Ha ocurrido, como siempre ocurre, que todos han ganado cuando no ha ganado ninguno. Pero esta vez, en Cataluña, ha ocurrido algo muy grave y que debe hacer recapacitar, a todos, a los partidos políticos y a los ciudadanos de a pie. Sobre todo al Gobierno de la Nación.
No han ganado los secesionistas pero, a pesar de la gran afluencia de votantes, España no ha ganado definitivamente. Plebiscito no, pero división sí. La gravedad existe cuando los ciudadanos no se enfrentan a opciones políticas distintas sino a participar o no en una opción ilegal, anticonstitucional, y que supone una transformación radical de su vida y la de sus hijos: ser español de Cataluña o ser no se sabe muy bien qué, pero de manera fraudulenta. Los catalanes han dicho no al independentismo, pero sigue la división, el enfrentamiento. Hay odio encendido, brasas que queman y que calientan el ambiente. Enfrentamiento, sí, mitad contra mitad, aproximadamente. Imposición, miedo al poder de una casta, esto sí que es casta, que llevan manejando los resortes del poder en Cataluña desde que se asignaron su propia democracia que jugaba y manejaba intereses propios en nombre de Cataluña. ¡Por Cataluña! ¡Todo por Cataluña! Allí ni la primavera se atreve a aflorar sin permiso de un conseller o amiguete del partido. Por eso no ha ganado España y ha ganado la duda. Por eso no podemos, no debemos, dejar solos a los catalanes de España. Esto no es una lucha de constitucionalistas contra independentistas, ni de lo legal contra lo ilegal. Y mucho menos, aún siendo cierto, es un problema económico -que gran error han cometido los que todo lo tasan en la economía- con el que se van a empobrecer los catalanes. Se trata de mantener el río revuelto para que, sin que se vea el fondo fangoso, puedan seguir en la poltrona. ¡¿Qué lodos no habrá en ese fondo que lleva años sin limpieza y sin depuradora?! Es una lucha contra España y contra lo español.
Hay que seguir defendiendo a España. Todos. No vale quejarse a toro pasado. No vale ser mero espectador y que otros te saquen las castañas del fuego. Suele ocurrir que son los que terminan diciendo: ‹‹ ¡es que yo creía…!››, ‹‹ ¡no era eso, no era eso!››. De sobra los conocemos.
La gravedad de la situación no ha hecho más que empezar. A partir de ahora todos los partidos políticos entran en campaña. Las elecciones generales están a la vista. Todos piensan en el poder que emana de ellas. ¿Pensará alguno en España? A partir de ahora todo es posible. Todo vale. Alguno debería pensarse lo que le puede ocurrir en las generales. Aunque ha sonado la campana, todavía está a tiempo.
La unidad de España ni se negocia ni se dialoga. Jugar a constitucionalista, a ver quien maquilla mejor la Constitución, tampoco entra en el negocio. La solidaridad es un principio constitucional. Tampoco se negocia. Habrá que estar muy atento. ¡No pasa nada! ¡No pasa nada!, y llegó el lobo y se comió parte del rebaño. Todo puede pasar.
En estas elecciones catalanas se ha hecho mucho daño a España. Dentro de España, y fuera quizá más. Casi irreparable. No hagamos más daño a nuestra Nación.
El mensaje sigue siendo la unidad de España. España indivisible. Hay mucho trabajo por delante y mucho análisis. Pero antes, que cambien a los analistas, por favor.
No ha ganado nadie. Nadie ha acertado. No se puede votar en contra de España. Siempre se pierde. Estas elecciones deben ser un punto de apoyo, un punto de partida. Todavía estamos a tiempo de ganar. Captemos el mensaje.
Se lo diré en lenguaje militar, como una arenga pacífica, metafórica, pero arenga.
Volaremos al frente y no volveremos gimiendo por esos llanos, ante quedaremos en el campo cara al cielo, sin conocer la derrota. Es necesario ganar pero para eso hay que luchar y saber ganar. También perder, cuando se hace con dignidad. Es decir, aunque yo pierda, que gane España. Hoy no ha sido el caso. Hoy sigue ganando la duda. Es el nuevo enemigo a batir.
Para ganar hay que hacer las cosas bien, sin complejos. Algunos no se han enterado de lo más importante, del mensaje: Cataluña, los catalanes, están pidiendo ayuda, ayuda contra el acoso independentista. Hay que hacer las cosas bien y despejar la duda. De una vez por todas.
