NUESTRA HUMILDE OPINIÓN
PODEMOS PERO NO QUEREMOS (General de División Rafael Dávila Álvarez)
‹‹Eres más rojo que el capote de Cagancho››.
Cagancho, Joaquín Rodríguez Ortega, fue un torero de verdad, de sentimiento, de esos que se dice que tienen raza y arte. Un genio, lo era para todo, sobre todo en el arte de vivir como le venía en gana. Para eso era un artista. En frases hechas por el pueblo quedaron resumidos muchos episodios de su vida. Son como sentencias extraídas de las mejores letras de nuestro Siglo de Oro.
El capote de Cagancho era rojo, pero no rojo de color, del primer color del espectro solar. Ni colorao, ni encarnao. No, su capote era otra cosa. Era alambrado, rojo vivo, radical y revolucionario. Era el capote que toreaba al tiempo. De esos ha habido pocos, muy pocos; uno de ellos, el suyo, el de Cagancho.
‹‹Eres más rojo que el capote de Cagancho››, decía el lenguaje de barrio para llamar a los “rojos”, ya saben, a los que en política se les define como “radical, revolucionario”. La frase tiene el arte y la fuerza del lance eterno de un capote; más que aquella otra: ‹‹eres más rojo que las amapolas››. ¡Mira que hay que ser rojo para quedar definido en un lance del capote eterno de Cagancho!
Bueno, pues les cuento todo esto porque me llegan tantas preguntas, llamadas, los medios se ha puesto tan pesaditos, se comprende, a raíz del salto al ruedo político de un señor de Zaragoza que llegó a tener un cargo importante en la vida militar. Fue Jefe del Estado Mayor de la Defensa. El tema me desagrada pero debo contestar a tanta incertidumbre. Voy a torear con permiso de Cagancho. Pero no se froten las manos. Seguro que les defraudo. Para mi es algo sin transcendencia, muy lejos de una buena faena. Esto es simplemente una faena de alivio, una espantá
¿Valor simbólico?, ¿un gesto o golpe de efecto? No, no se asusten ni se equivoquen. Los golpes, pero los de verdad, no de efecto, vienen por otro lado. Esto es, como les decía, un par de lances, un quítale las moscas del hocico, salto a la efímera fama, esa que no encontró en otros ambientes. De entrada, menos lobos, tío Pinto. Aquí nos conocemos todos. Y todos sabemos lo que cada uno da de sí.
Bueno pues les iba yo diciendo que en la Academia Militar, en mi época, el paleolítico ¡fíjense qué tiempo!, se conocía a Cagancho y a los amapolas, por aquello del rojerío y el color de la efímera flor.
‹‹Fulano eres más rojo que el capote de Cagancho››. ‹‹Ese es una amapola››. Todo quedaba en casa. En contra de lo que algunos opinan no pasaba nada, aquello no se reflejaba en tu hoja de servicios, y todos tan felices y contentos. Alguno incluso ha alcanzado las mieles de los entorchados y bastones de mando.
Pero claro, cada uno será lo que quiera, nada importa su vida anterior, pero juntos formamos Bandera y eso es lo que da el más alto honor. Nada importa tu vida anterior, pero cuando has formado Bandera, y la has besado y jurado… Sí que importa tu vida anterior.
‹‹Soldados ¿Juráis o prometéis por vuestra conciencia y honor cumplir fielmente vuestras obligaciones militares, guardar y hacer guardar la Constitución como norma fundamental del Estado, obedecer y respetar al Rey y a vuestros jefes, no abandonarlos nunca y, si preciso fuera, entregar vuestra vida en defensa de España?».
«Si cumplís vuestro juramento o promesa, España os lo agradecerá y premiará y si no, os lo demandará»,
¡Ay mi bandera! Ante la que juré y con lo que la juré ¡ni una broma!, mire usted.
No perdamos la dirección por donde nos atacan. Los sucedáneos esperan su oportunidad pero hoy por hoy no son rival. El problema está en la unidad de España, en su integridad territorial y soberanía. No nos engañemos con golpes mediáticos que no sobrepasan la categoría del golpe de efecto. El problema es el golpe contra el Estado.
