sábado, 26 de marzo de 2016

¡AL CIELO CON ÉL! ¡LEGIONARIOS! (General de División Rafael Dávila Álvarez)

 


OLYMPUS DIGITAL CAMERA
Fue en Sevilla pero pudo ser en cualquier otro lugar de España. Ocurre al menos una vez al año que se desgarra el alma y convertimos una semana en santa, en la Santa Semana.  Aparece la muerte alzada entre Hermandades y Cofradías, pasión que se siente, una semana al menos en nuestra constante vida penitente.
Se llamaba Ricardo Gordillo Díaz pero era el Balilla. Nombre de guerra de aquellos soldados bajitos y fieros. ‹‹ ¡Díselo al Balilla! ¿Dónde está el Balilla? Pregúntale al Balilla…  lo ha dicho el Balilla››. Heredan el apodo, el estilo, de generación en generación; para eso hay que tener condiciones. Sin ser cabo son más cabo que el cabo de varas. Con veinte años era ya el Balilla. Tenía que haber sido legionario. Ahí es nada. Pero era muy joven y le tiraba mucho Sevilla. ¡Quién sabe! De la misma raza que el legionario de la melódica que nos contaba hace unos días en El Recuadro del ABC sevillano el cabo Burgos. Hacen historia y son historia. La del ingenio y el valor ante la vida. Que es el honor del pueblo. Da lo mismo un roto que un descosido. Resignación siempre, su vida en manos de los demás. Surgen y se elevan en los momentos en los que el alma está al filo de lo imposible. No están hechos para la vulgaridad aunque su vida se vea como algo muy vulgar. ¡Al cielo con Ella! No pudo salir de otro lugar que no fuese el corazón de aquel hombre apodado el Balilla: ¡Al cielo con Ella! Solo cuando algo es verdad trasciende. Aquello ocurrió la madrugada del Viernes Santo de 1952 siendo Ricardo Gordillo Díaz costalero de la Hermandad del Cristo de los Gitanos.100_0377 200
Mandaba yo la Legión cuando un día lo oí: ¡Al cielo con Él! Preparaban mis legionarios la Semana Santa y en sus ensayos fue cuando observé como el cabo de la escuadra de gastadores repetía cada vez que quería motivar a sus legionarios: ¡Al cielo con Él!
Subía el Cristo al cielo como solo puede subir de brazos legionarios. Por un momento quedaba suspendido en el aire. Temblaba aquel madero, del golpe de las manos, temblaba hasta el suelo, de los golpes de las botas legionarias, y temblaba el mismo cielo de ver aquel espectáculo. No temblaban los legionarios.
¡Al cielo con Él! Decir legionario, por aquello de la Buena Muerte, del compañero jamás abandonado, de los cincuenta mil muertos y laureados.jpeg-2
Temblaba el general de tener aquel mando y aquellos hombres tan bravos que convierten hasta la rutina en valor, cualquier cosa que hacen es en ellos lo más apreciado, su deber más sagrado.
Tiene que haber un cielo legionario, pensé. No es fácil alcanzarlo, ser legionario, de verdad, y Él tiene que ser allí capitán, un capitán legionario, el capitán de los legionarios. Un cielo para los valientes por sencillos y humildes legionarios. Para los que nada han sido sino legionarios, para los que eso que han vivido, pobres y olvidados, ha sido ya desde la tierra un cielo, aunque sea legionario, el mejor cielo encontrado. Porque allí juraron su amistad que nunca en otro lugar encontraron. Porque allí nunca se vieron abandonados hasta perecer todos, juntos y hermanados. Un cielo para los hombres bravos, donde no se oye la queja sino el grito de socorro del legionario hermano, donde se obedece hasta morir y morir es el mayor honor cuando te espera la Buena Muerte de ese tu capitán, el Cristo legionario y hermano. ¡Dios mío! Tiene que haber un cielo legionario cuando se muere por tu jpeg-29Bandera y por tu hermano.
¡Al cielo con Él! ordenaba aquel cabo legionario y su voz de mando resonaba como el mandato de la historia de los cincuenta mil muertos legionarios.jpeg-17
Me quedó esta historia que hasta hoy guardo, la del Cristo legionario, ensayando en un patio de armas, velando, orando y llevando la historia de una leyenda de vida y muerte, la leyenda inmortal, la historia, va para cien años, legionaria. Hubo momentos que confundí el Cristo con aquellos legionarios y aunque el cabo ordenaba con potente voz de mando, como general me di cuenta enseguida que el capitán era aquel legionario al que herido sobre el troco llevaban, al cielo legionario, y que como solo ellos saben gritar, como si de una orden se tratara, orden legionaria, solo se oía un grito: ¡Al cielo con Él! Cristo, capitán legionario.
//Andalucia// 21-4-2011 Malaga Traslado del cristo de Mena Fotografo ANTONIO PASTOR
//Andalucia// 21-4-2011 Malaga
Traslado del cristo de Mena
Fotografo ANTONIO PASTOR
No podía la voz del Balilla estar sola: ¡Al cielo con Ella! Era necesaria la voz legionaria que como una orden, mandara: ¡Al cielo con Él!jpeg-42
¡Dios mío! Tiene que haber un cielo legionario.
General de División (R.) Rafael Dávila Álvarez

No hay comentarios:

Publicar un comentario