Hoy contamos con la colaboración del Comandante de Infantería Lucas Martín Serrano. Le recibimos con agradecimiento y con la esperanza de que no sea esta su única participación en este humilde blog.
El Comandante Lucas Martín tiene formación legionaria que es lo mismo que decir que es un soldado, un hombre forjado en los espíritus de un Credo que deja huella en el alma. En todos sus empleos, teniente, capitán y comandante, ha formado parte de las distintas unidades y del Cuartel General de La Legión. Esas son buenas credenciales, mi Comandante.
Ha orientado su carrera en el campo de la Inteligencia militar estando en posesión del Curso Avanzado de Inteligencia y Seguridad y el Curso Superior de Inteligencia de las Fuerzas Armadas. Apasionado de la historia actualmente está cursando el Grado de Geografía e Historia.
Destinado en Munster (Alemania) ha tenido la gentileza de poner a nuestra disposición sus conocimientos en temas de gran actualidad internacional y que nos afectan muy directamente.
Conferenciante, articulista, con seria y sólida formación, ha estudiado en profundidad el problema del yihadismo del que nos ofrece un artículo tan real como preocupante. El futuro, el peligroso e incierto legado, que dejamos a nuestros hijos.
¡Gracias mi Comandante!
LA SEMILLA DEL DAESH. NUESTRO LEGADO
Como era de esperar, el interés por todo lo que acontece en torno al Daesh ha decrecido enormemente, y no porque hayan dejado de producirse hechos relevantes o porque la presión que ejercen en su zona de influencia haya disminuido. Evidentemente los grandes atentados o las acciones más espectaculares siguen ocupando su pequeño espacio en la noticias diarias, pero poco más. Es un tema ya demasiado “gastado” y hay que buscar nuevas noticias que atraigan la atención de la opinión pública, pues de eso se trata, ¿no?
Incluso las impactantes decapitaciones o ejecuciones por los métodos más crueles han pasado a un segundo plano. Es más, a la vista de la información que nos llega, cualquiera pensaría que han dejado de producirse, que las atrocidades han cesado. Y como ejemplo sólo mencionar el asesinato del ciudadano croata Tomislav Salopek, o la ejecución de cuatro soldados sirios quemados vivos. Ambos hechos han recibido bastante menos atención informativa que hechos similares sucedidos hace sólo unos meses. Sólo los ataques en suelo propio causan un cierto impacto, eso sí, mucho menor también. De nuevo tenemos un ejemplo reciente, el atentado frustrado en el tren entre Ámsterdam y París.
Esta creciente indiferencia, como podríamos calificarla, es muy peligrosa. Estamos poco a poco olvidándonos de un problema que, aunque muchos ven lejano, está más próximo en el tiempo y el espacio de lo que imaginamos.
Además, recientes acontecimientos como la crisis migratoria que está sufriendo Europa han tomado el relevo de los focos de atención mediática. Aunque eso sí, poco o nada se está profundizando en el origen o causa de esta crisis y en el por qué ocurre precisamente ahora. Es un tema más que interesante y que merece un capítulo específico. Solo apuntaré que de nuevo parece que suframos de un ataque de amnesia.
Pero volviendo al objeto de estas líneas, como ya he mencionado en otras ocasiones, soy de la opinión de que no somos conscientes de la magnitud de problema al que nos enfrentamos. O tal vez sea mucho más cómodo no querer ser conscientes de ello. El único inconveniente de esta actitud es que cuando por la tozudez de la realidad recuperemos esa conciencia, ya será demasiado tarde, y quienes se encontrarán frente a frente con esa situación no seremos nosotros, sino nuestros hijos; y serán ellos los que habrán de enfrentarla cuando ya sea tarde. Y tendremos que entonar el “mea culpa” por nuestra falta de decisión e inacción.
Es muy complicado tratar de comprender el problema que supone el Daesh, y mucho mas, afrontarlo, atendiendo sólo a nuestro esquema mental. En primer lugar, hay que entender el contexto religioso y cultural en que se desarrollan las sociedades con mayoría musulmana. Y para ello, leer y conocer el Corán es fundamental. Hay que dejar de andarse con rodeos, de buscar siempre lo políticamente correcto y llamar a las cosas por su nombre. Y eso no debe ser motivo de ofensa para nadie.
Puede parecer una obviedad, pero hay que recordar que el Islam es la raíz origen del terrorismo islámico. El Islam es una parte fundamental en la fundación ideológica del islamismo, que a su vez, es la principal base sobre la que se sustenta el terrorismo islámico, complementado generalmente con el nacionalismo radical de izquierdas.