Para empezar, hay que mover el banquillo.
General de División (R.) Rafael Dávila Álvarez
No han ganado los secesionistas pero, a pesar de la gran afluencia de votantes, España no ha ganado definitivamente. Plebiscito no, pero división sí. La gravedad existe cuando los ciudadanos no se enfrentan a opciones políticas distintas sino a participar o no en una opción ilegal, anticonstitucional, y que supone una transformación radical de su vida y la de sus hijos: ser español de Cataluña o ser no se sabe muy bien qué, pero de manera fraudulenta. Los catalanes han dicho no al independentismo, pero sigue la división, el enfrentamiento. Hay odio encendido, brasas que queman y que calientan el ambiente. Enfrentamiento, sí, mitad contra mitad, aproximadamente. Imposición, miedo al poder de una casta, esto sí que es casta, que llevan manejando los resortes del poder en Cataluña desde que se asignaron su propia democracia que jugaba y manejaba intereses propios en nombre de Cataluña. ¡Por Cataluña! ¡Todo por Cataluña! Allí ni la primavera se atreve a aflorar sin permiso de un conseller o amiguete del partido. Por eso no ha ganado España y ha ganado la duda. Por eso no podemos, no debemos, dejar solos a los catalanes de España. Esto no es una lucha de constitucionalistas contra independentistas, ni de lo legal contra lo ilegal. Y mucho menos, aún siendo cierto, es un problema económico -que gran error han cometido los que todo lo tasan en la economía- con el que se van a empobrecer los catalanes. Se trata de mantener el río revuelto para que, sin que se vea el fondo fangoso, puedan seguir en la poltrona. ¡¿Qué lodos no habrá en ese fondo que lleva años sin limpieza y sin depuradora?! Es una lucha contra España y contra lo español.
Hay que seguir defendiendo a España. Todos. No vale quejarse a toro pasado. No vale ser mero espectador y que otros te saquen las castañas del fuego. Suele ocurrir que son los que terminan diciendo: ‹‹ ¡es que yo creía…!››, ‹‹ ¡no era eso, no era eso!››. De sobra los conocemos.
La gravedad de la situación no ha hecho más que empezar. A partir de ahora todos los partidos políticos entran en campaña. Las elecciones generales están a la vista. Todos piensan en el poder que emana de ellas. ¿Pensará alguno en España? A partir de ahora todo es posible. Todo vale. Alguno debería pensarse lo que le puede ocurrir en las generales. Aunque ha sonado la campana, todavía está a tiempo.
La unidad de España ni se negocia ni se dialoga. Jugar a constitucionalista, a ver quien maquilla mejor la Constitución, tampoco entra en el negocio. La solidaridad es un principio constitucional. Tampoco se negocia. Habrá que estar muy atento. ¡No pasa nada! ¡No pasa nada!, y llegó el lobo y se comió parte del rebaño. Todo puede pasar.
En estas elecciones catalanas se ha hecho mucho daño a España. Dentro de España, y fuera quizá más. Casi irreparable. No hagamos más daño a nuestra Nación.
El mensaje sigue siendo la unidad de España. España indivisible. Hay mucho trabajo por delante y mucho análisis. Pero antes, que cambien a los analistas, por favor.
No ha ganado nadie. Nadie ha acertado. No se puede votar en contra de España. Siempre se pierde. Estas elecciones deben ser un punto de apoyo, un punto de partida. Todavía estamos a tiempo de ganar. Captemos el mensaje.
Se lo diré en lenguaje militar, como una arenga pacífica, metafórica, pero arenga.
Volaremos al frente y no volveremos gimiendo por esos llanos, ante quedaremos en el campo cara al cielo, sin conocer la derrota. Es necesario ganar pero para eso hay que luchar y saber ganar. También perder, cuando se hace con dignidad. Es decir, aunque yo pierda, que gane España. Hoy no ha sido el caso. Hoy sigue ganando la duda. Es el nuevo enemigo a batir.
Para ganar hay que hacer las cosas bien, sin complejos. Algunos no se han enterado de lo más importante, del mensaje: Cataluña, los catalanes, están pidiendo ayuda, ayuda contra el acoso independentista. Hay que hacer las cosas bien y despejar la duda. De una vez por todas.
Para empezar, hay que mover el banquillo.
General de División (R.) Rafael Dávila Álvarez
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