1.-LA INDISOLUBLE UNIDAD DE LA NACIÓN ESPAÑOLA 2.- LA EDUCACIÓN DEL ALCALDE DE FERROL (General de División Rafael Dávila Álvarez)
1.- LA INDISOLUBLE UNIDAD DE LA NACIÓN ESPAÑOLA
No está de más recordar que España ha sido la primera nación que ha existido con el sentido que ese concepto tiene hoy en la comunidad internacional. Más de quinientos años contemplan esta nueva forma de estructura política a la que se fueron sumando el resto de naciones.
El mes que viene se celebrará el 70º aniversario de Naciones Unidas. No es caprichoso el nombre elegido, Naciones Unidas, nación, término al que aspira cualquier embrión nacionalista de los que hoy tenemos singulares ejemplos. Primer paso como signo de identidad y reconocimiento internacional.
También somos pioneros en inventarnos, quinientos años después, aquello de nacionalidades y regiones, aunque ahora sin explicar muy bien el significado y el alcance de los términos.
El tema toma una capital importancia.
‹‹La Constitución se fundamenta en la indisoluble unidad de la Nación española, patria común e indivisible de todos los españoles, y reconoce y garantiza el derecho a la autonomía de las nacionalidades y regiones que la integran y la solidaridad entre todas ellas››.
Pocos saben que al año de implantarse la II República en España por un Decreto de Azaña se prohibió el uso del calificativo nacional sin expresa autorización del Consejo de ministros.
Decía el Decreto que se hacía necesario proteger el término nacional de los usos y abusos que conlleva su empleo anfibológico. Doble sentido, mala intención y vicio de la palabra.
No se puede jugar con el término nación porque se acaba jugando y acabando con la Nación. En esas estamos.
Los padres de la Constitución de 1978 dudaron, y dudaron tanto que al final abrieron una falsa puerta que el Tribunal Constitucional ha tenido que cerrar: ‹‹La Constitución no conoce otra que la nación española››, tuvieron que sentenciar los magistrados del Tribunal Constitucional ante la agresividad dialéctica, y mala intención, del Estatuto catalán. ¿Qué es eso de nacionalidades? De aquellos polvos… Nación española y nacionalidad española. Lo demás son fantasías y desgarros históricos. Si hay alguna razón de peso para introducir cambios en la Constitución uno de ellos debería ser la supresión de toda referencia a las nacionalidades, concepto inexistente se mire por donde se mire.
En su artículo Rescatar España, alertaba el general Pérez Alamán del peligro de los independentistas catalanes de romper la unidad de España con falsedades y desprecio al Estado de derecho. Nos animaba a todos a colaborar en la defensa de la unidad de España, de la Nación española. Esa debería haber sido y seguir siendo la principal preocupación del conjunto, del Estado, Gobierno, partidos políticos y de todos los españoles. Puede ser que lo sea pero, si es así, no se nota. El momento es sumamente delicado. Los máximos responsables, presidente del Gobierno, ministros y su partido, parecen muy tranquilos; algunos no lo estamos. Está en juego el todo, la esencia y la existencia de la Nación, España. Incierto y grave horizonte.
Ha habido dejadez, dejadez histórica, y sea el que sea el resultado de la amenaza independentista, la herida abierta en el cuerpo de España, algo más que una rozadura, no se va a cerrar con grapas quirúrgicas. Los principales partidos políticos han abandonado España a su suerte, que es lo mismo que decir que han abandonado a los españoles. Mientras la incapacidad de un presidente nos dejó espiritual y materialmente en paños menores, otro se dedica a hacer cuentas a cuenta de nuestros bolsillos olvidándose de los principios que mueven el espíritu y las conciencias de los hombres y que fueron los que le llevaron a la presidencia. Al no levantar su bandera, la de sus votantes, otros se le han adelantado levantando la suya.
Abandonadas las ideas, la justicia, la educación, la moral y hasta el idioma. ¿Los principios? Ni están ni se les espera. De ahí los finales.