Podemos hablar de eso sobre lo que hoy todos hablan. Podemos hablar de fichajes mediáticos. Podemos, claro que podemos. Pero no queremos. Hablamos de España y de su unidad. Lo que hemos jurado.
Somos Bandera y eso es lo que da el más alto honor.
Decía Ignacio Sánchez Mejías ¡Ay la cultura!, que el mundo entero es una enorme plaza de toros donde el que no torea embiste. Vivimos tiempos en los que se hace realidad la sabiduría taurina. Casi nadie torea y todos embisten. Cagancho hizo memorable, después de una tarde aciaga, una recurrente sentencia: “Quedó como Cagancho en Almagro”. La historia se repite. Cuidado con los espontáneos. Este señor de Zaragoza puede acabar como Cagancho en Almagro. Pero sin el prestigio del maestro.
Y esto no da para más ni tiene mayor recorrido. Lo de Cataluña sí.
Cuando alguien me preguntaba que si íbamos a ganar la batalla le contesté: Una cosa es segura y es que, suceda lo que suceda, usted y yo cumpliremos con nuestro deber.
General de División (R.) Rafael Dávila Álvarez
SUBVERSIÓN EN CATALUÑA (General de División Juan Chicharro Ortega)
No puedo evitarlo. Cada vez que observo la situación en Cataluña el subconsciente me retrotrae años atrás a los estudios que en la vieja Escuela de Estado Mayor realizábamos sobre lo que la doctrina clásica denominaba “casos particulares de la batalla”. La guerra subversiva era y es uno de estos casos. De las acciones políticas que vemos todos los días en Cataluña, podemos extraer muchas similitudes con lo que cabe denominar como acciones subversivas. ¿Acaso pueden tener otro nombre? Entendemos la subversión como un conjunto armónico de acciones diversas, mediante las que una fracción más o menos reducida en principio, y entre la indiferencia inicial de la mayoría de la población, pretende perturbar la estructura política y social de un país para derrumbarla y sustituirla por otra. En este caso la secesión de Cataluña de la patria de la que secularmente forma parte, España. En cualquier guerra subversiva la premisa fundamental para el triunfo de la subversión es la necesidad de contar con el apoyo del pueblo al que es necesario abducir mediante ideas-fuerza. Así nos encontramos con falacias como que Cataluña es una nación sometida, que España nos roba,… etc. Falacias que, sabiamente difundidas a través de medios controlados y sobre todo mediante la educación escolar, acabarán por instalarse en el corazón de una población ajena al principio a estos sentimientos pero en la que acaba calando.
Las técnicas que cualquier movimiento subversivo lleva a cabo en la sociedad que quiere subvertir incluyen no sólo las de captación de masas mediante campañas psicológicas, sino también las de intimidación, las de desmoralización y, llegado el caso, incluso, como sucedió en el pasado, en el País Vasco, la de la eliminación física de autoridades o elementos irreductibles o en su caso, también, su captación, bien por convencimiento o por amedrantamiento. Un análisis profundo de todo cuanto ha sucedido en Cataluña en los últimos años me lleva a la conclusión de que todas las acciones antes mencionadas han sido metódicamente aplicadas y seguidas en lo que los independentistas llaman “el proceso soberanista”. A ver, no hace falta ser un lince para constatar que nos encontramos ante un proceso subversivo en toda su magnitud. Y lo primero que hay que hacer para evitar su triunfo -en este caso la secesión- es reconocerlo para, a partir de ahí, llevar a cabo todas las acciones que sean necesarias para abortarlo.
En la ya citada Escuela de Estado Mayor teníamos un brillante profesor que, ante el estudio de cualquier campaña, nos obligaba a analizarla desde la aplicación en mayor o menor medida de los principios clásicos de la guerra. Sabemos que no por aplicarlos se ganan las guerras pero sí que se pierden si uno no se atiene generalmente a ellos.
Voy ahora a analizar desde esa perspectiva cómo veo lo que está pasando en Cataluña dando por hecho que nos enfrentamos, simplemente, a un fenómeno subversivo.
