. Me refiero a quién ve peligrar sus intereses expansivos: China, el otro gigante económico y Rusia viéndolas venir.
¡Menudo potaje! Mr. Trump, que se hace con el sillón del botón nuclear entre sospechas más que fundadas de manipulación de las redes informáticas – La ciberguerra que se llama – auspiciada por Rusia en plena ofensiva tecnológica. Por otro lado China – el gran banquero del Tío Sam que barrunta un horizonte proteccionista de su principal acreedor y amenaza con un conflicto económico. Y aderezando estas rivalidades, los muchos conflictos que se vienen incubando y desarrollando en las riberas sur y este del Mediterráneo en forma de un terrorismo étnico y religioso y que se extienden hasta el Indico. Y más allá. En este mundo globalizado no podemos considerarnos del todo ajenos a las tensiones que originan la posesión de algunos enclaves estratégicos: Las islas Spratly o las Senkaku. De todo ello, se ha estado hablando en Davos, un pueblo remoto de un desconocido cantón en la siempre activa e interesada Suiza.
¿Qué papel nos reserva en este encaje el futuro? ¿A qué nos enfrentamos?¿Terrorismo, ciberguerra, guerra económica?
Vds. mismos.
Adolfo Coloma
General de Brigada (R) del Ejército
No hay comentarios:
Publicar un comentario