Nos inhibimos ante los problemas. El paso atrás se ha impuesto en una mayoría de la sociedad, ahora convertida en silenciosa. No es la misma que hace unos años no votaba. Las tornas han cambiado. Ahora los silenciosos son una amedrentada parte de la sociedad que se debate entre la duda y la incertidumbre. Confusa entre lo justo y lo injusto, cuando hay tanta injusticia. Sin atreverse a defender lo que siempre defendieron, sin levantar la voz por lo que con esfuerzo lucharon, escondiéndose de la educación que les dieron y no atreviéndose a hablar de la historia que aprendieron y la justicia que practicaron. Se renuncia a lo trascendental o se oculta y no se defiende. Y ya no votan. Surge la duda. Confusos y desorientados. Y se preguntan, ¿a quién cuando la desorientación de los mensajes y los incumplimientos son la norma acostumbrada?
Todos tenemos culpa porque las armas a utilizar en esta lucha las hemos abandonado, o al menos ocultado: los principios. No son los mercados, ni la fiscalidad, ni la prima de riesgo, los que nos van a sacar de esta incertidumbre y amenaza de escisión del golpe de Estado con el que nos amenazan, incluso amedrentan, unos irresponsables en Cataluña. Somos todos nosotros, los que creemos y queremos a nuestra Nación, España, los que tenemos que asumir el compromiso con ella. Si no lo hacemos nosotros nadie lo va a hacer por nosotros. Seamos responsables con nuestra voz y voto, con nuestra presencia, concurrencia, juramento o promesa, ideales y principios, y demos la cara sin dejarnos avasallar por los que, en su confusión de ideas y resentimiento, fuera de la ley, pretenden acabar con esta gran Nación: España. Son minoría pero inventarán cualquier maldad para destruir lo que entre todos hemos construido. Las opciones políticas que hay enfrente se muestran enfrentadas. La indisoluble unidad de la Nación española se disuelve como un azucarillo. La culpa es de todos.
Ellos están dispuestos a todo, sin contar con la ley. Nosotros debemos estarlo también, contamos con la ley. Todavía estamos a tiempo, pero no hay mucho tiempo.
O luchamos o esto se nos va de las manos, ¿o se nos ha ido ya?
Hay que defender a España: con todas las de la ley. Nos la están robando.
General de División (R.) Rafael Dávila Álvarez
2.- EL ALCALDE DE FERROL
No me gusta mezclar temas pero en este caso tengo que hacerlo. No está una cosa tan alejada de la otra. Inconsciencia, falta de respeto y escasa formación. ¿Se llama educación para la ciudadanía? Me refiero a lo ocurrido en Ferrol y al flaco favor hecho por su alcalde a todos sus vecinos. Ferrol es a la Armada como la historia naval española lo es a Ferrol. Una unión histórica que los ha llevado juntos por todos los mares y civilizaciones existentes. Seguramente ya nunca podrán vivir ni subsistir Ferrol sin la Armada y viceversa.
Hace unos días llegaron al Arsenal de Ferrol dos buques de la Agrupación Naval Permanente nº 1 de la OTAN. Las normas de cortesía militar dicen que en nombre de la Nación, a la que representan, los comandantes de los buques, como los de cualquier unidad militar, visitan a las autoridades del lugar donde recalan, como muestra de respeto y agradecimiento. Es una norma internacional que hacen todos los ejércitos del mundo. Así ha ocurrido en Ferrol con los dos buques de la OTAN, canadiense y noruego. Han visitado al Alcalde de Ferrol y este no ha estado a la altura de su cometido y responsabilidades. Quiero tratar con todo respeto el tema.
Los comentarios que han circulado sobre la vestimenta del alcalde para recibir a los comandantes de los buques merecen un ligero análisis. Desconozco si lo eligió premeditadamente o no, pero si conozco la sensación que uno percibe cuando es recibido de una guisa o de otra.Tengo larga experiencia. El hábito no hace al monje pero es exigible en ciertos momentos ya que la librea es indicativa, desde el primer contacto visual, de rechazo o aceptación. Cuando uno no se representa a si mismo sino a un cargo o institución, en este caso a la ciudad de Ferrol, la actitud de deferencia y educación debe ser norma exigible. Los comandantes de los buques lucían sus mejores galas para su presentación ya que representaban a su Nación. ¡Ay, educación y cultura! Cada uno hace lo que le da la gana pero no todos saben la repercusión que puede tener lo que hacen.