El principio fundamental a tener en cuenta es el de la voluntad de vencer, entendiéndolo como el firme propósito de imponerse al adversario en cualquier situación. Implica fe en el triunfo, tenacidad para alcanzarlo y actividad insuperable en la ejecución. Supone, por supuesto, una acendrada identificación con los valores patrios.
¿Podemos decir que quienes lideran el movimiento secesionista cumplen los requisitos que este principio preconiza? Por desgracia me temo que sí. Están convencidos de que van a ganar, son tenaces y hay que reconocer que los pasos que han dado han sido minuciosamente aplicados, incluso sabiendo incluir en su proyecto a los que seguramente se camuflan en él para eludir la acción de la justicia por razones de corrupción manifiesta.
Y, ¿qué decir de quienes tienen la responsabilidad de la defensa del Estado, es decir del Gobierno actual? No seré yo quien le niegue patriotismo, si bien su actitud confusa y tibia me lleva a pensar que atienden muchas veces más a fines de partido que a su responsabilidad. Es triste, por otra parte, que no parezca que tengan mucha fe en el triunfo toda vez que no son pocas las ocasiones en las que dan por hecho la posibilidad de la independencia. Y la dejadez de funciones, ante el incumplimiento de sentencias del Supremo y del Constitucional o de la misma Constitución de las que hacen gala el Sr. Mas y sus compinches, no parece demostrar en absoluto esa insuperable actividad en la ejecución. Si alguien lo duda le invito a leer el artículo 4 del Título Preliminar de la Constitución y lo que establece respecto al uso de la bandera nacional y las autonómicas. “La bajada de pantalones” del Gobierno es inadmisible. Ahora dicen que ni un paso más atrás; pero han retrocedido tanto que ya poco espacio queda. Veamos otro principio. En este caso el relacionado con la libertad de acción y la iniciativa. Poco más tengo, por desgracia, que desarrollar de lo que está pasando, pues resulta tan obvio que el Gobierno va a remolque permanente de lo que le dictan los secesionistas, que incluso hasta lo reconoce al manifestar que irá respondiendo gradualmente a las medidas que vaya implantando la Generalitat. ¡Tiene castañas!, el Gobierno a remolque del Gobierno autónomo catalán. En la guerra, siempre, y en el caso de la guerra subversiva, aún más, la pérdida de la iniciativa es casi siempre fatal y conduce a la derrota.
Por desgracia el Estado español ha perdido la iniciativa por completo y -lo que es peor- no parece hacer nada para recuperarla. Resulta inexplicable la impunidad en la que se mueven quienes son claramente reos de conspiración para la rebelión. ¿ acaso no lo es el promover la independencia de Cataluña y concertarse para su ejecución? ¿Dónde está el Fiscal General del Estado ? ¿ a qué espera para cumplir con su obligación?
Y a medio plazo no queda otra que apoyar la libertad informativa – hoy coartada – y desde luego incidir sobre la enseñanza de forma tal que se reponga la verdad en las escuelas.
O bien, es que no se da cuenta el Gobierno de que esa cacareada mayoría de no independentistas que dice ha habido en las elecciones -yo no me la creo, pues dar por hecho que partidos radicales como Podemos están por la unidad de España es una ilusión- ya no será tal dentro de cuatro años, cuando los abducidos catorceañeros de hoy voten dentro de cuatro años y, no digamos, dentro de ocho. Se necesita ser muy torpe para no apercibirse de todo esto y no actuar ya.
Sólo he analizado dos principios y no sigo más, pues la conclusión a la que llego es lamentable y desoladora.
Y a todo esto, en esta jaula de grillos aparece un exJEMAD incorporándose a proyectos políticos que no defienden la unidad de España y que tienen como aliados a enemigos declarados como, por ejemplo, Bildu, en Navarra. O sea, apoyando ideas bien contrarias a las que se supone defendía mientras estuvo en las FAS. ¿ A esto como se le llama ?
¡ Cosas veredes amigo Sancho !
