Hoy me siento una vez más ante una hoja en blanco con una mezcla de sentimientos: rabia, impotencia…, pero sobre todo indignación. Pero no indignación por lo que ha sucedido eso, por desgracia, era algo previsible y, que nadie se llame a engaño, que volverá a ocurrir. Lo que me ha indignado ha sido la mayor parte de lo que se está viendo y escuchando desde el mismo momento del ataque del martes.
Como siempre, mensajes de condolencia, de repulsa, manifiestos, concentraciones, minutos de silencio… pero ¿puede alguien explicar a qué nos lleva eso? ¿Qué aporta todo eso para solucionar el problema?
Lo acontecido en Bruselas no ha sido una sorpresa, o no debería haberlo sido. Hace ya tiempo que, tanto quien suscribe como otros analistas de mayor fuste y capacidad, defendemos la tesis de que no estamos ante un fenómeno terrorista, sino que lo que afrontamos es una guerra. Y lo sucedido en Bruselas no es sino una acción más de la misma.
No podemos continuar negando la evidencia y escudándonos en el nefasto “buenismo” que se ha apropiado de la conciencia europea. La misma conciencia que se autoinculpa de lo que ocurre y que busca la razón a esta sinrazón, mirando sólo hacia dentro. Así que lo mejor es ir dejando las cosas claras. Europa ha cometido y comete muchos errores, y para mencionar uno reciente y más que evidente tenemos la gestión de la crisis de los refugiados. Pero Europa no es quien ha provocado esta guerra. Puede que haya facilitado las condiciones para que ésta se geste con esa actitud del” todo vale”, “todo se acepta” y de renuncia a sus principios, pero ninguna de sus acciones como tal ha provocado la situación actual.
Así que, como ya alguien ha escrito, estamos ante una situación de guerra no escogida. Y ante ella sólo tenemos dos caminos, o nos enfrentamos a nuestro enemigo con la firme voluntad de vencer o directamente nos plegamos a todas sus pretensiones. La primera opción traerá consigo sacrificio, esfuerzo y momentos duros, seguramente muy duros. La segunda nos ahorrará el sacrificio, no necesitaremos esfuerzo alguno, pero que nadie dude de que, aparte de la humillación y la renuncia a lo que es la esencia de nuestra sociedad y a todo aquello por lo que se sacrificaron muchos de nuestros antecesores, nos traerá, no a nosotros, sino a nuestros descendientes, momentos mucho más duros aún. Luego es el momento de tomar decisiones, y lo que por desgracia sucede ante nuestros ojos no hace sino acrecentar mi indignación.
Es triste, muy triste ver a nuestros gobernantes y políticos atenazados por el miedo a perder votos, cuota de poder, pensando y midiendo cada una de sus palabras y acciones para no caer en nada de lo que se considera políticamente incorrecto, procurando mantenerse en un imposible equilibrio en lugar de tomar decisiones y hacer lo que hay que hacer. Ni siquiera en una situación como esta son capaces de quitarse de encima sus prejuicios partidistas y dar un paso al frente asumiendo y afrontando la parte que les corresponde de las consecuencias de enfrentarse a nuestro enemigo.
Centrándonos en los ataques concretos del martes, ya hubo en su momento quien basó su análisis en el salto cualitativo que supusieron los ataques de Paris. Y en ese mismo escrito, que por lo que sé y por motivos que no alcanzo a entender, aún no ha sido publicado, se proponía un escenario consecuencia de la evolución que suponían esas acciones, el cual desgraciadamente ahora se ha visto totalmente confirmado.
La infraestructura de que dispone nuestro enemigo ya está demostrada y es más que evidente que no es precisamente modesta. Está muy asentada; el apoyo con el que cuentan es más que sólido. Y para muestra un botón El huido tras los ataques de Paris, ha podido permanecer oculto durante cuatro meses en un barrio con una superficie de seis kilómetros cuadrados en una ciudad totalmente tomada por las fuerzas de seguridad y permanentemente peinada por las agencias de inteligencia.
El explosivo utilizado ha sido el mismo en ambas acciones, lo cual me lleva de nuevo a ese escrito al que he hecho referencia anteriormente. En él se hablaba de la presencia en territorio europeo de la persona con los conocimientos necesarios para fabricar ese explosivo y montar los artefactos, algo que lo acontecido en Bruselas también confirma. Con todo esto sólo quiero incidir en el escenario que estamos afrontando.