Esta función ideológica está a su vez reforzada con una serie de variables de base social. El Islám proporciona una masa social para el desarrollo del islamismo, y un gran apoyo social a este a la vez que una extensa red de protección.
A su vez, y cerrando el círculo, el islamismo proporciona una masa social base y una red de apoyo al terrorismo islámico.
Y dentro de todo este entramado, y ese es el punto sobre el que quiero llamar la atención, un pilar fundamental es la educación, que unida a la concepción del tiempo que tiene el Daesh, es la más letal de sus armas.
Dentro de lo que podemos considerar la campaña INFOOPS del Daesh, a la que ya he hecho referencia en anteriores ocasiones, se puede comprobar que está volcando un gran esfuerzo en el reclutamiento de combatientes extranjeros, razones entre las que se encuentran la ausencia total en estos de vínculos familiares, emocionales, incluso de raza y de apego hacia el lugar donde van a luchar. El único vínculo necesario es el religioso. Ello hace que estos combatientes tengan mucha más facilidad para mostrarse tan despiadados como sea necesario. De hecho los autores de la ejecuciones más sanguinarias pertenecen a este grupo de combatientes.
Pero a la vez que se reclutan combatientes también se lleva a cabo una labor de captación de mujeres e incluso de familias enteras. Y esto es probablemente lo más grave. Ahí es donde reside el verdadero peligro.
El Daesh pretende funcionar como Estado. Controla ya un vasto territorio en el que está implantando sus propias estructuras que incluyen una suerte de servicios de atención social con apoyo a las familias que allí se instalan. Al mismo tiempo, ese territorio que gobierna, le proporciona gran parte de los recursos económicos necesarios , habiendo incluso anunciado ya la creación de una moneda propia. Si a todo lo anteriormente expuesto añadimos la particular concepción del tiempo que tiene la cultura islámica y la convicción que tienen los miembros del Daesh de estar ejerciendo a voluntad de su Dios, entonces podremos tener una idea de la magnitud del problema.
El Daesh y la implantación del Califato, no es un proyecto a corto ni a medio plazo. Ellos tienen la vista puesta mucho más allá. De momento han logrado obtener un espacio vital, la tierra en la que plantar su “semilla”, y que a su vez les permite obtener lo necesario para regarla convenientemente. Esa semilla no son los combatientes, sino las familias que se estan formando, las mujeres que están acudiendo a su llamada y los niños que están naciendo y creciendo dentro del Daesh. Y la semilla está germinando y creciendo delante de nuestros ojos sin que seamos capaces de darnos cuenta.
Los actuales integrantes del Daesh son musulmanes que en su mayoría, en un determinado momento, ya con cierta edad, por un motivo u otro, o bien se radicalizaron, o bien han sentido la llamada de éste para combatir en sus filas. Pero no dejan de ser personas que en un momento u otro de su vida, han conocido algo diferente a esa visión radical, al menos la mayoría de ellos.
En cambio, a día de hoy, en el Daesh, hay miles de familias con hijos. Esos niños, desde que nacen, están siendo educados en una visión totalmente radical y fanática de la vida. Niños que no conocerán nada más que eso y que percibirán el vivir con el odio y con la idea de destruir a los que consideran sus enemigos, es decir los no creyentes, como algo normal. Y para que la labor no quede a medias, esos niños se están educando no sólo en ese islamismo más radical y en el odio a occidente, sino que están siendo adiestrados para combatir. Son innumerables los videos que dan prueba de ello. A la vista de esto creo que es obligado preguntarse, “¿ y nosotros? ¿cómo estamos educando a nuestros hijos?”.
Esa es la planta que ya está creciendo. Si pensamos que tenemos un problema con el Daesh estamos muy errados. El problema lo tendrán nuestros hijos y nietos. Pues mientras que nosotros, sus padres, no hacemos nada por poner una solución, presas del buenismo, la comodidad y la falta de compromiso y valores, educando a nuestros hijos en una mentalidad egoísta, individualista y basada principalmente en la búsqueda de la comodidad, en otra parte del mundo, entre Siria e Irak, hay quien está educando y preparando a los suyos sólo para una cosa: combatir y sacrificarse para lograr su objetivo. Un objetivo que además, en su mentalidad, trasciende lo humano y lo material.
Ese es el verdadero problema. Que con nuestra inactividad estamos trasladando el problema a la generación venidera. La batalla habrán de librarla ellos, y no sólo no estamos tratando de evitarlo, sino que no les estamos preparando para ello.