General de División de Infantería (R.) de Marina Juan Chicharro
‹‹Eres más rojo que el capote de Cagancho››.
Cagancho, Joaquín Rodríguez Ortega, fue un torero de verdad, de sentimiento, de esos que se dice que tienen raza y arte. Un genio, lo era para todo, sobre todo en el arte de vivir como le venía en gana. Para eso era un artista. En frases hechas por el pueblo quedaron resumidos muchos episodios de su vida. Son como sentencias extraídas de las mejores letras de nuestro Siglo de Oro.
El capote de Cagancho era rojo, pero no rojo de color, del primer color del espectro solar. Ni colorao, ni encarnao. No, su capote era otra cosa. Era alambrado, rojo vivo, radical y revolucionario. Era el capote que toreaba al tiempo. De esos ha habido pocos, muy pocos; uno de ellos, el suyo, el de Cagancho.
‹‹Eres más rojo que el capote de Cagancho››, decía el lenguaje de barrio para llamar a los “rojos”, ya saben, a los que en política se les define como “radical, revolucionario”. La frase tiene el arte y la fuerza del lance eterno de un capote; más que aquella otra: ‹‹eres más rojo que las amapolas››. ¡Mira que hay que ser rojo para quedar definido en un lance del capote eterno de Cagancho!
Bueno, pues les cuento todo esto porque me llegan tantas preguntas, llamadas, los medios se ha puesto tan pesaditos, se comprende, a raíz del salto al ruedo político de un señor de Zaragoza que llegó a tener un cargo importante en la vida militar. Fue Jefe del Estado Mayor de la Defensa. El tema me desagrada pero debo contestar a tanta incertidumbre. Voy a torear con permiso de Cagancho. Pero no se froten las manos. Seguro que les defraudo. Para mi es algo sin transcendencia, muy lejos de una buena faena. Esto es simplemente una faena de alivio, una espantá
¿Valor simbólico?, ¿un gesto o golpe de efecto? No, no se asusten ni se equivoquen. Los golpes, pero los de verdad, no de efecto, vienen por otro lado. Esto es, como les decía, un par de lances, un quítale las moscas del hocico, salto a la efímera fama, esa que no encontró en otros ambientes. De entrada, menos lobos, tío Pinto. Aquí nos conocemos todos. Y todos sabemos lo que cada uno da de sí.
Bueno pues les iba yo diciendo que en la Academia Militar, en mi época, el paleolítico ¡fíjense qué tiempo!, se conocía a Cagancho y a los amapolas, por aquello del rojerío y el color de la efímera flor.
‹‹Fulano eres más rojo que el capote de Cagancho››. ‹‹Ese es una amapola››. Todo quedaba en casa. En contra de lo que algunos opinan no pasaba nada, aquello no se reflejaba en tu hoja de servicios, y todos tan felices y contentos. Alguno incluso ha alcanzado las mieles de los entorchados y bastones de mando.
Pero claro, cada uno será lo que quiera, nada importa su vida anterior, pero juntos formamos Bandera y eso es lo que da el más alto honor. Nada importa tu vida anterior, pero cuando has formado Bandera, y la has besado y jurado… Sí que importa tu vida anterior.
‹‹Soldados ¿Juráis o prometéis por vuestra conciencia y honor cumplir fielmente vuestras obligaciones militares, guardar y hacer guardar la Constitución como norma fundamental del Estado, obedecer y respetar al Rey y a vuestros jefes, no abandonarlos nunca y, si preciso fuera, entregar vuestra vida en defensa de España?».
«Si cumplís vuestro juramento o promesa, España os lo agradecerá y premiará y si no, os lo demandará»,
¡Ay mi bandera! Ante la que juré y con lo que la juré ¡ni una broma!, mire usted.
No perdamos la dirección por donde nos atacan. Los sucedáneos esperan su oportunidad pero hoy por hoy no son rival. El problema está en la unidad de España, en su integridad territorial y soberanía. No nos engañemos con golpes mediáticos que no sobrepasan la categoría del golpe de efecto. El problema es el golpe contra el Estado.