Muy graves han sido las palabras y actitud del alcalde causando un grave daño a la imagen de su ciudad que puede tener repercusiones económicas y de todo tipo.
¿Quién es el alcalde de Ferrol para soltar una perorata a los comandantes de dos buques aliados en visita de cortesía?
No me resisto a reproducir alguna de las lindezas que el alcalde dirigió a los servidores de su patria y, en este caso, de Europa, a la que pertenece el edil.
El alcalde estratega, creyéndose una mezcla de Churchill, Clausewitz y… (no recuerdo el nombre del otro), después de agradecer la presencia de los buques dijo que había que avanzar hacia otro modelo de defensa y seguridad que tenga como objetivo real el desarme. Bien. Jamás habíamos oído tal genialidad. De ahí derivó en profundidades como: la «guerra encuberta polo control do comercio de armas» y «Cómpre un novo marco de relacións internacionais baseadas na solidariedade, non no dominino nin na intervención militar; o negocio da guerra en función de intereses económicos deberá substituírse polo desarme, pola busca real da paz e a seguridade». Bien. Repito, jamás habíamos oído tan magistral lección que sabemos fue telegrafiada de inmediato al mando naval de la OTAN. Los comandantes de los buques quedaron asombrados y el regocijo se ha hecho visible entre las tripulaciones.
Allá por los años ochenta, el alcalde de La Coruña ofreció una recepción a las autoridades civiles y militares en el bello edificio del Ayuntamiento en la plaza de María Pita. El Almirante jefe de la Zona Marítima se trasladó desde Ferrol para tal evento. Como es lógico iba con el uniforme adecuado a la celebración y acompañado de su ayudante de campo y su jefe de estado mayor. Ya desde la entrada a la plaza se veía en la puerta del ayuntamiento a los numerosos invitados a la recepción. Al llegar, el Almirante se acercó a un grupo que parecía estar recibiendo a las autoridades.
No hubo el más mínimo reproche ni reparo.
General de División (R.) Rafael Dávila Álvarez
No está de más recordar que España ha sido la primera nación que ha existido con el sentido que ese concepto tiene hoy en la comunidad internacional. Más de quinientos años contemplan esta nueva forma de estructura política a la que se fueron sumando el resto de naciones.
El mes que viene se celebrará el 70º aniversario de Naciones Unidas. No es caprichoso el nombre elegido, Naciones Unidas, nación, término al que aspira cualquier embrión nacionalista de los que hoy tenemos singulares ejemplos. Primer paso como signo de identidad y reconocimiento internacional.
También somos pioneros en inventarnos, quinientos años después, aquello de nacionalidades y regiones, aunque ahora sin explicar muy bien el significado y el alcance de los términos.
El tema toma una capital importancia.
‹‹La Constitución se fundamenta en la indisoluble unidad de la Nación española, patria común e indivisible de todos los españoles, y reconoce y garantiza el derecho a la autonomía de las nacionalidades y regiones que la integran y la solidaridad entre todas ellas››.
Pocos saben que al año de implantarse la II República en España por un Decreto de Azaña se prohibió el uso del calificativo nacional sin expresa autorización del Consejo de ministros.
Decía el Decreto que se hacía necesario proteger el término nacional de los usos y abusos que conlleva su empleo anfibológico. Doble sentido, mala intención y vicio de la palabra.
No se puede jugar con el término nación porque se acaba jugando y acabando con la Nación. En esas estamos.
Los padres de la Constitución de 1978 dudaron, y dudaron tanto que al final abrieron una falsa puerta que el Tribunal Constitucional ha tenido que cerrar: ‹‹La Constitución no conoce otra que la nación española››, tuvieron que sentenciar los magistrados del Tribunal Constitucional ante la agresividad dialéctica, y mala intención, del Estatuto catalán. ¿Qué es eso de nacionalidades? De aquellos polvos… Nación española y nacionalidad española. Lo demás son fantasías y desgarros históricos. Si hay alguna razón de peso para introducir cambios en la Constitución uno de ellos debería ser la supresión de toda referencia a las nacionalidades, concepto inexistente se mire por donde se mire.