Comandante de Infantería Lucas Martín Serrano
El Comandante Lucas Martín tiene formación legionaria que es lo mismo que decir que es un soldado, un hombre forjado en los espíritus de un Credo que deja huella en el alma. En todos sus empleos, teniente, capitán y comandante, ha formado parte de las distintas unidades y del Cuartel General de La Legión. Esas son buenas credenciales, mi Comandante.
Ha orientado su carrera en el campo de la Inteligencia militar estando en posesión del Curso Avanzado de Inteligencia y Seguridad y el Curso Superior de Inteligencia de las Fuerzas Armadas. Apasionado de la historia actualmente está cursando el Grado de Geografía e Historia.
Destinado en Munster (Alemania) ha tenido la gentileza de poner a nuestra disposición sus conocimientos en temas de gran actualidad internacional y que nos afectan muy directamente.
Conferenciante, articulista, con seria y sólida formación, ha estudiado en profundidad el problema del yihadismo del que nos ofrece un artículo tan real como preocupante. El futuro, el peligroso e incierto legado, que dejamos a nuestros hijos.
¡Gracias mi Comandante!
LA SEMILLA DEL DAESH. NUESTRO LEGADO
Como era de esperar, el interés por todo lo que acontece en torno al Daesh ha decrecido enormemente, y no porque hayan dejado de producirse hechos relevantes o porque la presión que ejercen en su zona de influencia haya disminuido. Evidentemente los grandes atentados o las acciones más espectaculares siguen ocupando su pequeño espacio en la noticias diarias, pero poco más. Es un tema ya demasiado “gastado” y hay que buscar nuevas noticias que atraigan la atención de la opinión pública, pues de eso se trata, ¿no?
Incluso las impactantes decapitaciones o ejecuciones por los métodos más crueles han pasado a un segundo plano. Es más, a la vista de la información que nos llega, cualquiera pensaría que han dejado de producirse, que las atrocidades han cesado. Y como ejemplo sólo mencionar el asesinato del ciudadano croata Tomislav Salopek, o la ejecución de cuatro soldados sirios quemados vivos. Ambos hechos han recibido bastante menos atención informativa que hechos similares sucedidos hace sólo unos meses. Sólo los ataques en suelo propio causan un cierto impacto, eso sí, mucho menor también. De nuevo tenemos un ejemplo reciente, el atentado frustrado en el tren entre Ámsterdam y París.
Esta creciente indiferencia, como podríamos calificarla, es muy peligrosa. Estamos poco a poco olvidándonos de un problema que, aunque muchos ven lejano, está más próximo en el tiempo y el espacio de lo que imaginamos.
Además, recientes acontecimientos como la crisis migratoria que está sufriendo Europa han tomado el relevo de los focos de atención mediática. Aunque eso sí, poco o nada se está profundizando en el origen o causa de esta crisis y en el por qué ocurre precisamente ahora. Es un tema más que interesante y que merece un capítulo específico. Solo apuntaré que de nuevo parece que suframos de un ataque de amnesia.
Pero volviendo al objeto de estas líneas, como ya he mencionado en otras ocasiones, soy de la opinión de que no somos conscientes de la magnitud de problema al que nos enfrentamos. O tal vez sea mucho más cómodo no querer ser conscientes de ello. El único inconveniente de esta actitud es que cuando por la tozudez de la realidad recuperemos esa conciencia, ya será demasiado tarde, y quienes se encontrarán frente a frente con esa situación no seremos nosotros, sino nuestros hijos; y serán ellos los que habrán de enfrentarla cuando ya sea tarde. Y tendremos que entonar el “mea culpa” por nuestra falta de decisión e inacción.
Es muy complicado tratar de comprender el problema que supone el Daesh, y mucho mas, afrontarlo, atendiendo sólo a nuestro esquema mental. En primer lugar, hay que entender el contexto religioso y cultural en que se desarrollan las sociedades con mayoría musulmana. Y para ello, leer y conocer el Corán es fundamental. Hay que dejar de andarse con rodeos, de buscar siempre lo políticamente correcto y llamar a las cosas por su nombre. Y eso no debe ser motivo de ofensa para nadie.
Puede parecer una obviedad, pero hay que recordar que el Islam es la raíz origen del terrorismo islámico. El Islam es una parte fundamental en la fundación ideológica del islamismo, que a su vez, es la principal base sobre la que se sustenta el terrorismo islámico, complementado generalmente con el nacionalismo radical de izquierdas.