Podemos hablar de eso sobre lo que hoy todos hablan. Podemos hablar de fichajes mediáticos. Podemos, claro que podemos. Pero no queremos. Hablamos de España y de su unidad. Lo que hemos jurado.
Somos Bandera y eso es lo que da el más alto honor.
Decía Ignacio Sánchez Mejías ¡Ay la cultura!, que el mundo entero es una enorme plaza de toros donde el que no torea embiste. Vivimos tiempos en los que se hace realidad la sabiduría taurina. Casi nadie torea y todos embisten. Cagancho hizo memorable, después de una tarde aciaga, una recurrente sentencia: “Quedó como Cagancho en Almagro”. La historia se repite. Cuidado con los espontáneos. Este señor de Zaragoza puede acabar como Cagancho en Almagro. Pero sin el prestigio del maestro.
Y esto no da para más ni tiene mayor recorrido. Lo de Cataluña sí.
Cuando alguien me preguntaba que si íbamos a ganar la batalla le contesté: Una cosa es segura y es que, suceda lo que suceda, usted y yo cumpliremos con nuestro deber.
General de División (R.) Rafael Dávila Álvarez
SUBVERSIÓN EN CATALUÑA (General de División Juan Chicharro Ortega)
No puedo evitarlo. Cada vez que observo la situación en Cataluña el subconsciente me retrotrae años atrás a los estudios que en la vieja Escuela de Estado Mayor realizábamos sobre lo que la doctrina clásica denominaba “casos particulares de la batalla”. La guerra subversiva era y es uno de estos casos. De las acciones políticas que vemos todos los días en Cataluña, podemos extraer muchas similitudes con lo que cabe denominar como acciones subversivas. ¿Acaso pueden tener otro nombre? Entendemos la subversión como un conjunto armónico de acciones diversas, mediante las que una fracción más o menos reducida en principio, y entre la indiferencia inicial de la mayoría de la población, pretende perturbar la estructura política y social de un país para derrumbarla y sustituirla por otra. En este caso la secesión de Cataluña de la patria de la que secularmente forma parte, España. En cualquier guerra subversiva la premisa fundamental para el triunfo de la subversión es la necesidad de contar con el apoyo del pueblo al que es necesario abducir mediante ideas-fuerza. Así nos encontramos con falacias como que Cataluña es una nación sometida, que España nos roba,… etc. Falacias que, sabiamente difundidas a través de medios controlados y sobre todo mediante la educación escolar, acabarán por instalarse en el corazón de una población ajena al principio a estos sentimientos pero en la que acaba calando.
Las técnicas que cualquier movimiento subversivo lleva a cabo en la sociedad que quiere subvertir incluyen no sólo las de captación de masas mediante campañas psicológicas, sino también las de intimidación, las de desmoralización y, llegado el caso, incluso, como sucedió en el pasado, en el País Vasco, la de la eliminación física de autoridades o elementos irreductibles o en su caso, también, su captación, bien por convencimiento o por amedrantamiento. Un análisis profundo de todo cuanto ha sucedido en Cataluña en los últimos años me lleva a la conclusión de que todas las acciones antes mencionadas han sido metódicamente aplicadas y seguidas en lo que los independentistas llaman “el proceso soberanista”. A ver, no hace falta ser un lince para constatar que nos encontramos ante un proceso subversivo en toda su magnitud. Y lo primero que hay que hacer para evitar su triunfo -en este caso la secesión- es reconocerlo para, a partir de ahí, llevar a cabo todas las acciones que sean necesarias para abortarlo.
En la ya citada Escuela de Estado Mayor teníamos un brillante profesor que, ante el estudio de cualquier campaña, nos obligaba a analizarla desde la aplicación en mayor o menor medida de los principios clásicos de la guerra. Sabemos que no por aplicarlos se ganan las guerras pero sí que se pierden si uno no se atiene generalmente a ellos.
Voy ahora a analizar desde esa perspectiva cómo veo lo que está pasando en Cataluña dando por hecho que nos enfrentamos, simplemente, a un fenómeno subversivo.