En su artículo Rescatar España, alertaba el general Pérez Alamán del peligro de los independentistas catalanes de romper la unidad de España con falsedades y desprecio al Estado de derecho. Nos animaba a todos a colaborar en la defensa de la unidad de España, de la Nación española. Esa debería haber sido y seguir siendo la principal preocupación del conjunto, del Estado, Gobierno, partidos políticos y de todos los españoles. Puede ser que lo sea pero, si es así, no se nota. El momento es sumamente delicado. Los máximos responsables, presidente del Gobierno, ministros y su partido, parecen muy tranquilos; algunos no lo estamos. Está en juego el todo, la esencia y la existencia de la Nación, España. Incierto y grave horizonte.
Ha habido dejadez, dejadez histórica, y sea el que sea el resultado de la amenaza independentista, la herida abierta en el cuerpo de España, algo más que una rozadura, no se va a cerrar con grapas quirúrgicas. Los principales partidos políticos han abandonado España a su suerte, que es lo mismo que decir que han abandonado a los españoles. Mientras la incapacidad de un presidente nos dejó espiritual y materialmente en paños menores, otro se dedica a hacer cuentas a cuenta de nuestros bolsillos olvidándose de los principios que mueven el espíritu y las conciencias de los hombres y que fueron los que le llevaron a la presidencia. Al no levantar su bandera, la de sus votantes, otros se le han adelantado levantando la suya.
Abandonadas las ideas, la justicia, la educación, la moral y hasta el idioma. ¿Los principios? Ni están ni se les espera. De ahí los finales.
Nos inhibimos ante los problemas. El paso atrás se ha impuesto en una mayoría de la sociedad, ahora convertida en silenciosa. No es la misma que hace unos años no votaba. Las tornas han cambiado. Ahora los silenciosos son una amedrentada parte de la sociedad que se debate entre la duda y la incertidumbre. Confusa entre lo justo y lo injusto, cuando hay tanta injusticia. Sin atreverse a defender lo que siempre defendieron, sin levantar la voz por lo que con esfuerzo lucharon, escondiéndose de la educación que les dieron y no atreviéndose a hablar de la historia que aprendieron y la justicia que practicaron. Se renuncia a lo trascendental o se oculta y no se defiende. Y ya no votan. Surge la duda. Confusos y desorientados. Y se preguntan, ¿a quién cuando la desorientación de los mensajes y los incumplimientos son la norma acostumbrada?
Todos tenemos culpa porque las armas a utilizar en esta lucha las hemos abandonado, o al menos ocultado: los principios. No son los mercados, ni la fiscalidad, ni la prima de riesgo, los que nos van a sacar de esta incertidumbre y amenaza de escisión del golpe de Estado con el que nos amenazan, incluso amedrentan, unos irresponsables en Cataluña. Somos todos nosotros, los que creemos y queremos a nuestra Nación, España, los que tenemos que asumir el compromiso con ella. Si no lo hacemos nosotros nadie lo va a hacer por nosotros. Seamos responsables con nuestra voz y voto, con nuestra presencia, concurrencia, juramento o promesa, ideales y principios, y demos la cara sin dejarnos avasallar por los que, en su confusión de ideas y resentimiento, fuera de la ley, pretenden acabar con esta gran Nación: España. Son minoría pero inventarán cualquier maldad para destruir lo que entre todos hemos construido. Las opciones políticas que hay enfrente se muestran enfrentadas. La indisoluble unidad de la Nación española se disuelve como un azucarillo. La culpa es de todos.
Ellos están dispuestos a todo, sin contar con la ley. Nosotros debemos estarlo también, contamos con la ley. Todavía estamos a tiempo, pero no hay mucho tiempo.
O luchamos o esto se nos va de las manos, ¿o se nos ha ido ya?
Hay que defender a España: con todas las de la ley. Nos la están robando.