Esta función ideológica está a su vez reforzada con una serie de variables de base social. El Islám proporciona una masa social para el desarrollo del islamismo, y un gran apoyo social a este a la vez que una extensa red de protección.
A su vez, y cerrando el círculo, el islamismo proporciona una masa social base y una red de apoyo al terrorismo islámico.
Y dentro de todo este entramado, y ese es el punto sobre el que quiero llamar la atención, un pilar fundamental es la educación, que unida a la concepción del tiempo que tiene el Daesh, es la más letal de sus armas.
Dentro de lo que podemos considerar la campaña INFOOPS del Daesh, a la que ya he hecho referencia en anteriores ocasiones, se puede comprobar que está volcando un gran esfuerzo en el reclutamiento de combatientes extranjeros, razones entre las que se encuentran la ausencia total en estos de vínculos familiares, emocionales, incluso de raza y de apego hacia el lugar donde van a luchar. El único vínculo necesario es el religioso. Ello hace que estos combatientes tengan mucha más facilidad para mostrarse tan despiadados como sea necesario. De hecho los autores de la ejecuciones más sanguinarias pertenecen a este grupo de combatientes.
Pero a la vez que se reclutan combatientes también se lleva a cabo una labor de captación de mujeres e incluso de familias enteras. Y esto es probablemente lo más grave. Ahí es donde reside el verdadero peligro.
El Daesh pretende funcionar como Estado. Controla ya un vasto territorio en el que está implantando sus propias estructuras que incluyen una suerte de servicios de atención social con apoyo a las familias que allí se instalan. Al mismo tiempo, ese territorio que gobierna, le proporciona gran parte de los recursos económicos necesarios , habiendo incluso anunciado ya la creación de una moneda propia. Si a todo lo anteriormente expuesto añadimos la particular concepción del tiempo que tiene la cultura islámica y la convicción que tienen los miembros del Daesh de estar ejerciendo a voluntad de su Dios, entonces podremos tener una idea de la magnitud del problema.
El Daesh y la implantación del Califato, no es un proyecto a corto ni a medio plazo. Ellos tienen la vista puesta mucho más allá. De momento han logrado obtener un espacio vital, la tierra en la que plantar su “semilla”, y que a su vez les permite obtener lo necesario para regarla convenientemente. Esa semilla no son los combatientes, sino las familias que se estan formando, las mujeres que están acudiendo a su llamada y los niños que están naciendo y creciendo dentro del Daesh. Y la semilla está germinando y creciendo delante de nuestros ojos sin que seamos capaces de darnos cuenta.
Los actuales integrantes del Daesh son musulmanes que en su mayoría, en un determinado momento, ya con cierta edad, por un motivo u otro, o bien se radicalizaron, o bien han sentido la llamada de éste para combatir en sus filas. Pero no dejan de ser personas que en un momento u otro de su vida, han conocido algo diferente a esa visión radical, al menos la mayoría de ellos.
En cambio, a día de hoy, en el Daesh, hay miles de familias con hijos. Esos niños, desde que nacen, están siendo educados en una visión totalmente radical y fanática de la vida. Niños que no conocerán nada más que eso y que percibirán el vivir con el odio y con la idea de destruir a los que consideran sus enemigos, es decir los no creyentes, como algo normal. Y para que la labor no quede a medias, esos niños se están educando no sólo en ese islamismo más radical y en el odio a occidente, sino que están siendo adiestrados para combatir. Son innumerables los videos que dan prueba de ello. A la vista de esto creo que es obligado preguntarse, “¿ y nosotros? ¿cómo estamos educando a nuestros hijos?”.
Esa es la planta que ya está creciendo. Si pensamos que tenemos un problema con el Daesh estamos muy errados. El problema lo tendrán nuestros hijos y nietos. Pues mientras que nosotros, sus padres, no hacemos nada por poner una solución, presas del buenismo, la comodidad y la falta de compromiso y valores, educando a nuestros hijos en una mentalidad egoísta, individualista y basada principalmente en la búsqueda de la comodidad, en otra parte del mundo, entre Siria e Irak, hay quien está educando y preparando a los suyos sólo para una cosa: combatir y sacrificarse para lograr su objetivo. Un objetivo que además, en su mentalidad, trasciende lo humano y lo material.
Ese es el verdadero problema. Que con nuestra inactividad estamos trasladando el problema a la generación venidera. La batalla habrán de librarla ellos, y no sólo no estamos tratando de evitarlo, sino que no les estamos preparando para ello.
Comandante de Infantería Lucas Martín Serrano
No hay comentarios:
Publicar un comentario