Hay así mismo otro elemento común en ambas acciones que no debemos pasar por alto. Tanto en Paris como en Bruselas ha habido un huido, en el caso concreto de Bruselas dos, uno en cada ataque. Y esos huidos son inmediatamente considerados como los “cerebros” de los ataques en cuestión. Pero… debemos preguntarnos, ¿es por poner un ejemplo Salah Abdeslam el cerebro de algo? Tal vez fue el quien coordinó o dirigió el ataque, al igual que el ahora huido en Bélgica, pero esto son operaciones muy bien coordinadas y planeadas que forman parte de una verdadera campaña y en cuya planificación hay gente mucho más formada y preparada que semejante individuo.
La parte del iceberg que vemos, o que nos dejan ver es la más insignificante en todos los sentidos. El problema es lo que no vemos. Esa red logística, de inteligencia y de apoyo que hay detrás de lo que está sucediendo. Lograr crear y adoctrinar una célula dispuesta a atacar y a suicidarse en la acción es relativamente fácil y rápido. El verdadero trabajo reside en localizar los objetivos, reunir la información necesaria, planificar la operación, preparar el material necesario… y crear la infraestructura para poder llegar a eso, que no es ni fáci,l ni cuestión de meses. Intentar ligar lo sucedido a la detención, días antes, de Salah Abdeslam no es más que una muestra de desconocimiento de lo que está sucediendo o, lo que es peor, un intento deliberado de desinformar.
Nuestro enemigo sabe perfectamente que en el campo de batalla convencional, en el territorio que controla en Siria e Irak no tiene ninguna oportunidad. Podrá llevar más o menos tiempo conseguir la victoria, tendrá un coste más o menos alto, pero su derrota es segura. Por eso está llevando el peso de la lucha al terreno donde sabe que tiene ventaja, a suelo europeo, y donde su éxito puede aliviar la presión que sufre en el territorio que controla e incluso conseguir librarse de ella.
Como alguien dijo no hace mucho esto ya no es una cuestión de luchar o no. La cuestión es a qué distancia de la puerta de nuestra casa queremos librar el combate. Y cada día que pasa sin que se actué contundentemente en todos los frentes esa distancia se acorta.
Ayer hubo declaraciones de algunos de nuestros dirigentes que no dejaron de asombrarme. Hubo quien dijo, ante el planteamiento de una acción en el territorio controlado por el DAESH, que “nadie quiere ver soldados volviendo a casa en ataúdes, pero que tampoco queremos ver ataúdes por causa de ataques en suelo europeo”. Pues siento decirle señor mío que ataúdes va a tener lo quiera o no. La pregunta es, ¿los quiere por luchar y defender la seguridad de sus conciudadanos sabiendo que es el precio a pagar por la libertad? ¿O los quiere por continuar viviendo en un “buenismo” que nos lleva al abismo?
Desgranar todas las implicaciones y ramificaciones de la situación que afrontamos sería muy extenso, pero me gustaría dejar un par de apuntes. Nada, absolutamente nada, sucede ya por casualidad. Todo está planificado y organizado. La fase de los ¨lobos solitarios” ha dejado paso a las acciones de combate complejas. El DAESH es conocedor, porque es el causante, del problema de los refugiados y de que este ataque contribuirá más aún a dividir la respuesta de los países europeos. Y es una Europa desunida lo que más le conviene. Sin unidad de acción y compromiso no hay respuesta posible y ellos pueden seguir a lo suyo. Y lo suyo es, entre otras cosas, algo que no se está mencionando y que es vital: su pugna con Al Qaeda por monopolizar el movimiento yihadista global, por hacerse con todas las fuentes de financiación de éste y por conseguir adeptos. Esa lucha interna entre AQ y el DAESH, principalmente en el Sahel, es tal vez el mayor riesgo que afrontamos a medio plazo, pues no sólo se trasladará a nuestro suelo, sino que puede terminar por desestabilizar a países que hasta ahora están conteniendo el fenómeno pero que si dejan de hacerlo nos afectará de lleno.
Por ello estamos en el momento decisivo. Se acaba el tiempo, y todos y cada uno debemos asumir la parte de sacrificio que nos toca. Y no debemos hacerlo por nosotros, sino por los que nos sucederán. Hace 77 años, Europa, como ahor,a dudo, no actuó a tiempo y el precio que pagó fue muy alto. No cometamos el mismo error porque esta vez por si alguien no se ha dado cuenta todavía, estamos más solos que entonces, y nadie va a hacer lo que únicamente a nosotros nos corresponde.