General de División (R.) Rafael Dávila Álvarez
2.- EL ALCALDE DE FERROL
No me gusta mezclar temas pero en este caso tengo que hacerlo. No está una cosa tan alejada de la otra. Inconsciencia, falta de respeto y escasa formación. ¿Se llama educación para la ciudadanía? Me refiero a lo ocurrido en Ferrol y al flaco favor hecho por su alcalde a todos sus vecinos. Ferrol es a la Armada como la historia naval española lo es a Ferrol. Una unión histórica que los ha llevado juntos por todos los mares y civilizaciones existentes. Seguramente ya nunca podrán vivir ni subsistir Ferrol sin la Armada y viceversa.
Hace unos días llegaron al Arsenal de Ferrol dos buques de la Agrupación Naval Permanente nº 1 de la OTAN. Las normas de cortesía militar dicen que en nombre de la Nación, a la que representan, los comandantes de los buques, como los de cualquier unidad militar, visitan a las autoridades del lugar donde recalan, como muestra de respeto y agradecimiento. Es una norma internacional que hacen todos los ejércitos del mundo. Así ha ocurrido en Ferrol con los dos buques de la OTAN, canadiense y noruego. Han visitado al Alcalde de Ferrol y este no ha estado a la altura de su cometido y responsabilidades. Quiero tratar con todo respeto el tema.
Los comentarios que han circulado sobre la vestimenta del alcalde para recibir a los comandantes de los buques merecen un ligero análisis. Desconozco si lo eligió premeditadamente o no, pero si conozco la sensación que uno percibe cuando es recibido de una guisa o de otra.Tengo larga experiencia. El hábito no hace al monje pero es exigible en ciertos momentos ya que la librea es indicativa, desde el primer contacto visual, de rechazo o aceptación. Cuando uno no se representa a si mismo sino a un cargo o institución, en este caso a la ciudad de Ferrol, la actitud de deferencia y educación debe ser norma exigible. Los comandantes de los buques lucían sus mejores galas para su presentación ya que representaban a su Nación. ¡Ay, educación y cultura! Cada uno hace lo que le da la gana pero no todos saben la repercusión que puede tener lo que hacen.
Muy graves han sido las palabras y actitud del alcalde causando un grave daño a la imagen de su ciudad que puede tener repercusiones económicas y de todo tipo.
¿Quién es el alcalde de Ferrol para soltar una perorata a los comandantes de dos buques aliados en visita de cortesía?
No me resisto a reproducir alguna de las lindezas que el alcalde dirigió a los servidores de su patria y, en este caso, de Europa, a la que pertenece el edil.
El alcalde estratega, creyéndose una mezcla de Churchill, Clausewitz y… (no recuerdo el nombre del otro), después de agradecer la presencia de los buques dijo que había que avanzar hacia otro modelo de defensa y seguridad que tenga como objetivo real el desarme. Bien. Jamás habíamos oído tal genialidad. De ahí derivó en profundidades como: la «guerra encuberta polo control do comercio de armas» y «Cómpre un novo marco de relacións internacionais baseadas na solidariedade, non no dominino nin na intervención militar; o negocio da guerra en función de intereses económicos deberá substituírse polo desarme, pola busca real da paz e a seguridade». Bien. Repito, jamás habíamos oído tan magistral lección que sabemos fue telegrafiada de inmediato al mando naval de la OTAN. Los comandantes de los buques quedaron asombrados y el regocijo se ha hecho visible entre las tripulaciones.
Allá por los años ochenta, el alcalde de La Coruña ofreció una recepción a las autoridades civiles y militares en el bello edificio del Ayuntamiento en la plaza de María Pita. El Almirante jefe de la Zona Marítima se trasladó desde Ferrol para tal evento. Como es lógico iba con el uniforme adecuado a la celebración y acompañado de su ayudante de campo y su jefe de estado mayor. Ya desde la entrada a la plaza se veía en la puerta del ayuntamiento a los numerosos invitados a la recepción. Al llegar, el Almirante se acercó a un grupo que parecía estar recibiendo a las autoridades.
- ¿El alcalde, por favor?, preguntó.
- ¡Son eu, respondió un caballero vestido con ropa informal, en vaqueros y probablemente chanclas.
No hubo el más mínimo reproche ni reparo.
- Siga usted de vacaciones, alcalde.
General de División (R.) Rafael Dávila Álvarez
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