domingo, 27 de marzo de 2016

JUEVES SANTO LEGIONARIO

Les escribo horas antes de que se produzca el anual encuentro malagueño, la ya lejana relación entre un Cristo Crucificado y los Caballeros Legionarios. Un milagro. Un milagro es que todavía en Málaga nadie se atreva ni con el Cristo de Mena ni con los legionarios. Es propiedad del pueblo llano que espera el encuentro en la tribuna de los pobres, en las estrechas calles de oración, el pueblo que reza y obtiene algo a cambio. Algo que es sagrado, personal, de fe, en la espera de todo un año. ‹‹Yo no digo mi canción sino a quien conmigo va››.
Fue en 1927 cuando en Málaga la Legión montó su primera guardia al Cristo de la Buena Muerte. Así comenzó, la unión, la devoción, el vínculo que, a pesar de los muchos pesares sufridos, sigue vivo y con más fuerza que nunca.
Pregunten al pueblo, háganse pueblo o Legión, que es lo mismo, esa noche mágica del Jueves Santo.
Dice la saeta:
A la Legión se ha alistado un Cristo crucificado
ya nadie podrá decir
que a la Legión solo viene gente de mal vivir
Cantan los novios de la muerte:
Por ir a tu lado a verte
mi más leal compañera
Jueves Santo en Málaga. Como si la noche no hubiese caído, como si el día no tuviese de largo lo suficiente. Nadie se recoge esperando ver al Cristo de la Buena Muerte. Silencio, cada uno el de su suerte, con la mirada en la madera de esa figura que se retuerce y en la Cruz cobra vida, se transforma de repente, en cada uno de los que allí esperan que el prodigio sucediese.
Cantan los novios de la muerte:
Por ir a tu lado a verte…
Es el pueblo quien lo entiende y siente. Málaga legionaria, el pueblo en la calle, ¡silencio!, cantan a su Cristo legionario, el de la Buena Muerte.
No me tienes que dar porque te quiera
Porque, aunque lo que espero no esperara
Lo mismo que te quiero, te quisiera

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