Quisiera finalizar este escrito citando a un maestro que el mismo día del ataque de Bruselas volvió a dar en el blanco y que, con su genialidad, resume en dos líneas la idea que subyace tras mis palabras:
“Los yihadistas deben estar acojonados por la florecitas, las velitas y nuestro enérgico “todos somos Bruselas”. Y hasta la próxima”
Laureano Martín Pérez (Historiador y Analista político)
Como siempre, mensajes de condolencia, de repulsa, manifiestos, concentraciones, minutos de silencio… pero ¿puede alguien explicar a qué nos lleva eso? ¿Qué aporta todo eso para solucionar el problema?
Lo acontecido en Bruselas no ha sido una sorpresa, o no debería haberlo sido. Hace ya tiempo que, tanto quien suscribe como otros analistas de mayor fuste y capacidad, defendemos la tesis de que no estamos ante un fenómeno terrorista, sino que lo que afrontamos es una guerra. Y lo sucedido en Bruselas no es sino una acción más de la misma.
No podemos continuar negando la evidencia y escudándonos en el nefasto “buenismo” que se ha apropiado de la conciencia europea. La misma conciencia que se autoinculpa de lo que ocurre y que busca la razón a esta sinrazón, mirando sólo hacia dentro. Así que lo mejor es ir dejando las cosas claras. Europa ha cometido y comete muchos errores, y para mencionar uno reciente y más que evidente tenemos la gestión de la crisis de los refugiados. Pero Europa no es quien ha provocado esta guerra. Puede que haya facilitado las condiciones para que ésta se geste con esa actitud del” todo vale”, “todo se acepta” y de renuncia a sus principios, pero ninguna de sus acciones como tal ha provocado la situación actual.
Así que, como ya alguien ha escrito, estamos ante una situación de guerra no escogida. Y ante ella sólo tenemos dos caminos, o nos enfrentamos a nuestro enemigo con la firme voluntad de vencer o directamente nos plegamos a todas sus pretensiones. La primera opción traerá consigo sacrificio, esfuerzo y momentos duros, seguramente muy duros. La segunda nos ahorrará el sacrificio, no necesitaremos esfuerzo alguno, pero que nadie dude de que, aparte de la humillación y la renuncia a lo que es la esencia de nuestra sociedad y a todo aquello por lo que se sacrificaron muchos de nuestros antecesores, nos traerá, no a nosotros, sino a nuestros descendientes, momentos mucho más duros aún. Luego es el momento de tomar decisiones, y lo que por desgracia sucede ante nuestros ojos no hace sino acrecentar mi indignación.
Es triste, muy triste ver a nuestros gobernantes y políticos atenazados por el miedo a perder votos, cuota de poder, pensando y midiendo cada una de sus palabras y acciones para no caer en nada de lo que se considera políticamente incorrecto, procurando mantenerse en un imposible equilibrio en lugar de tomar decisiones y hacer lo que hay que hacer. Ni siquiera en una situación como esta son capaces de quitarse de encima sus prejuicios partidistas y dar un paso al frente asumiendo y afrontando la parte que les corresponde de las consecuencias de enfrentarse a nuestro enemigo.
Centrándonos en los ataques concretos del martes, ya hubo en su momento quien basó su análisis en el salto cualitativo que supusieron los ataques de Paris. Y en ese mismo escrito, que por lo que sé y por motivos que no alcanzo a entender, aún no ha sido publicado, se proponía un escenario consecuencia de la evolución que suponían esas acciones, el cual desgraciadamente ahora se ha visto totalmente confirmado.
La infraestructura de que dispone nuestro enemigo ya está demostrada y es más que evidente que no es precisamente modesta. Está muy asentada; el apoyo con el que cuentan es más que sólido. Y para muestra un botón El huido tras los ataques de Paris, ha podido permanecer oculto durante cuatro meses en un barrio con una superficie de seis kilómetros cuadrados en una ciudad totalmente tomada por las fuerzas de seguridad y permanentemente peinada por las agencias de inteligencia.
El explosivo utilizado ha sido el mismo en ambas acciones, lo cual me lleva de nuevo a ese escrito al que he hecho referencia anteriormente. En él se hablaba de la presencia en territorio europeo de la persona con los conocimientos necesarios para fabricar ese explosivo y montar los artefactos, algo que lo acontecido en Bruselas también confirma. Con todo esto sólo quiero incidir en el escenario que estamos afrontando.
Hay así mismo otro elemento común en ambas acciones que no debemos pasar por alto. Tanto en Paris como en Bruselas ha habido un huido, en el caso concreto de Bruselas dos, uno en cada ataque. Y esos huidos son inmediatamente considerados como los “cerebros” de los ataques en cuestión. Pero… debemos preguntarnos, ¿es por poner un ejemplo Salah Abdeslam el cerebro de algo? Tal vez fue el quien coordinó o dirigió el ataque, al igual que el ahora huido en Bélgica, pero esto son operaciones muy bien coordinadas y planeadas que forman parte de una verdadera campaña y en cuya planificación hay gente mucho más formada y preparada que semejante individuo.
