por Rafael Dávila Álvarez
“Desconocimiento de la propia posición en el espacio”. Creo recordar que fue Laureano López Rodó quien aplicaba este diagnóstico al referirse a una frecuente impostura política: no saber a quién tienes a la derecha, a la izquierda o enfrente. Ser un inconsciente de tu situación y por tanto responsabilidad.
El diagnóstico es totalmente válido en la actividad política actual. La conciencia política exige saber quién eres, donde estás y quienes son los que te rodean. Saber cual es tu espacio y defenderlo a toda costa. Ese espacio que no es tuyo sino de los que te votaron pensando que pensabas en ellos sin traiciones ni abandonos. No es admisible la política espectáculo ni el espectáculo de cara a la galería. Ser o no ser, pero ser a medias…
“Yo soy quien soy, y sé que puedo ser… “, respondió don Quijote.
No es fácil. El abismo entre la realidad y la fábula es insalvable. El Parlamento debería situarse en el espacio-tiempo y evitar la asomatognosia ya que de sus decisiones depende la vida de los ciudadanos.
Gobernar y mandar son tareas muy complejas. Un arte. Es necesario saber persuadir, coaccionar, comprometerse y aceptar compromisos, respetar y ser respetable. El que gobierna debe saber, por encima de todo, que la igualdad es una premisa previa a la libertad y el que manda sabe que cuando le pide a sus hombres todo, incluso que mueran, no debe permitir que sientan que mueren solos. Ambos, quien gobierna y quien manda, deberían saber que su mayor exigencia es ser fieles a la palabra prometida.
Los botarates utilizan la retórica indecente del populismo con la perversa intención de contagiar la asomatognosia a tantos nómadas que buscan elementales argumentos.
“A río revuelto…“.
“A río revuelto…“.
Es una grave enfermedad estar perdido en el espacio. Quizá también en el tiempo.
Aunque más grave es saber donde estás y utilizar la mentira como proyecto.
Aunque más grave es saber donde estás y utilizar la mentira como proyecto.
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