El principio fundamental a tener en cuenta es el de la voluntad de vencer, entendiéndolo como el firme propósito de imponerse al adversario en cualquier situación. Implica fe en el triunfo, tenacidad para alcanzarlo y actividad insuperable en la ejecución. Supone, por supuesto, una acendrada identificación con los valores patrios.
¿Podemos decir que quienes lideran el movimiento secesionista cumplen los requisitos que este principio preconiza? Por desgracia me temo que sí. Están convencidos de que van a ganar, son tenaces y hay que reconocer que los pasos que han dado han sido minuciosamente aplicados, incluso sabiendo incluir en su proyecto a los que seguramente se camuflan en él para eludir la acción de la justicia por razones de corrupción manifiesta.
Y, ¿qué decir de quienes tienen la responsabilidad de la defensa del Estado, es decir del Gobierno actual? No seré yo quien le niegue patriotismo, si bien su actitud confusa y tibia me lleva a pensar que atienden muchas veces más a fines de partido que a su responsabilidad. Es triste, por otra parte, que no parezca que tengan mucha fe en el triunfo toda vez que no son pocas las ocasiones en las que dan por hecho la posibilidad de la independencia. Y la dejadez de funciones, ante el incumplimiento de sentencias del Supremo y del Constitucional o de la misma Constitución de las que hacen gala el Sr. Mas y sus compinches, no parece demostrar en absoluto esa insuperable actividad en la ejecución. Si alguien lo duda le invito a leer el artículo 4 del Título Preliminar de la Constitución y lo que establece respecto al uso de la bandera nacional y las autonómicas. “La bajada de pantalones” del Gobierno es inadmisible. Ahora dicen que ni un paso más atrás; pero han retrocedido tanto que ya poco espacio queda. Veamos otro principio. En este caso el relacionado con la libertad de acción y la iniciativa. Poco más tengo, por desgracia, que desarrollar de lo que está pasando, pues resulta tan obvio que el Gobierno va a remolque permanente de lo que le dictan los secesionistas, que incluso hasta lo reconoce al manifestar que irá respondiendo gradualmente a las medidas que vaya implantando la Generalitat. ¡Tiene castañas!, el Gobierno a remolque del Gobierno autónomo catalán. En la guerra, siempre, y en el caso de la guerra subversiva, aún más, la pérdida de la iniciativa es casi siempre fatal y conduce a la derrota.
Por desgracia el Estado español ha perdido la iniciativa por completo y -lo que es peor- no parece hacer nada para recuperarla. Resulta inexplicable la impunidad en la que se mueven quienes son claramente reos de conspiración para la rebelión. ¿ acaso no lo es el promover la independencia de Cataluña y concertarse para su ejecución? ¿Dónde está el Fiscal General del Estado ? ¿ a qué espera para cumplir con su obligación?
Y a medio plazo no queda otra que apoyar la libertad informativa – hoy coartada – y desde luego incidir sobre la enseñanza de forma tal que se reponga la verdad en las escuelas.
O bien, es que no se da cuenta el Gobierno de que esa cacareada mayoría de no independentistas que dice ha habido en las elecciones -yo no me la creo, pues dar por hecho que partidos radicales como Podemos están por la unidad de España es una ilusión- ya no será tal dentro de cuatro años, cuando los abducidos catorceañeros de hoy voten dentro de cuatro años y, no digamos, dentro de ocho. Se necesita ser muy torpe para no apercibirse de todo esto y no actuar ya.
Sólo he analizado dos principios y no sigo más, pues la conclusión a la que llego es lamentable y desoladora.
Y a todo esto, en esta jaula de grillos aparece un exJEMAD incorporándose a proyectos políticos que no defienden la unidad de España y que tienen como aliados a enemigos declarados como, por ejemplo, Bildu, en Navarra. O sea, apoyando ideas bien contrarias a las que se supone defendía mientras estuvo en las FAS. ¿ A esto como se le llama ?
¡ Cosas veredes amigo Sancho !
General de División de Infantería (R.) de Marina Juan Chicharro
No hay comentarios:
Publicar un comentario