La parte del iceberg que vemos, o que nos dejan ver es la más insignificante en todos los sentidos. El problema es lo que no vemos. Esa red logística, de inteligencia y de apoyo que hay detrás de lo que está sucediendo. Lograr crear y adoctrinar una célula dispuesta a atacar y a suicidarse en la acción es relativamente fácil y rápido. El verdadero trabajo reside en localizar los objetivos, reunir la información necesaria, planificar la operación, preparar el material necesario… y crear la infraestructura para poder llegar a eso, que no es ni fáci,l ni cuestión de meses. Intentar ligar lo sucedido a la detención, días antes, de Salah Abdeslam no es más que una muestra de desconocimiento de lo que está sucediendo o, lo que es peor, un intento deliberado de desinformar.
Nuestro enemigo sabe perfectamente que en el campo de batalla convencional, en el territorio que controla en Siria e Irak no tiene ninguna oportunidad. Podrá llevar más o menos tiempo conseguir la victoria, tendrá un coste más o menos alto, pero su derrota es segura. Por eso está llevando el peso de la lucha al terreno donde sabe que tiene ventaja, a suelo europeo, y donde su éxito puede aliviar la presión que sufre en el territorio que controla e incluso conseguir librarse de ella.
Como alguien dijo no hace mucho esto ya no es una cuestión de luchar o no. La cuestión es a qué distancia de la puerta de nuestra casa queremos librar el combate. Y cada día que pasa sin que se actué contundentemente en todos los frentes esa distancia se acorta.
Ayer hubo declaraciones de algunos de nuestros dirigentes que no dejaron de asombrarme. Hubo quien dijo, ante el planteamiento de una acción en el territorio controlado por el DAESH, que “nadie quiere ver soldados volviendo a casa en ataúdes, pero que tampoco queremos ver ataúdes por causa de ataques en suelo europeo”. Pues siento decirle señor mío que ataúdes va a tener lo quiera o no. La pregunta es, ¿los quiere por luchar y defender la seguridad de sus conciudadanos sabiendo que es el precio a pagar por la libertad? ¿O los quiere por continuar viviendo en un “buenismo” que nos lleva al abismo?
Desgranar todas las implicaciones y ramificaciones de la situación que afrontamos sería muy extenso, pero me gustaría dejar un par de apuntes. Nada, absolutamente nada, sucede ya por casualidad. Todo está planificado y organizado. La fase de los ¨lobos solitarios” ha dejado paso a las acciones de combate complejas. El DAESH es conocedor, porque es el causante, del problema de los refugiados y de que este ataque contribuirá más aún a dividir la respuesta de los países europeos. Y es una Europa desunida lo que más le conviene. Sin unidad de acción y compromiso no hay respuesta posible y ellos pueden seguir a lo suyo. Y lo suyo es, entre otras cosas, algo que no se está mencionando y que es vital: su pugna con Al Qaeda por monopolizar el movimiento yihadista global, por hacerse con todas las fuentes de financiación de éste y por conseguir adeptos. Esa lucha interna entre AQ y el DAESH, principalmente en el Sahel, es tal vez el mayor riesgo que afrontamos a medio plazo, pues no sólo se trasladará a nuestro suelo, sino que puede terminar por desestabilizar a países que hasta ahora están conteniendo el fenómeno pero que si dejan de hacerlo nos afectará de lleno.
Por ello estamos en el momento decisivo. Se acaba el tiempo, y todos y cada uno debemos asumir la parte de sacrificio que nos toca. Y no debemos hacerlo por nosotros, sino por los que nos sucederán. Hace 77 años, Europa, como ahor,a dudo, no actuó a tiempo y el precio que pagó fue muy alto. No cometamos el mismo error porque esta vez por si alguien no se ha dado cuenta todavía, estamos más solos que entonces, y nadie va a hacer lo que únicamente a nosotros nos corresponde.
Quisiera finalizar este escrito citando a un maestro que el mismo día del ataque de Bruselas volvió a dar en el blanco y que, con su genialidad, resume en dos líneas la idea que subyace tras mis palabras:
“Los yihadistas deben estar acojonados por la florecitas, las velitas y nuestro enérgico “todos somos Bruselas”. Y hasta la próxima”
Laureano Martín Pérez (Historiador y Analista político)
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